domingo, marzo 25, 2012

El sufrimiento evitable.

Conforme pasan los años y más allá de la violencia controlada por policías y jueces, cada vez queda más al descubierto que los grandes holocaustos, las grab¡ndes matanzas son atribuibles a la injusta distribución de la riqueza y el desarrollo entre las naciones, y a la locura religiosa.

En el primer caso se trata de una violencia silenciosa que mata de hambre a miles de niños cada día sin que sea posible identificar la cara de los culpables. El sistema económico aparece como un fenómeno metereológico, ajeno a nuestra decisión. Se expresa y define mediante una combinación finita pero millonaria de relaciones jurídicas y económicas que no es seguro que pueda ser controlada, ni siquiera por quienes titulan la mayor parte de la riqueza mundial.

En el caso de la religión, tenemos pendiente repasar los muertos que a lo largo de la historia pueden anotarse en su haber. La semana pasada un muchacho musulman disparó contra los niños de una escuela judía y antes de ser abatido por la policía manifestó que fue "infinitamente feliz" mientra disparaba. Solo desde una profunda fe religiosa se puede entender semejante majadería.

Viktor Frankl fue un neurólogo austriaco, de origen judío, que sobrevivió a los campos de concentración nazis. Desde el conocimiento profundo del ser humano que le proporcionó la combinación de sus conocimientos científicos y su experiencia vital creo la logoterapia, que establece reglas de curación de las enfermedades mentales a partir de la identificación de un sentido para vivir. Su libro "El hombre en busca de sentido" es uno de los libros más leidos en Norteamérica.

"El sufrimiento no es en absoluto necesario para encontrarle un sentido a la vida. El sentido es posible sin sufrimiento o a pesar del sufrimiento. Para que el sufrimiento confiera un sentido a la vida ha de ser un sufrimiento inevitable, absolutamene necesario. El sufrimiento evitable debe combatirse con los medios oportunos; el no hacerlo así sería síntoma de masquismo, no de heroismo."


El Valle de Lágrimas, las penitencias mediante los más sofisticados sistemas y modelos de mortificación, los paraísos prometidos a quienes mueren por Alá y todas las formas de sufrimiento evitable promocionadas desde los púlpitos ahondan en una forma de masoquismo enfermizo que termina en expresiones tan incomprensibles como la del muchacho musulman. Se aproxima la Semana Santa y de nuevo la versión más Gore de la religión invadirá calles y, lo que es peor, las mentes y las conciencias.

Solo después de atravesar, manteniendo la cabeza bien alta, los campos de concentración, se está en condiciones de llamar masoquistas a quienes en toda la historia y en nuestra realidad actual lo son, aunque gocen de prestigio y predicamento social.
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