sábado, diciembre 29, 2012

Año 2012: el Bosón de Higgs.(Diario de un paranoico razonable, 27)


(Post dedicado a mi amigo Javier Migliaccio, descubridor de las pinturas rupestres de las Cuevas de Altxerri, buscador incansable de certezas y codueño con todos vosotros de esta Tierra de Nadie)


Vivimos momentos de cierta confusión: es nuestra primera certeza. La necesidad de mantener un mínimo de autoestima nos empuja a no reconocerlo. Pero seamos honestos. Podemos empezar el análisis del año que se acaba, de la semana que termina o de la vida que se nos escapa a partir de cualquier otra convicción menos desconcertante, pero  no nos engañemos: conviene que la primera piedra tenga consistencia si quieres cruzar cualquier arroyo.

Buscando la segunda piedra repasaba las fotos del año y las reseñas-resumen que inundan los periódicos y los programas de televisión.

La cara del Presidente del Gobierno, sus frases equívocas y un tic de asombro instantáneo que aparece y desaparece de sus ojos. Es la expresión del desconcierto general. 

Las referencias sobre la economía y el curioso modo de resolver la situación reforzando la supervivencia de los agentes que la provocaron tampoco me ofrecen la mínima estabilidad que buscaba para dar el siguiente paso.

El secretario del Papa fue condenado por filtrar secretos, lo que además de mostrarnos las dificultades en cualquier empresa para la selección de personal, nos confirmó la existencia de un lado muy negro debajo de esas blancas vestimentas. Poco asiento para apoyar todo el peso del cuerpo.

Protestan todos por las medidas del gobierno. Se disfrazan, inventan coplillas de escaso ingenio, saltan y parecen divertirse. No es fácil entenderlo.

A punto darme la vuelta y renunciar a cruzar el charco, dispuesto a no tragar más milongas, engañifas y patrañas, me topé con algunas referencias científicas que pudieran por fin ofrecerme  esa "segunda certeza" con la que seguir caminando. Había ocurrido a mediados del año. El hallazgo precisamente se refiere a partículas elementales. El Bosón de Higgs. (¡Qué más te da de quién sea, si no sabes qué es un bosón!).

Dispuesto a entender por fín algo, con tiempo por delante, busqué explicaciones divulgativas. La denominación de este hallazgo resultaba atractiva para mentes limitadas para la física como la mía: "La Partícula de Dios".
Lo más grande y lo más pequeño a la distancia de un "de".
Apasionante. Vamos bien, me dije.

Leon Lederman, Premio Nobel de Física del año 1982 (junto con Martin Lewis Perl) parece ser el autor de esa expresiva denominación, capaz de poner en contacto lo sideral junto a lo infinitésimo, el cosmos y su pieza más pequeña. Este judío newyorquino dedica su vida, como un Gulliver obsesivo, a la identificación de partículas de materia subatómicas. Es decir, particulillas.
Cuando me entero de que esa brillante denominación fue una imposición del departamento de marketing de una editorial recupero la zozobra que estaba empezando a superar. Lederman escribió un libro sobre el particular bosón (sea lo que sea eso) que quiso titular "The goddman particle", cuya traducción es "La partícula maldita". Pero el editor consideró que la palabra "maldita" podría resultar insultante, lo que podría perjudicar las ventas, por lo que decidió cambiar el título por "The God particle", que se traduce como " La partícula de Dios", que quedaba mejor.

No vale de nada indignarse, querido lector. A mi también se me revolvieron las tripas pensando en la falta de respeto del niñato del departamento de marketing y el poco criterio del pesetero del Premio Nobel. Había llegado al Bosón de Higgs buscando certezas elementales y su denominación divulgativa me había ofrecido algunas pistas, aunque no en el sentido esperado. 

Tengo que seguir intentándolo. No puedo renunciar a seguir buscando partículas elementales donde poder apoyar el pié en vilo, pendiente del siguiente paso.

Entonces aparecieron los quarks: "arriba", "abajo", "encanto", "extraño", "cima" y "fondo". Son seis y se llaman así. Como lo oyes. Junto a estos simpáticos enanitos de la materia existen otros seis. El electrón, el mouon, el tau y tres tipos de neutrinos (estos últimos le han dado al cutre del premio Nobel antes referido su gloria científica).

Volvamos al bosón.
Dos equipos de científicos (6.000 en total) llevaban más dos años buscando el Bosón cuya existencia había anunciado el científico británico Peter Higgs hace 48 años. Al final apareció. Lo que hay que hacer es buscar bien las cosas. Claro que el hallazgo ha requerido de la inversión de miles de millones de euros, un inmenso acelerador de partículas (¿?) denominado Large Hedron Collider en el CERN en Ginebra.
Ya, bien, pero todo eso...

"Su descubrimiento salva un modelo que incluye doce partículas fundamentales que explican todas las fuerzas de la naturaleza salvo la de la gravedad", dice Francisco Anguita, geólogo de la Universidad Complutense de Madrid.
La verdad es que si el modelo no explica la fuerza de la gravedad...¡Es la única que tenía yo más o menos clara!.
Me temo que vuelve la zozobra.

La revista Nature reconoce que la partícula "no sirve para nada".
La angustía crece por instantes. A estas alturas del post no puedo renunciar al Bosón de las narices. Necesito una certeza que complemente la única que hasta ahora me ofrece cierta garantía ("vivimos momentos de cierta confusión"). La ciencia es un refugio seguro. Hay que continuar buscando.

Entonces encuentro al Profesor Francisco J. Ayala. No tiene nada que ver con el escritor fallecido.
Este es el científico español contemporáneo más importante.
Miembro de la Academia de Ciencias de EE. UU, de la Academia Americana de Artes y Ciencias y de la American Philosophical Society. Fue asesor científico del presidente Bill Clinton y presidente de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, que edita la revista Science.11 Doctor honoris causa de una veintena de universidades de diez países diferentes y miembro de numerosas academias de ciencias, entre ellas la de Madrid.
No es por nada.
Me siento seguro frente a un tipo como él que se muestra dispuesto a ayudarme.

Le pregunto abiertamente:

"Profesor, ¿por qué es tan importante la existencia del Bosón de Higgs?

Y él me contesta:

"Es el descubrimiento más relevante de los últimos cuarenta años. Su existencia es importante por ser la única manifestación de un campo invisible de fuerza cósmica que dota de masa a las partículas atómicas".

Toma ya.
Como dicen los chavales: ¡pam!.

Releo la frase y me esfuerzo por entenderla.
Es mi última oportunidad.
No hay prisa.Tranquilo.

"La única manifestación de un campo invisible". Es alucinante: una "manifestación invisible".

 "...fuerza cósmica que dota de masa a las partículas atómicas".

Ni Neruda, ni Machado, ni Borges; hacía tiempo que no leía algo tan poético.
Casi supera a Faemino y Cansado.

¿Se imagina, querido lector, una fuerza cósmica (no una fuerza cualquiera), aportando masa a partículas atómicas?, ¿cabe una paradoja mayor?, ¿es posible enfrentar de una manera más  despiadada a las palabras?

(...)

No se lo puede imaginar.
Claro, yo tampoco.
Puedo disfrutar de la frase como de un poema o una canción. Leída entre amigos, con dos copas, para partirte de risa.
Pero imaginarla como el Principio de Arquímedes no. No puedo. No me llega la imaginación.

Releo la frase una y otra vez.
¡Vamos! No puedes desanimarte ahora.

(...)

(...)
Lo siento, no la entiendo.
No quiero renunciar a la honestidad que me propuse.

Entonces compruebo la cita. Es el suplemento cultural de El Mundo de ayer en su página 42. Era día 28 de diciembre de 2012. Quizas eso lo explica todo. Era el Día de los Inocentes. No creo. No puede ser.

Vivimos tiempos de cierta confusión.
No es fácil encontrar otra certeza.

(Al menos la imagen es bonita).

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domingo, diciembre 16, 2012

""La cena" Herman Koch

Barcelona. (Agencias).- La Audiencia de Barcelona ha condenado a 17 años de prisión por un delito de asesinato a Oriol Plana y a Ricard Pinilla, los dos jóvenes que en diciembre de 2005, junto a un menor de edad, rociaron con líquido inflamable y quemaron viva a una mendiga en un cajero automático de Barcelona.


Una pareja normal mira la televisión y escucha la noticia de una indigente que ha sido quemada viva en el recinto de un cajero automático. Las imágenes que captaron las cámaras de seguridad no permiten identificar bien a los autores. Parecen jóvenes que después de golpearla se burlan de ella. No es posible ver sus rostros con claridad.
La pareja normal que mira el televisor reconoce sin ninguna duda a uno de ellos. Es su hijo. Se miran. No se dicen nada.
La realidad es lo que queremos que sea.Solo vemos lo que nos gusta ver.Aquello que contradice nuestros basamentos esenciales sobre los que se asienta la creencia de que somos algo valioso y en ningun caso pura mentira, no lo queremos ver, no existe.
"La cena" es una novela corta y efectista de un escritor holandes que nos pone delante de la empalagosa estupidez en la que estamos enfangados quienes tenemos la suerte de vivir en la parte más desarrollada del mundo.
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