sábado, septiembre 30, 2006

Mírame, mírame pero no me toques, pero mírame.


El impacto de lo audiovisual en los últimos cien años, nos ha modificado provocando, entre otras cosas, la hegemonía absoluta del sentido de la vista sobre todos los demás. Somos si te ven. Existes en lo que ves.
Frente a otras culturas basadas en la palabra hablada o escrita, nuestro mundo se entiende y se conforma alrededor de la Imagen. Nada resume mejor el momento que el título de uno de los mejores blog que conozco: Mira y Calla. La forma es, definitivamente, el contenido. Vivimos en la maravilla, la sorpresa, la fugacidad y la intrascendencia de la Imagen. Entre nosotros ya esta todo dicho, y ahora se trata de mirarse, para ser mirados y en ese punto encuentra el hombre su plenitud.
Todo lo que viene después, las palabras e incluso en algunos casos el tacto, será problemático y prescindible. A no ser que, un espejo o una cámara oculta permita convertir la caricia en Imagen que se pueda mirar. Pero aún en ese caso, tras el tercer o cuarto visionado, aquellas imágenes serán invisibles ya, insignificantes. Habrá que buscar otra vez la raíz, el origen, la única fuente de satisfacción: mirar y mirarse, verse y ser vistos . Algunas horas en el espejo del baño o del gimnasio pueden devolverte la paz interior para superar la angustia insoportable de pensar en la posibilidad de que , agazapado detrás de la Imagen pueda palpitar algo distinto.
No te compliques. Basta con mirar y que te miren.
Mira y calla.
Mírame, mírame
mírame pero no me toques, pero mírame.
(...)
Hasta que un día el experto artista de la mirada
no tuvo bastante
con palpar la niebla.
Quiso ser menos "Polaroid" y más almohada
Tuvo un mal momento
y rompió las reglas.
Y le ofreció la aventura
vulgar del enredo en un cuarto de hotel.
Amor no es literatura
si no se puede escribir en la piel.
Pero ella no llegó nunca.
Pero ella no llegó nunca.
Cuentan que se quedó atascada en un semáforo
con la vista fija
en un militar.
Y que, a pesar de los insultos y los bocinazosfue incapaz
de arrancar.
(...)
Mírame, mírame,
mirame pero no me toques, pero mírame
JM Serrat

miércoles, septiembre 27, 2006

Jmcaleroma canta "Abril 74" de Lluis Llach.

La escuché por primera vez en la televisión todavía en blanco y negro del Bar Felipe. Era un oscuro bar de pueblo en la calle La Paloma de Ciudad Real. Habíamos quedado para ver juntos allí el recital Gener 74 de Lluis Llach. Mirábamos ilusionados la pantalla entre el humo. Eran otros tiempos, pero la canción sigue siendo preciosa.


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La recompensa.

Afirma Ignacio Sotelo ,como una constatación, que la institución de la familia vive sus momentos finales ( El País, 27.9.06). Si la sociedad industrial acabó con la familia patriarcal propia de una sociedad rural, la integración de la mujer en el mundo laboral , la igualdad de los hijos intra y extra matrimoniales, y el individualismo propio del capitalismo marcan el fin de la familia nuclear propia de las sociedades industriales.
Con un discurso fluido y muy bien construido, el catedrático afronta un tema que es objeto de preocupación en gran parte de la población, pero nadie se atreve a plantear desde la izquierda por miedo a ser “mal visto”. Hablar de la crisis de la familia es “de derechas” y desgraciadamente escasean personas con la personalidad y el criterio propio suficientes para hablar sin miedo al “que dirán”.Quede constancia de mi gratitud por su valentía.
El proceso que describe de forma clara e indiscutible sin embargo queda incompleto. Le faltó ahora valentía para seguir extrayendo consecuencias. La que el llama “disolución” de la familia es causa directa y obvia del descenso creciente de la tasa de natalidad. Y éste descenso dará lugar matemáticamente a la extinción de la línea de sucesión que nos conecta con nuestros abuelos. Nuestras ciudades no estarán vacías, pero los niños que poblarán sus parques no serán nuestros nietos.

Como en otras facetas de nuestra evolución como comunidad hemos tenido la valentía suficiente para destrozar un modelo pero nos ha faltado la imaginación o la inteligencia necesaria para inventar otro.
Es obvio que el modelo católico de familia ha sido superado al resultar incompatible con principios de nuestra sociedad como la igualdad de sexos, pero desde esos mismos principios no hemos propuesto otro modelo capaz de hacer frente a la elemental necesidad de regenerarnos.
Ante éste hecho caben tres opciones: aceptar el fin de nuestra comunidad en un par de generaciones, retomar el antiguo modelo o inventar nuevas formas de organizar la familia.
Me apunto a la tercera pero no soy demasiado optimista sobre sus posibilidades. Somos una sociedad satisfecha de litrona y aburrimiento. Son días difíciles para la imaginación.
Los que vienen del Sur, saben sufrir y tienen de su parte la fuerza de la Vida. Ellos tendrán algún día la recompensa de jugar con sus nietos.

domingo, septiembre 24, 2006

Capítulo 17.

La aparición en el correo electrónico de un mensaje de su hijo, después de casi dos semanas de silencio, tranquilizó a Quijares que además de sentir un cierto sentimiento de culpa por haber puesto tantos kilómetros entre los dos, temía en lo más profundo de su ser que lo terminase olvidando. Cruzaban un mensaje semanal y hablaban cada quince días por teléfono. Cuando esta cadencia se alteraba el Comisario, cada vez más metido en funciones de agente secreto, notaba que se abría el suelo debajo de sus pies. Ni siquiera el aluvión de información altamente confidencial recibida durante el fin de semana y el ritmo frenético que cobraban día a día los acontecimentos lograban anestesiar la punzada de angustia y desgarro emocional que la separación de su hijo Javier le provocaba. Leyó las cuatro líneas con avidez. “ No te agobies padre que esoy muy bien después de escaparme unos días a la playa con un grupo de compañeros de la facultad “. Sonrió y picó en contestar para escribir apresuradamente “ no me agobio, es que sabes que me gusta saber de ti, aunque sea una vez a la semana, cuídate.”

En el silencio de su pequeño despacho antes de que llegaran sus colaboradores , miró el reloj de muñeca que Svetanova le había regalado. “ Si lo llevas puesto sabes que podré ayudarte en cualquier momento”. Era un reloj deportivo y digital de última generación, que emitía una señal que podía captarse por satélite y permitía su localización exacta en cualquier lugar del mundo.
“ Si te lo quitas, sólo sabré donde lo has dejado, pero en ese caso no te podré ayudar”. Había sido el premio prometido si Quijares conseguía contarle algo que ella no supiera. Y lo sabía todo o casi todo de su curiosa historia: que un activista de un grupo independentista radical de un país europeo había muerto en un incidente con miembros de una patrulla de policías españoles que desarrollaban cursos de intrucción en Sarajevo, que nada había trascendido y que el acompañante del fallecido era un hombre de un conocido grupo dedicado, entre otras cosas al tráfico de armas , con sede en uno de los países de la zona. Sabía también que algo se estaba moviendo en el interior de uno de los últimos grupos radicales armados de Europa y que, tras las modificaciones legales como consecuencia del día más famoso de septiembre, la financiación del grupo pasaba por dificultades.

- “ ¡ Qué pasada ¡”. Ricardo miraba y remiraba el reloj mientras Quijares preparaba el hielo y los dos vasos, sabiendo que la velada iba a ser larga.
- “ Tienes las coordenada del sitio donde te encuentras, la temperatura y la humedad relativa, la altitud respecto del nivel del mar y un par de cosas más que ya ni me acuerdo. Es un modelo para cuerpos de élite del ejercito y, ya verás que la caja , aunque es militar, tiene un punto de sofisticación”.
Mientras Ricardo seguía probado dispositivos de aquella maravilla de la ciencia, Quijares intentaba ordenar su mente para no dejarse ningún detalle olvidado.

-“ Ella pertenece a un consorcio de gente alrededor del negocio de diamantes y de petroleo. Quiere saber todo lo que ocurre en el mundo. Dedica todo su tiempo a eso. Quiere información y por un dato nuevo pierde la cabeza."

Ricardo saboreaba el wisqui escuchando atentamente los detalles del fin de semana.
-“ En realidad ella pensaba que nuestra funciones en los cursos de instrucción de la unión europea eran una mera tapadera para una misión de información, que sería nuestro trabajo principal. Lo que realmente le sorprendió es que no tuvieramos ningún mandato del gobierno, ni formación específica en temas de inteligencia, ni medios materiales, ni nada. “, tomó otro sorbo antes de continuar y sonrió levemente con la mirada perdida, recordando el momento en que los ojos de aquella poderosa mujer adquirieron el brillo y la redondez de sorpresa como un niño delante de los regalos que misteriosamente los reyes dejaron junto a sus zapatos. “ La idea de suplantar al fallecido a través de las comunicaciones de internet le pareció fascinante, pero lo que realmente le hizo sentirse feliz fue el hecho de ser la primera persona que lo sabía. “
- “ Y ¿qué hizo?, preguntó Ricardo buscando detalles que le permitiera saborear la escena.
- “ No sé cómo explicarte. Me miró a los ojos cómo no lo había hecho nunca y percibí que su corazón bombeaba sangre con una fuerza especial, haciendo palpitar una vena en su cuello”. Quijares no encontraba las palabras precisas. “Sus ojos brillaban todavía más que los diamantes de sus pendientes... es que no sé cómo describirte ese momento. Imaginate que coleccionas sellos y , despues de meses, o años, encuentras un sello que no tenías”.
- “Y en ese momento te dio el reloj” apuntó Ricardo mirandolo encima de la mesa, para ayudar a su compañero a continuar.
- “No , no. En ese momento no dijo nada. Se hizo un silencio entre los dos. A mi me resultaba difícil seguir hablando delante de esos ojos como focos que me abrasaban. Luego ella como dándose cuenta los cerró, disfrutando el momento y dijo algo así como, eso es genial, o eres genial... “.
Lo que cambió la cara de Ricardo y la perpectiva de todo lo que hasta ahora venían haciendo se lo narró a continuación y casi sin interrupciones.
Por primera iba a tener noticia cierta de una realidad que a Quijares también le había convulsionado: un grupo limitado y escogido de personas juegan desde hace tiempo a ser los amos del mundo. Lo que inicialmente en la deliciosa ingenuidad del siglo XIX se contruye sobre el ideal de un mundo unido y en paz, se había ido corrompiendo a lo largo del siglo XX a partir de la necesidad de dominar una sociedad de masas con un potencial desestabilizador infinito que podía poner en riesgo los grandes emporios económicos que nacen también en el siglo XIX y que rigen el mundo, por supuesto, con propósitos menos altruistas. A la cabeza, los dos grandes negocios, petroleo y narcotráfico. Después todos los demás. Nada se mueve sin su aprobación. El objetivo que en gran parte ya han conseguido es evitar cualquier acontecimiento que no hay sido previamente establecido en su guion. Para eso es necesario controlar a millones de personas que viven en un mundo “libre” sin que se aperciban de esa situación.
Ricardo se mostraba incrédulo.
-“ No sería que se le subió el champan”, sugirió buscando un descanso al aluvión de datos sorpendentes que estaba recibiendo.
- “ Te aseguro que casi no bebió. Estaba embriagada por tener una información nueva, un dato que ella poseía en exclusiva, una carta en su manga”.
Quijares prosiguió.
“¿No te parece extraño que a éstas alturas aún no tengamos versiones mínimamente creibles de la muerte de los Kennedy o de Martín Luter King? ¿ No te llama la atención que quien selecciona las noticias que aparecerán en cualquier diario de provincias coincida casi milimétricamene en sus opciones con el noticiario de la CNN o la BBC ?. ¿No te asombra la capacidad de los medios de comunicación para que de un día a otro masas enfervorizadas se vuelvan expertas en carreras de fórmula uno o en tácticas de futbol americano? ¿No te has mosquedado alguna vez viendo la masa de jóvenes en los grandes conciertos de rock, como musulmanes delante de su ayatolah?. Las técnicas de lavado de cerebro a gran escala son su mejor arma.
- “ Me pierdo tio, ¿eso que tiene que ver con nosostros?- preguntó abrumado Ricardo cada vez más hundido en un mundo de ciencia ficción.
-“ Svetanova se encontró con un acontecimiento fuera del guion que tu y yo hemos provocado, y eso es lo que le fascinó” explicó Quijares.
Eran casi las tres de la madrugada y al día siguiente debían levantarse a trabajar.
- “Ahora tenemos todo los medios que queramos, a cambio de seguir contándole la historia, por capítulos”.
- “ Como si fuera una novela”, apuntó Ricardo recogiendo su encendedor que se había escondido detrás de un cenicero repleto de colillas.
- “Exacto.Como una novela que ella quiere leer la primera”, culminó el Inspector colocándose el nuevo reloj en su muñeca.

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viernes, septiembre 22, 2006

(Teléfono Público).Diario de un paranoico razonable.(6)



Fue un verano durísimo. De pronto me di cuenta de que es absurdo que aún existan cabinas de teléfonos públicos: de acuerdo con las últimas cifras hay 1’3 teléfonos móviles por persona. Siempre que descubro un fallo en la lógica del sistema lo pasó muy mal. Entonces la palabra sufrir cobra sentido.
He estado observando a los que utilizan cabinas de teléfonos públicos. En algunos casos es obvio que charlan con el amante: tapan ridículamente el auricular, muestras signos ostensibles de acaloramiento, se mueven como retorciéndose y sobre todo, sonríen con cara de bobos cuando terminan, repasándose luego la ropa y el pelo, como volviendo a la realidad. En mi cuaderno, sin embargo, cada noche comprobaba que la mayor parte de las personas no respondían a ese perfil. En muchos casos, el usuario de cabina tiene teléfono móvil y lo utilizan antes o inmediatamente después. Fueron muchos para que pudiera aceptar, en todos los casos, la hipótesis de la batería baja. Empecé a intuir que, como los amantes, el objetivocomún es no dejar rastro de la llamada.
Me desequilibra psicológicamente tener ante mi datos que no pueda explicar de una manera convincente. Han sido horas vagando por la ciudad como un enfermo, como un poseso, en jornadas de quince horas de observaciones. La mayoría llegaban a la cabina en algún vehículo y después de conversar se marchaban. Eso me obligó a persecuciones en moto y en coche, con el corazón trotando en mi pecho para al final, perder otra vez mi objetivo en el caos absoluto de tráfico de ésta ciudad.
Una noche, por puro azar , encontré una pista. Estaba apostado dentro de mi coche en la calle, a unos doscientos metros de una discoteca, vigilando una cabina especialmente concurrida. Entonces pude ver a dos muchachos de unos veinte años, muy delgados y con el pelo engominado formando una pequeña cresta. Llegaron caminando desde la discoteca y después de mirar un número apuntado en un papel hicieron una breve llamada. Cuando se fueron y cuidando que no me vieran , abandoné el vehículo y los seguí. Acorté mis pasos para dejar que llegaran primero a la puerta de la discoteca en donde se unieron a un grupo mayor de jóvenes de su edad. Me decidí a acercarme de forma disimulada para ver si podía escuchar alguna frase, o al menos alguna palabra que me ofreciera una pista. Cuando salí de la oscuridad me sentí iluminado por las luces de neón con el nombre del local y advertí que los dos jóvenes me miraban. Intenté disimular rectificando mi marcha y fingí que esperaba a alguien mirando el reloj y encendiendo un pitillo. Los dos chavales , que no dejaron de mirarme e intercambiar comentarios me estaban poniendo nervioso. Entonces después de hablar entre ellos como tomando una decisión conjunta se acercaron a mi. Me preguntaron si era yo el que habían llamado y pensando que , en algunas de las miradas que fingía no ver, alguno de ellos me había llamado, dije “si , perdona”. Entonces una de ellos me ofreció cincuenta euros y el otro me dijo, “vente detrás que tengo la moto y no las saques aquí”. Estaba muy confundido y rechacé el dinero, pero seguí a quien me pidió cambiar de lugar. Entonces caminamos unos veinte metros y les dije que qué querían de mi. Uno de ellos dijo extrañado “la coca” y, al ver mi reacción el otro dijo “éste no és”, dándose la vuelta y dejándome allí solo. Cuando volví a verlos entre la gente, intercambiaban algo con un tipo de chupa de cuero negro y pañuelo rojo al cuello.
Ese polvo blanco riega cada noche la ciudad.
El dinero de ese negocio empapa cada sector de nuestra economía.
Los capos tienen poder para conseguir que no veamos lo que tenemos delante de nuestras narices. Esa masa ingente de dinero y el poder de esos mercaderes de felicidad ya es una clave sin la que nada de lo que pasa podrá explicarse.
Fue un verano difícil. De pronto caí en la cuenta.
Creo que estoy mejor ahora.

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martes, septiembre 19, 2006

Otra vez al colegio.

Recuerdo el olor de los libros nuevos, de las virutas de los lapiceros, de la goma de borrar y de la tiza. Pero también el desasosiego y la incómoda intranquilidad de la clase nueva, el bullicio de la cola y el silencio cuando entraba el nuevo profesor. Luego después del timbre, el mal cuerpo y el frío interior, secuelas del madrugón. Las caras nuevas, algunos ojos especiales y con una pelota como juez inapelable, la búsqueda de nuevas jerarquías. Al final de la mañana, el lento paso de los minutos, y en algún lugar cerca del estómago, la angustia frente al horizonte infinito de un nuevo curso como una vida entera por hacer, entre un pupitre y el recreo.
Pronto caían las primeras hojas y aparecía el jersey de lana azul marino. Al ponértelo sentías que el verano ya casi no existía y el mundo volvía a estar ordenado.

domingo, septiembre 17, 2006

Gracias Silvio.Encantado de conocerte.
Sevilla 16 de septiembre de 2006

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Descubro a Silvio Rodríguez.

Descubro a Silvio Rodríguez y al tiempo que me sorprende que no lo haya tenido cerca hasta ahora, me dispongo a disfrutar todo lo que me he perdido.
La brisa fresca de una noche sevillana de septiembre acariciaba el fondo negro del escenario y delante de no sé cuantos miles de fervorosos seguidores, acompañado de un grupo de músicos esquisitos, nos ofreció sin prisa canciones que hablaban de rabia, dolor, cometas, disparos de nieve, serpientes soñadas y gotas de rocio. Sencillo, sin más palabras que las precisas tuvo que volver al escenario varias veces . Se despidió con una canción de amor cuya letra escribo sobre tu piel, para que no se me olvide, pues es una libreta que me encanta consultar.
Gracias por lo que nos diste ayer.
En medio del recital y para recordar que canta pisando la tierra, recitó un poema que el poeta cubano Luis Rogelio Nogueras escribió despues de visitar Auschwitz-Cracovia el 21.10.79 y que viendo las imágenes del Líbano hubiese yo querido escribir hoy también:


HALT!"Luis Rogelio Nogueras .

Recorro el camino que recorrieron 4000000
de espectros.
Bajo mis botas, en la mustia, helada tarde de
otoño
cruje dolorosamente la grava.
Es Auschwitz, la fábrica de horror
que la locura humana erigió
a la gloria de la muerte.
Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido de
nuestra época.
Y ante los edificios desiertos,
ante las cercas electrificadas,
ante los galpones que guardan toneladas de cabellera humana
ante la herrumbrosa puerta del horno donde
fueron incinerados
padres de otros hijos,
amigos de amigos desconocidos,
esposas, hermanos,
niños que, en el último instante, envejecieron millones de años,
pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,
que estupefactos, desnudos, ateridos
cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso
camino desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes
y no acierto a comprender
cómo olvidaron tan pronto el vaho del infierno.


Auschwitz-Cracovia, 21-10-79

miércoles, septiembre 13, 2006

Capítulo 16.


La antigua nomenclatura del Partido Comunista sabía cuidarse del terrible desgaste del ejercicio del poder con más discrección que sus homólogos occidentales. Tenían lujosos refugios para el descanso cuya existencia ,en aquellos años, nadie podría ni imaginar. En ocasiones, esos paraísos terrenales se ubicaban en antiguos castillos, otras veces en balnearios o casas de tratamiento con manantiales de aguas termales con propiedades curativas. Incluso en antiguos conventos. Svetanova Bostokieva explicó a Quijares que debía esperar la llegada de un coche negro al final de la Calle Logavina a la hora convenida y le conducirían al lugar en donde tendría lugar su próximo encuentro. Era un antiguo convento metido entre montañas a poco más de tres horas de Sarajevo y al pronunciar el nombre de aquella misteriosa mujer, incluso con el acento occidental del antiguo Inspector Jefe de la Comisaria de Leganés, la joven rubia de la recepción, aunque discretamente encendió todas sus alertas y después de hacer un par de llamadas aparecieron, como por arte de magia, un hercúleo botones, y el director , para darle la bienvenida y ofrecerle cuatro de sus mejores estancias. Abrumado y disimulando su falta de experiencia en elecciones semejantes, finalmente designó una de las suites ofrecidas, que sería su agradable e inesperado aposento aquel segundo fin de semana de abril. Sabía exactamente lo que ella le pediría, pero después de reirse un rato con Ricardo imitando el extraño inglés de aquella insaciable señora, ambos se habían propuesto descubrir quién era y saber hasta que punto podían utilizar en el momento que lo necesitaran, su extraordinario y hasta ahora enigmático poder.
Quijares había preparado distintas frases de bienvenida para el momento en que volviera a encontrarla, pero ella no estaba acostumbrada a cumplidos. Entró en su habitación sin llamar, con una llave propia y sólo después de saciar su sed pudieron cruzar alguna palabra. Para entonces resultaba ya ridícula cualquier reclamación de respeto a su intimidad.
Relajada ganaba en belleza e incluso mejoraba su inglés.
Los Estados son gente con nombres y apellidos en todos los lugares del mundo. A pesar de que en el discurso oficial la Unión de Repúbicas Socialistas Sovieticas ya no existe desde hacía más de quince años, lo cierto es que al final, los Estados son gente y esa gente, que componen los aparatos de poder, siguen existiendo, no se mueren con un cambio de rumbo político, no desaparecen como una ley del boletín oficial de un día para otro. "Existen mi amor y si un día tuvieron el poder quieren seguir teniendolo: ¿quién se lo va a impedir?". A ellos les da igual como se llamen los Estados y lo que digan los nuevos mapas del mundo después de la caída del muro de Berlín. Los mapas de colores son ya un cuento de niños. Y no sólo los mapas y las banderas son hace tiempo una patrña: no es verdad tapoco que esos grupos de hombres poderosos sirvieran al Estado. Los que tiene verdaderamente los resortes del Poder no sirven a ningún Estado. "Es exactamente al reves, mi amor, el Estado, el que sea y se llame como se llame, con su banderita de colores , sus héroes de piedra montados a caballo en los parques y su día de fiesta nacional, es el que esta al servicio de esos hombres poderosos". Quijares solo podía escuchar su discurso demoledor. Las sábanas cambiaban el pérfil de su cuerpo desnudo con cada movimiento y el sol de la tarde que aparecía intermitente por un enorme ventanal que daba a un bosque, dibujaba un hilo de oro en el borde de sus mejillas. Él hacía preguntas y ella quería contarle.
Svetanova había heredado un auténtico imperio amasado a lo largo de los años por un militar con el pecho lleno de medallas. Era sencillo: aquella fortuna se asentaba sobre lo que en cualquier sitio del planeta ofrece la oportunidad de crear verdadera riqueza y poder: petroleo y diamantes. Para mantener el legado recibido que ahora ella dirigía, necesitaba, entre otras cosas, información y el incidente que frustró un cambio de dinamita y armas por cocaína en las afueras de Sarajevo el verano anterior había llegado a su conocimiento. No era su gremio, pero conocía a quienes los manejaban y si hay tiros esas cosas se saben. La moneda blanca que iba a ser utilizada por el Pirata era una novedad interesante para Quijares, aunque simuló no sorprenderse. Lo que le fastidiaba realmente es que tenía que dar la razón, otra vez, a su colega Ricardo, con el que había tenido largas polémicas interpretado un intercambio de correo durante el mes anterior al incidente, al que Ricardo bautizó como "la conexión colombiana". La hipótesis era puesta en cuestion por Quijares al no haber encontrado ni un gramo de la blanca por ningún sitio, en un registro que él se encargó de que fuera completo y exhaustivo. Había imputado aquella interpretación a la imaginación peliculera de Ricardo y ahora tenía que tragarse su soberbia. Aproechó el momento para sacar lago más.
-"Lo que no supe es dónde escondía la droga".
-" Estaba en el coche y por eso se pusieron tan nerviosos. Cuando llevasteis el herido al hospital tuvieron unos minutos de oro para poder recuperarla. Por eso la otra parte hizo un buen negocio aquella mañana: se quedaron con la mercancia y con el precio".
- ¿ Y los jefes de muerto conocían esos términos del contrato?
- "Claro", contestó sorprendida por la ingenuidad de la pregunta.
- "Entonces debe haber alguien a quien no le salen las cuentas." En el Inspector aquella respuesta le había despertado el fastasma del "cabo suelto" que pudiera dejarles vendidos.
-" Por la información que tengo, en ese grupo de locos hace algunos años que no les salen las cuentas." Dijo dándose la vuelta y haciendo una mueca de despreocupación, casi desprecio.
Por un momento Quijares pensó que ella estaba detrás del grupo que intentaba vender armas al Pirata y tuvo la sensación de estar confesándose con el enemigo. Se levantó y dándole su espalda desnuda, fingiendo un control de la situación que él bien sabía que no tenía, se puso a mirar por la ventana. Entonces le hizo otra pregunta que justificaba aquel encuentro.
-" Y los que te informaron del incidente te hablaron de mi".
- " De vosotros", dijo ella que sabía introducir detrás de cada revelación un nuevo misterio. "Por eso sé quién eres" le dijo contestando finalmente. Ella también abandonó el lecho mientras medía las palabras de su respuesta. Hablaba y filosofaba sobre la vida, la muerte, el poder. Culminó su discurso haciendo un garabato con su dedo en la espalda de Quijares que aguantó sin darse la vuelta incluso cuando sintió el dulce arañazo de su uña en la piel.
-"Dime qué necesitas y te ayudaré si me das información de cualquier cosa que pase en el mundo, mi amor". Su mano acariciaba la nuca de Quijares que hubiera deseado en esos momentos tener un instante para replantear su estrategia. Pero no había tiempo, tenía que improvisar.
-"Creo que tengo una historia que contarte que te gustará ", dijo mientras se dirigía a la ducha arrepintiendose casi al mismo tiempo que decía esas palabras pero sintiendo que si estaba allí era para que ella pudiera ayudarles si las cosas se ponían mal.
El ruido de la ducha rompió el silencio. Se introdujo en el torrente de agua caliente sospechando que ella le seguiría. Pero esta vez no lo hizo.

- " Te buscaré para cenar. Me gusta escucharte, estoy deseando. Si de todo lo que me cuentas, hay algo que no supiera, te prometo una sorpresa, my love". Le dijo como despedida, asomando sus ojos a la puerta del espectacular recinto que servía de ducha, jakuzzi o sauna, al tiempo que le miraba fijamente y no precisamente a los ojos.

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miércoles, septiembre 06, 2006

Cayucos.



No sé si se puede escribir algo sobre esos hombres que se lanzan al mar buscando un lugar donde poder trabajar para calmar el hambre de sus hijos, que no sea ya conocido de todos. Si un día alguien decidiera investigar el número de africanos muertos en el fondo del mar, las cifras del holocausto seguramente serían impresionantes. ¿Qué pasa en aquel continente?
Africa y Europa. Está escrito hace más de treinta años.

Releo a Roger Garaudy:

“ En realidad el oro de Africa y America desempeñó un papel determinanate en el auge de la economía de mercado. (...) Pero el comercio esencial con Africa fue, durante tres siglos, el de los esclavos.(...) Se dice a veces que la trata se “limitó” a la deportación de unos millones de hombres a America. Eso equivale a olvidar que para conseguir un cautivo había que contar generalmente con diez muertos. Si se cifra- y es un mínimo- en diez millones el número de esclavos deportados, eso significa cien millones de hombres destruidos. Jamás conoció el mundo un genocidio semejante.
Hubiera sido posible otro encuentro entre Africa y Occidente y los africanos así lo deseaban. Por ejemplo en 1520 el emperador de Etiopía Lebna Denguel deseo introducir en su país los conocimientos técnicos de Europa. Para ello escribió al Papa León X y los reyes de Portugal Manuel I y Juan III. En el siglo XVIII, el rey de Dahomey, Agaja Trudo, queriendo acabar con el tráfico de esclavos, propuso apelar a la cooperación técnica de los especialistas europeos y envió una embajada a Londres para obtenerla. El rey de los Achantis Opoku Uare pidió a los europeos que instalaran destileríaa en el país achanti. A comienzos delsiglo XIX todavía, un rey de Calabar (al éste de Nigeria) rogó a los ingleses que contruyeran una refinería de azucar. Todos tropezaron con idéntica negativa: Occidente necesitaba impedir en desarrollo económico de Africa para que ésta no hiciera competencia al capitalismo naciente y para que sus mercados siguieran abiertos a las mercancías europeas.
El capitalismo europeo, convertido en eje de la economía mundial, fue el que resucitó la esclavitud y la impuso durante siglos, del XVI al XIX.
Así nacieron entre el fango y la sangre, las grandes fortunas de las firmas capitalistas.
(...)
Resultaría fácil trazar la genealogía de grandes dinastías capitalistas. El célebre Barclays Bank fue fundado por David y Alexandre Barclay, traficantes de escalvos y con el botín de su tráfico en 1756. Los creadores de Lloyds, hoy rey de los seguros mundiales, eran pequeños cafeteros de Londres cuando se lanzaron al tráfico de esclavos, que les valió su primera fortuna.”
Dialogo de Civilizaciones.
Editorial Cuadernos para el Dialogo SA.
Edicusa , Madrid 1977.

Los cayucos son consecuencia directa de la hegemonía de los “principios reales” ( no los proclamados en textos y declaraciones) de nuestra sociedad. Son víctimas directas de quienes tienen el poder en nuestras sociedades, de sus padres y de sus abuelos. Y cada negrito muerto es una vía de agua abierta en las bodegas de éste lujoso y aburrido crucero que llamámos Occidente.

Capítulo 15.

El último tramo antes de llegar al Caserío de Aretxaga había que hacerlo a pie, siguiendo el sendero que habitualmente era utilizado para subir hasta la cima del mítico Aralar. Por eso no era raro cruzarse con algun montañero solitario o algún grupo subiendo o bajando, y por eso también la presencia de un coche en el rellano donde acababa la carretera no levantaba sospechas. Estaba lloviznando y era un marte del mes de marzo que transcurriría como un día cualquiera. Peio Letamendi no se curzó con nadie ésta vez. Era la quinta ocasión en que acudía a una cita con sus jefes y, como otras veces, le habían convocado con una nota manuscrita en una servilleta de papel del Bazoki donde solía juntarse con los amigos a ver los partidos de futbol. Se la entregó el dueño y único camarero en silencio, cuando ya se marchaba: “Aretxaga, 11 horas, 7 marzo”.
Ésta vez no le abrió la puerta un encapuchado lo que significaba que había ascendido un nivel dentro de la organización.
- “Hola , soy Yako, deja ahí dentro el chubasquero colgado en la ducha y pasa a la habitación del fondo”.
Era un tipo metido en los cincuenta, de complexión atlética, pómulos pronunciados y cejas muy pobladas, que mostró su energía y su determinación en el apretón de manos de bienvenida. Sintió dolorida la suya.
- “Hola, yo soy Peio...”
- “Ya sé quien eres hombre, no hacen falta cumplidos”.
Le interrumpió bruscamente haciendole sentir con cierta desplicencia que entre ellos existía una relación de jeraquía militar y que no podía olvidar ese detalle, ni siquiera en la forma de expresarse. “Lo mejor es hablar solo cuando te pregunten”, pensó recordando un viejo consejo de las primeras reuniones de la organización.

El fin de semana anterior en aquel hermoso caserío en las inmediaciones del monte Aralar había sido muy intenso. Después de abrir un debate de gran riqueza pero de objetivo incierto, en el que se comenzó discutiendo inicialmente sobre la incidencia del atentado del último septiembre en la estrategia global revolucionaria y, específicamente en el futuro de aquella organización, y que finalmente se centró , como en tantas ocasiones anteriores, en el viejo enfrentamiento entre la línea dura que apostaba por el incremento de las acciones armadas como solución de todos los males y la opuesta que pretendía forzar un cambio de estrategia, la dirección, y ésta vez sin tener previamente preparadas las conclusiones de la reunión, había convocado a toda la cúpula para establecer unos criterios mínimos para las próximas actuaciones. El debate inciado en el otoño que se llegó a convertir en un autético hervidero de ideas y de posiciones, gracias a que fuera permitida por primera vez la utilización de internet, había facilitado la expresión libre de los pensadores o aspirantes a estrategas. Es cierto también que provocó malestar y enfrentamientos personales que dieron lugar a algun incidente desagradable en las navidades. Finalmente, tras la explosión de ideas y propuestas se había producido una cierta parálisis. Por eso, ahora era el momento de concretar ideas y fijar posiciones para seguir adelante.

Otro hecho había servido de revulsivo y los jefes lo guardaban para el debate como un as en la manga. La dirección había recibido propuestas para mantener contactos desde posiciones diametralmente opuestas. De una parte, y con las reservas que las noticias recibidas podían suscitar, los de los turbantes y la media luna tenían interés en conocer líneas de actuación y, sobre todo intercambiar información sobre los aparatos del estado español. La estrategia de colaboración sin límite con los americanos que el gobierno español había elegido en los últimos meses había alterado la tradicional no beligerancia de esos grupos y las circunstancias les forzaban a dar comienzo a preparativos para una posible respuesta armada. La organizción recibió sorprendida y, de alguna forma se sientió alagada por esa petición de contactos. Políticamente además resultaba especialmente valioso tener acceso a información de primera mano sobre lo ocurrido el famoso día de septiembre, desde sus protagonistas indiscutibles. Pero casi coincidiendo en las fechas y desde dentro del territorio español un sector del partido de la oposición consideraba que la política del gobierno había desnaturalizado el pacto para el tema y lo había reinterpretado hasta darle un contenido alejado de la filosofía que lo inspiró. El Jefe del gobierno había conseguido trasladar su peculiar y radical política al pacto de todos los partidos, desnaturalizando éste. Ese sector entendía que había que preparar otros escenarios distintos de la mera confrontación y para ello necesitaban establecer algún contacto con quienes estaban fuera del sistema, siguiendo la conocida regla de Mahoma y la montaña. Ese interes, desde frentes tan dispares, por mantener contactos con la organziación habían llegado en el mejor momento. El debate, que había provocado cierta parálisis, derivó en confusión y desánimo. Pero cuando menos ilusión y perpectivas tenían en la ejecutiva, curiosamente, más interés habían despertado en el exterior. Esas peticiones habían servido de espoleta para volver a retomar un camino perdido. Desde fuera revitalizaron un grupo desanimado y les dieron la autoestima que necesitaban. Los nuevos contactos servieron para que la dirección, en parte desprestigiada y a la que se le acusaba de carecer de impulso, utilizara el factor sorpresa y ofreciera una imagen de un dinamismo que acalló las críticas y sirvió para aglutinar y animar la reunión del fin de semana. Gracias a las nuevas y para muchos sorprendentes noticias, habían sabido superar un debate enfermizo y neurótico que parecía haber entrado en un callejón sin salida. Entre las conclusiones de la histórica reunión, en un lugar destacado estaba la de aceptar la apertura de contactos con los del desierto, y como miembros encargados de los mismos se designaron dos: El Pirata, que fue objeto de numerosas críticas por su permanente lejanía y sus cada vez más heterodoxas posiciones y Peio Letamendi, a quién se acordó atribuir la condición de liberado, lo que le sería comunicado el próximo martes día 7 de marzo. Los contactos, que habían sido sugeridos por una embajada del norte de Africa, tendrían lugar en Sarajevo y la organización estaría representada por el Pirata, encargado de la infraestructura y Peio que haría de correo con la dirección.

- “ Al Pirata le anunciaremos simplemente tu visita y el acta de la asamblea y , sobre todo las líneas a seguir en vuestras conversaciones las llevas en el pendrive “.
Delante de tres hombres sentados en una lado de una mesa de comedor larga de madera maciza, Peio escuchaba sin decir nada, alargado la mano para coger un pequeño disco duro móvil , de color naranja, con una cinta del mismo color. Lo cogió y sintió condesado en aquel pequeño dispositivo toda la carga de su responsabilidad. “ La documentación la tienes en el sobre y los billetes te los dará Josu con una semana de antelación.” La habitación permanecía en silencio. Apenas el leve rumor del crepitar en la lumbre rellenaban los espacios de un discurso monótono y pausado desarrollado solo por el sentado en el centro. Era el jefe supremo y era una experiencia sobrecogedora escuchar la voz de quien solo conocía por sus míticas hazañas de patriota. “No te hemos asignado arma de momento. Piensa que tu arma ahora será el ordenador. Recuerda que tienes que informarnos de cada entrevista y que serás quien trasmita al compañero la posición de la organización. Lee bien esos papeles con intrucciones y reglas que ya deberías saber, pero que siempre olvidáis. Ya sabes que si surge algún problema te retiras sin demora y ahí tienes la dirección en donde estarás a salvo. Te quedas allí hasta nueva orden”.
Recogió un sobre y comprobó su interior bajo la atenta mirada de sus interlocutores: folios fotocopiados, un pasaporte, un DNI, un carnet de conducir y una tarjeta de crédito, todo a nombre de Pablo Logaste Bernia.
“En el pendrive tienes la clave de la tarjeta para sacar dinero. Recuerda que tienes que justificar todo lo que gastes y vete pensando en que en un par de meses dejas el trabajo y desapareces. Prepara un poco a tu gente si puedes. Si lo ves mal, ni pío”.

Bajando el sendero pensaba en cómo se lo diría a sus padres y cómo lo entenderían. Lo veía claro: su padre orgulloso y su madre llorando. Quizas sería mejor que esperara un poco antes de contarles los cambios importantes que esa mañana se anunciaban en su vida. Delante del espectáculo de valles verdes punteados con caseríos se sintió emocionado. Se detuvo un momento y se secó las lágrimas para contemplar la hermosa tierra por la que hace años decidió dar su vida.

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lunes, septiembre 04, 2006

Hilario Camacho.


Conocí sus canciones con quince años y me gustaron mucho. Las cantábamos en la pandilla, nos sabíamos las letras. Fueron parte fudamental de mi repetertorio desde que en el Pub Mr. Vip actué en solitario por primera vez. Tres pases de media hora viernes y sábados ( creo que mil pelas por día). La primera imagen de él la vi en un cartel que anunciaba una fiesta de Juventudes Comunistas en el Ciudad Real del año 76 o 77. Estaba pegado en el rincón que hacía la Calle Ciruela en el punto en que cambiaba bruscamente la anchura entre el viejo diseño y las nuevas medidas. Era un tipo bajito, con el pelo rizado a lo afro que jugaba con una pelota o un globo, con un gesto desanfadado y simpático.
Escuché muchas veces ”Madrid Amanece” al despertarme en la fría habitación del Colegio Mayor. Me hacía compañía. Hilario desde el primer momento me ofreció, además del valor musical o poético de sus canciones, la certeza de contar con un tipo afín, a quien consideraba “de los míos”, no sé exctamente por qué.
Sus largos silencios procovaban explicaciones de caídas y recaídas en compañías peligrosas. Alguna vez también hablábamos de depresiones, de un temperamento frágil. Esperábamos otra reaparición y las ausencias conformaban nuestra imagen de ese buen tipo con problemas que había detrás de las canciones.
Un día de la primavera del 2004 un buen amigo me regaló el privilegio de conocerlo personalmente. Acababa de salir su CD “No cambies por nada” y me lo dedicó con una letra insegura y nerviosa. Le regalé dos CDs míos que contenían una actuación en directo y canciones de amigos que cantaba con arreglos del ordenador. Me dio su correo electrónico y desde entonces cruzabamos mensajes de vez en cuando, en los que me gustaba introducir algunas palabras personales a las que siempre contestaba. El día que lo conocí tuvimos ocasión de charlar un rato. Me impresionó la sensación de fragilidad que trasmitía. Era bajito, regordete, con una piel muy fina y blanca aunuque en el curso de la conversación se sonrojaban sus carrillos en alguna ocasión. Tenía los ojos y la mirada de un animalillo acorralado. Me esforzaba para mantener una “conversación normal” aunque para mi era un momento excitante y absolutamente excepcional. Luego durante la actuación se transformó. La fuerza de su voz le otorgaba un poder descomunal. Volvimos a charlar después del concierto. Esta vez de contratos y dinero. Estaba incómodo con su productor, quería mandarlo a la mierda. Su manager le decía “pero entonces nos quedamos colgados del vacío” y el apuntó “ me da igual, ése es mi estado natural”. Me confesó “ es difícil trabajar con ésta gente al lado”.Luego volví a verlo tres o cuatro veces más e intercambiamos palabras de felicitación y agradecimiento después de conciertos en el Teatro Lope de Vega ( le regaló una púa rosa a mi hijo Julián) y en Casas de Cultura Municipales.
Hablamos alguna vez por teléfono. Los Cds que le regalé los escuchó por fin: “no estan mal” , “estan hechos con mucho gusto”. Claro que me hicieron feliz esos comentarios.
El año pasado le llamé el día de su cumpleaños. Le extraño que supiera la fecha y cuando me preguntó cómo la sabía, le dije que algunas pocas fechas de la Historia de España, me parecía que había que retenerlas. Se reía divertido. Me dijo que estaba trabajando en cosas nuevas. Le dije entonces que daría un dedo por poder verle a traves de un agujero en la pared, cuando estaba solo creando canciones. Me contestó que quizas me decepcionaría. Le pregunté por qué y después de un silencio, y con un tono serio me dijo “porque sufro mucho, hay momentos muy difíciles y lo paso muy mal”. Me soprendieron aquellas palabras. No supe que decir. Cuando estábamos hablando llamaron al portero automático de su casa y me dijo que esperaba a “su chica” para cenar juntos. Me despedí y como otras veces le ofrecí mi casa y unos días en Sevilla dentro de una familia normal. Él callaba y me anunciaba el próximo viaje a Sevilla. “Venga que tenemos ganas de disfrutar escuchándote, que sea pronto”.
Esperar su respuesta a un mensaje, o la expectativa de un nuevo concierto en algún lugar cercano me hacían sentirme muy bien. Lo consideraba dentro del grupo de gente con el que iba charlando en ésta larga caminata que es la Vida. Hilario no cambió. Para entender eso basta con mirar el patético recorrido otros, a pesar de que se hayan forrado dentro del cuadra Polanco. Me gustaba pensar que él hacía realidad el sueño de ser auténticos hasta el final.
Su muerte me unió a amigos que al escuchar la noticia se acordaron de mi. Tengo dentro de mi un hueco que todavía percibo. No he podido aún cantar o escuchar sus canciones.
Acabo de llegar a casa y al repasar los correos, las palabras de algún amigo, que a pesar de no haber visto hace años, también esta en ese grupo de caminata, me hicieron sentir otra vez la pena, la tristeza profunda por su ausencia (“soledad y silencio de no estar contigo”).
Encuentro también su último correo de 31 de julio: es un power point con una fábula sobre la amistad y un escueto: “Un abrazo. Hilario”. No lo contesté y ya no podré hacerlo. Me duele no haber tenido a tiempo la palabra precisa que le hubiera podido animar.
Ahora espero que pase la pena, que pueda dejar de darle vueltas a la cabeza y encontrar a éste tristísimo hecho algún sitio en mi corazón. Escucho a Leonard Cohen y busco consuelo.

Quizás, en la madrileña tarde silenciosa de agosto,
cuando buscaba un acorde en la penumbra de su cuarto,
Ella apareció y le propuso ir a su lugar junto al río
para oír los barcos pasar,
y le ofreció te y naranjas que habían llegado de la China...
y entonces él quiso viajar con ella y quiso viajar a ciegas,
sabiendo que Ella confiaría en él,
porque había tocado su cuerpo perfecto
con su espíritu.
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