Machismo Asesino versus Elogio de La Despedida.
La apelación al “machismo criminal” como explicación del incesante incremento del número de mujeres muertas a manos de sus parejas, aún admitiendo que ofrece una sonoridad retórica indudable, supone un planteamiento simplista del fenómeno que, lejos de salirse de la espiral diabólica que toda expresión de violencia provoca, la refuerza desde el polo opuesto y, por ello la incrementa. El planteamiento de la actual y profunda crisis de la pareja, como una guerra abierta en la que las leyes del estado deben reforzar la posición de la parte femenina, lejos de ofrecer soluciones, incrementa la tensión, aviva las llamas de este incendio. Por otra parte, conforme a principios irrenunciables, la máxima amenaza que puede utilizar el Estado, es la pena de prisión y esta resulta en la mayoría de los casos insuficiente e ineficaz para detener el acceso de furia o rencor que impulsa la mente y la voluntad del asesino. De hecho, habitualmente el autor asume su propia condena pues ni siquiera se esconde. Otras veces incluso se auto-sanciona con matemática simetría cuando, después de matar, se suicida.
La legislación puesta en marcha (Ley Orgánica 1/20004 de 28 de diciembre de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género), parte de la explicación del fenómeno como una lucha de poder entre hombres y mujeres. Así su Exposición de Motivos comienza afirmando “La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión.”
Este instrumento legal, que pretendía ofrecer soluciones al fenómeno de la violencia sufrida por las mujeres, lejos de alcanzar sus propósitos, ha provocado un efecto contrario como el incremento de la cifra de mujeres asesinadas a manos de sus parejas acredita. Siguiendo el planteamiento de la ley podría argumentarse, de contrario que la única causa de ese incremento es el aumento del instinto criminal en los hombres a quienes resulta insoportable el aumento de derechos, el fortalecimiento de la posición de poder tras la liberación de su ancestral yugo por parte de las mujeres. Y así la espiral continuará su vertiginoso giro.
La legislación puesta en marcha (Ley Orgánica 1/20004 de 28 de diciembre de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género), parte de la explicación del fenómeno como una lucha de poder entre hombres y mujeres. Así su Exposición de Motivos comienza afirmando “La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión.”
Este instrumento legal, que pretendía ofrecer soluciones al fenómeno de la violencia sufrida por las mujeres, lejos de alcanzar sus propósitos, ha provocado un efecto contrario como el incremento de la cifra de mujeres asesinadas a manos de sus parejas acredita. Siguiendo el planteamiento de la ley podría argumentarse, de contrario que la única causa de ese incremento es el aumento del instinto criminal en los hombres a quienes resulta insoportable el aumento de derechos, el fortalecimiento de la posición de poder tras la liberación de su ancestral yugo por parte de las mujeres. Y así la espiral continuará su vertiginoso giro.
Vengo aquí, en esta Tierra de Nadie a proponer un nuevo planteamiento del fenómeno de amor y muerte que cada semana nos sobrecoge. Sugiero partir de la idea de que desde el principio de los tiempos, la relación entre un Hombre y una Mujer, ha contenido una energía telúrica y descomunal, capaz de provocar el movimiento del cosmos. En ese ciruito de altísima tensión un día salta la chispa. En ese momento decisivo, proclamo la conveniencia de abrir caminos al entendimiento, motivos para la calma, técnicas para el aprendizaje del perdón y el olvido. Lejos de aceptar la explicación del fenómeno como una guerra de poder inevitable e histórica, consecuencia necesaria de la progresiva liberación de la Mujer, aparece la posibilidad de contemplar esa tensión electrica y venenosa como conflicto eterno que puede enfrentarse desde la imaginación, la razón y el entendimiento. Y así, poner la inmensa maquinaria del Estado en la dirección contraria: procurando el fomento del aprendizaje y la proclamación de la despedida pacífica, como hecho posible y única salida inteligente.
La Despedida como desmentido concreto y necesario a la ancestral creencia en la indisolubilidad del vínculo que el planteamiento de la guerra paradogicamente perpetúa, al tensar el conflicto haciendo posible y trágicamente frecuente el negro pronóstico con el que tantas parejas iniciaron su camino: hasta que la muerte os separe.
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