domingo, junio 12, 2011

Los perroflautas.


Y entonces, pasada la primera década del siglo XXI, en la plaza del barrio fueron llegando los que habían dejado el cole o el instituto, los que decidieron dejar de pedir dinero en casa ante la evidencia de que ya no había nada en el monedero, los que buscaron una vieja nave vacía para pasar la noche, las noches.

Los que sabían que ellos no tienen derecho al futuro.

El futuro pertenece a otros chavales que vivieron una infancia llena de películas de disney, que tuvieron castigos cuando no hacían los deberes, que llamaban al timbre de casa cuando llegaban de las clases porque en casa estaba su madre o su abuela. Esos chavales que vieron pasar con el chandal del colegio los sábados por la mañana temprano cuando iban a jugar los partidos de la competeción escolar y ellos volvían de otra noche de litrona.

En la plaza del barrio empezaron a encontrarse los otros jóvenes. Los que no dieron clase de tenis, ni tienen ni idea de que es el First. Salieron de una casa vacía sin nadie para despedirse. Se llevaron el material de camping que empezaron a utilizar en las primeras vacaciones con los amigos. Visten ropa de mercadillo y no tienen demasiadas ocasiones de encontrar una ducha a mano.

No tienen futuro, ni pueden imaginar otro mundo que los incluya también a ellos.
Un mundo sin dinero, con amigos.
Le acompaña un perro fiel y depistado.
Tocán la flauta y, a veces, el tambor.
Fabrican pulseras de cuero y abalorios de alambre y falsas piedras preciosas.

Jesús de Nazareth y los suyos.
Los saltimbaquis de la Edad Media.
Los revoltosos de mayo del 68, los hippies de "HAIR".
Bob Dylan y Bob Marley.
El movimiento punky, los postmodernos, los góticos.
Los skin, la moda de los piercing y los tatoos.
Los utras del equipo de fútbol local.
La litrona como modo de divertirse masiva y comunal capaz de convocar más jóvenes que todos los movimientos religiosos, todos los partidos políticos, asociaciones y agrupaciones juntas.

Tantos siglos buscando en los caminos y en los atardeceres un sentido a la vida , y finalmente todo termina en el rito de beber en corro una litrona de cerveza.

Juventud, poco dinero y muchos amigos, fútbol y música en auriculares, litronas y besos...por delante el vacío.


Los perroflautas agrupan a los jóvenes que no caben en un mundo pequeño y agonizante. (El hallago de la denominación, entre simpática y despectiva, no puede servir para ocultar la realidad estremecedora de tantos miles de jóvenes sin futuro, felices con litrona, fuera de plano y sin ganas de seguir jugando a votar cada cuatro años).


La punta de lanza, la vanguardia de esa juventud, los más preparados, los que saben lo que hacen, se agrupan en el movimiento Anonymous.
La policía les ha nombrado ya mensajeros de un nuevo mundo al "detener a su cúpula"
Atención.



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