¿A qué lugar regresarás?

A la tierra.
A ése lugar regresaré.
Ya sé que parece fría, húmeda, distante. Pero guarda secretos que la indiscreta primavera pregona cada año.

Así que, no me explico cómo, pero el misterio de la Vida late ahí debajo.

Allí, en el lugar donde regresaré algún día.

Minúsculos elementos, se mueven imperceptiblemente en las entrañas de cada terruño que pisas, con una sabiduría ancestral, con una paciencia de siglos. Combinaciones de átomos desconocidos, se unen y separan con rigurosa exactitud, provocando impulsos de una energía antigua, inapelable.

Allí dentro, se desperezan en pliegues invisibles los dulces y tenues pétalos de las amapolas, las infinitas gotitas de rocío ácido que contiene una naranja. Allí se fragua la perfecta serenidad de una encina. Alli se diseña la psicodélico corazón de una sandía o de una cebolla.

Parece negra, áspera, inerte. Pero cuando se extiende y recibe la lluvia, esconde mil duendecillos que imaginan el dibujo sencillo y perfecto de una espiga.

Allí regresaré un día para sentir su abrazo cálido, incondicional y, sobre todo, definitivo.
Algún día, cuando todos se hayan ido y se haga el silencio, sentiré ese rumor escondido y ardiente que procede del centro incandescente, y su calor, maternal y definitivo, germinará mi carne y seré tierra.
Al fin, de vuelta a casa.

(Post dedicado a mi amigo FM, en el inicio de su aventura ¿A qué lugar regresarás?)