lunes, junio 28, 2010

Para la Libertad.


En la libertad del individuo para ordenar su vida a su antojo, siempre que no moleste o limite la libertad de los demás, esta la clave. Esta máxima señala la línea roja y, no hay trampa ni cartón: o estas a un lado o estas a otro.

Desde el inicio de los tiempos, quienes detentan el poder encontraron las justificaciones más dispares para desposeer al individuo de esa facultad de autoderminación que le define frente a otras especies, le permite ser como es y no un sucedáneo.

Los últimos tiempos nos ofrecen ejemplos significativos de una nueva justificación para establecer prohibiciones que inciden y limitan de manera descarada en esa libertad de autodeterminmación: la necesidad de protegernos de nosotros mismos. Se vislumbra detrás de esta nueva angélica forma de no dejarnos tranquilos la concepción del cuidadano como un ser incapaz de cuidar de su salud, al que el Estado, padre y madre al mismo tiempo, tiene que cuidar.

Por encontrar un ejemplo rápido y sencillo, podemos fijarnos en la obligación de llevar el cinturón de seguridad cuando viajamos solos en nuestro coche. Es evidente que en ningún caso, al no ponérnoslo podemos limitar o afectar la libertad de los demás. Lo que esta en juego es nuestra propia salud y, el Estado, padre y madre al mismo tiempo, (ahora que la maternidad es una especie de desgracia que hay que sobrellevar y la paternidad un delito de machismo en grado de tentativa), se encarga de cuidar de nuestra salud y, como si fuéramos niños o incapaces, si nos ponemos el cinturón, nos castiga. Con argumentos de idéntico fundamento, podrían prohibirse los deportes de riesgo como el montañismo, el motociclismo o las carreras de fondo por el desierto.Todo llegará

Pero el Estado, convertido en Padre y Madre al mismo tiempo, duro para el castigo y permanentemente en vela por nosotros, incapaces de cuidarnos solitos, no solo asume la obligación de asegurarse que nos enganchemos al cinturón al subir al coche, para evitarnos daños físicos. En su espiral insaciable, ahora también se ha propuesto cuidar de nuestro espíritu y va a prohibir que las mujeres que tapan su rostro conforme a normas de su religión, puedan hacerlo. Han encontrado la frase e, inventada la frase lo demás viene detrás: tienen que liberarlas de las “cárceles de tela” que las oprimen.

Es obvio que quien tapa su rostro conforme a una creencia religiosa, no comparte mi visión del mundo, pero tengo la certeza de que no afecta a mi libertad, ni a la libertad de nadie. Y en mi foma de ver las cosas, ejerce una libertad de creer y de vestir que a mi no solo no me molesta, sino que me interesa preservar.

Se inicia con las posturas prohibicionistas de atuendos religiosos que comienzan a imponerse una especie de puritanismo “democrático” que olvida principios elementales que teníamos claros: cada uno viste como le da la gana. Posiciones políticas e ideológicas profundamente corrosivas para la regla de la libertad como norma esencial en la organización de nuestras sociedades vienen a convencernos de sus disparates, otra vez, ""por nuestro bien".

Malos tiempos se avecinan.

Siempre nos quisieron manejar, eso no es nuevo.

La mansedumbre cercana a la idiocia con que nos adaptamos felices a cada vuelta de tuerca, sin embargo, no tiene antecedentes.

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