"El Juez Estrella"
Probablemente a su familia y amigos, en la paella del domingo, cuando inevitablemente se convierte en el centro de la reunión, les asegurará que se siente muy incómodo con su creciente popularidad. Es fácil que incluso delante del espejo se intente convencer a sí mismo de que actúa desde la mayor sencillez, guiado únicamente por el más escrupuloso cumplimiento de la Ley, entendida por supuesto, como norma objetiva y fría como una piedra. Resignado, confesará en el café de media mañana que lo peor de todo es la prensa que no te deja en paz, que si fuera por él, le gustaría pasar desapercibido, que nadie conociera su nombre, que no le recocieran por la calle. Éste es el perfil psicológico, así es como siente y como se expresa en la intimidad un auténtico "Juez Estrella".
Lo cierto, la verdad, entre tu y yo, es que está encantado de haberse conocido. El foco ha perturbado su percepción de la realidad y, pasados unos meses sin un titular, sin una foto, sufre algo parecido al síndrome de abstinencia, y a la primera ocasión que puede, casi sin querer, se arroga el conocimiento de un nuevo asunto con relevancia pública o dicta una resolución pensando más en el titular de prensa que provocará que en código que debe aplicar.
El Juez Estrella se caracteriza por una deficiente formación técnica desde la que realiza un análisis de sus asuntos bastante vulgar, elemental y populista. En el desarrollo de su trabajo, lejos de valorar los expedientes conforme a criterios profesionales, se pone al frente de la manifestación, se sitúa en cabeza de algún movimiento social o político, y desde esa posición utiliza sus atribuciones legales ad pompam vel ostentationem, es decir, a la mayor gloria de su cuerpo gentil. De ese modo se erige en salvador de alguna causa, incluso de la patria, a la que hay que preservar de los malvados corruptos o, en casos especialmente agudos, se cree salvador del mundo, y confunde su propio ego con lo que denomina Justicia Universal (se han dado casos).
El Juez Estrella sabe que sus grandilocuentes resoluciones, aunque sean imprecisas y pobres técnicamente, han conseguido el favor de este o aquel sector político o de la prensa y de la opinión pública. Protegidos en esa trinchera, aumentan, si cabe, su impunidad ya que cualquier crítica pública a su actuación será inmediatamente retransmitida como ilícita presión, como sucia maniobra de desprestigio promovida por los malos que intentan detener su insobornable lucha contra los peores delitos.
El Juez Estrella es siempre un juez de instrucción, figura procesal arcaica y residual en los sistemas procesales europeos, caracterizada por atribuir a una persona el privilegio de actuar como una parte acusadora con capacidad de dictar autos a favor de sí misma. Así cualquiera. Si además sus resoluciones son revisadas por excelentes y queridos compañeros, que fueron antiguos jueces de instrucción (qué tiempos aquellos), ni te cuento. Porque aunque ser Juez Estrella es un mérito muy personal, se trata una figura cada vez más frecuente en nuestra realidad judicial, que se crea y alimenta por la actitud de otros jueces, por la distancia y la pasividad de los servicios de inspección del Consejo General del Poder Judicial y por la prudencia de la Fiscalía. Los abogados también participan en la creación y desarrollo del fenómeno. A veces se ven en la orilla buena y. otras veces, cuando sus clientes son víctimas, temen despertar su soberbia.
Lo peor son las consecuencias. El Juez Estrella suele tener como efecto directo y cotidiano de su actuación una verdadera masacre de garantías y derechos procesales que, años después, cuando ya ha destrozado vidas y haciendas, queda al descubierto con sentencias absolutorias y nulidad de las actuaciones. En ese momento aparece la pregunta sin respuesta de quien reparará esos destrozos personales, familiares, profesionales y patrimoniales.
El Juez Estrella, lo negaría aunque lo mataran, pero lo cierto es que trabaja para la galería. Siempre se refiere en sus resoluciones a "indicios", pero es incapaz de atribuir la más mínima provisionalidad a sus sospechas ya que en la defensa de sus hipótesis empeña su propio prestigio. Las afirmaciones de cada una de sus resoluciones, al hacerse públicas por la prensa que le jalea, a pesar de adjetivarse como "indiciarias", son tenidas inmediatamente por el público como verdades con el marchamo judicial. Esas afirmaciones “indiciarias”, finalmente cristalizan en dogmas que el Juez Estrella se empeñará en fabricar y mantener como sea para no hacer el ridículo delante de toda la gente que antes le ha vitoreado por ellas. El Juez Estrella no trabaja en su juzgado para investigar la verdad sino para crearla. Solo escucha lo que le conviene, solo transcribe lo que le interesa. Todo lo que contradice sus interesadas sospechas, son para él argucias de los abogados de la defensa, esos pobres profesionales que tienen que ganarse la vida chapoteando en el fango del delito y que se pasan el día abusando de los recursos y obstaculizando sus nobles y aplaudidas investigaciones.
El Juez Estrella, lo negaría aunque lo mataran, pero lo cierto es que trabaja para la galería. Siempre se refiere en sus resoluciones a "indicios", pero es incapaz de atribuir la más mínima provisionalidad a sus sospechas ya que en la defensa de sus hipótesis empeña su propio prestigio. Las afirmaciones de cada una de sus resoluciones, al hacerse públicas por la prensa que le jalea, a pesar de adjetivarse como "indiciarias", son tenidas inmediatamente por el público como verdades con el marchamo judicial. Esas afirmaciones “indiciarias”, finalmente cristalizan en dogmas que el Juez Estrella se empeñará en fabricar y mantener como sea para no hacer el ridículo delante de toda la gente que antes le ha vitoreado por ellas. El Juez Estrella no trabaja en su juzgado para investigar la verdad sino para crearla. Solo escucha lo que le conviene, solo transcribe lo que le interesa. Todo lo que contradice sus interesadas sospechas, son para él argucias de los abogados de la defensa, esos pobres profesionales que tienen que ganarse la vida chapoteando en el fango del delito y que se pasan el día abusando de los recursos y obstaculizando sus nobles y aplaudidas investigaciones.
La figura del Juez Estrella, era propia del entorno judicial madrileño, pero como el metro, ahora ha aparecido también en provincias. Acompañado de algún policía estrella y arropado por el sector de la prensa que ven sus intereses políticos y sociales beneficiados por sus cruzadas, el Juez Estrella es en mi opinión, la mayor amenaza institucional actual para nuestro sistema de libertades y derechos civiles. Amparados por sus corifeos y desde la superioridad moral de quien no puede sujetarse a la Constitución pues tiene La Ley, El Orden y El Bien de su parte, arrasa los principios jurídicos más elementales, destrozando familias y patrimonios desde la más absoluta impunidad, solo comparable a la de un periodista.
Pero mucha atención amigo. Cuidado con los monstruos que alimentamos, porque nunca sabes si un buen día tú también vas a recibir una citación del juzgado. Entonces, si no conoces al juez, puedes estar tranquilo (dentro de lo que cabe). Pero si te llama un Juez Estrella, prepárate.
(Artículo de prensa que no pudo ver la luz en España siendo el mes de abril de 2011 por razones de prudencia y para evitar consecuencias negativas para quien fuera su autor o su entrono profesional)
2 Comments:
Leido tu´ esposicion sobre EL JUEZ ESTRELLA,debo decirte que la comparto contigo totalmente.He conocido alguno en ese momento de Paella, no de domingo pero si de comida de pago de...EGO.Con sus acolitos y palmeros. TE FELICITO.Te suelo seguir en tu blog porque te he descubierto hace unos meses y me emociona pensar que las personas que te educaron a ti a mi tambien me inculcaron grandes principios.
Leido tu´ exposicion sobre EL JUEZ ESTRELLA,debo decirte que la comparto contigo totalmente.He conocido alguno en ese momento de Paella, no de domingo pero si de comida de pago de...EGO.Con sus acolitos y palmeros. TE FELICITO.Te suelo seguir en tu blog porque te he descubierto hace unos meses y me emociona pensar que las personas que te educaron a tí a mi también me inculcaron grandes principios.
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