Uno de los nuestros.
Pertenece Rafael a ese grupo de pensadores españoles cada día más abochornados de serlo, a la vista de la oleada de estupidez que recorre desde hace un par de décadas nuestra geografía. Sabe este maestro de la palabra y el argumento que no es un fenómeno originariamente español, pero esta constatación no le consuela. Por el contrario, como conserva la dignidad de quien asienta su criterio en una vasta cultura, le parece todavía más detestable el hecho de que la pandemia de bobería que sufrimos se deba en gran parte a la tendencia propia de catetos de considerar mejor lo que viene de fuera, no digamos si procede del mundo anglosajón y no permite ser traducido.
Un día, en el hall del CM Chaminade un compañero me dijo: "¡Mira, aquel es Ferlosio, el de El Jarama!". Desaliñado, estaba sentado en un banco, mirando al vacío, como obnubilado. Después conocí su excepcional talento con su explicación sobre el fundamento de las garantías del proceso penal, escondida en uno de los párrafos de su epílogo al libro "Amedo, el Estado contra ETA" (investigación periodística sobre el fenómeno de terrorismo de Estado de los GAL) y en un artículo de prensa en el que, a propósito de uno de esos crimenes típicos en la España profunda, reflexionaba sobre la capacidad de las armas en sí mismas, de provocar un asesinato. Descubrí a este hombre inteligente y honesto capaz de escribir un castellano perfecto.
He disfrutando este verano con la lectura de su ensayo "Non Olet". Tenía ganas de leerlo dede que la brutal crítica de un mediocre me diera motivos para dedicar a tan agresivo detractor un homenaje inverso en un post en mayo de 2007. En este libro, Rafael nos ofrece una reflexión acerca de mundo mercantilizado que vivimos llena de sagaces intuiciones y propuestas, en donde entre otras muchas luces, encontré claves que hace tiempo buscaba para entender el fenómeno de La Publicidad que inunda nuestra realidad cotidiana (lo que más cuesta de algunos productos es el anuncio).
Así como resulta gozoso contemplar a un virtuoso del violín o algunos de los puntos más discutidos entre Nadal y Federer, la lectura de cualquiera de los ensayos de Rafael nos ofrecen la oportunidad de disfrutar admirando su magistral modo de utilizar el castellano y la limpieza afilada de su inteligencia. Hay veces que, como en la repetición de un gol, tienes que volver atrás y releer otra vez la estructura impecable de una de sus argumentaciones, para volver a degustarla.
Es un tipo raro, pervertido, incluso peligroso: le gusta pensar y escribir. Mira con recelo a toda forma de poder y no soporta ni los comportamientos impostados ni los gregarios. No pertenece a ninguna "cuadra" ideológica ni editorial: todos saben que siempre escribirá y dirá lo que le dé la real gana.
Todos estos méritos hacen que sea uno de los nuestros.
Rafael, aquí tienes tu casa, en esta Tierra de Nadie, refugio de inadaptados que se consuelan con la Palabra para sobrevivir, aunque sea a duras penas, en este triste momento en el que hemos alcanzado un índice sin precedentes de tontos por kilómetro cuadrado.
Un día, en el hall del CM Chaminade un compañero me dijo: "¡Mira, aquel es Ferlosio, el de El Jarama!". Desaliñado, estaba sentado en un banco, mirando al vacío, como obnubilado. Después conocí su excepcional talento con su explicación sobre el fundamento de las garantías del proceso penal, escondida en uno de los párrafos de su epílogo al libro "Amedo, el Estado contra ETA" (investigación periodística sobre el fenómeno de terrorismo de Estado de los GAL) y en un artículo de prensa en el que, a propósito de uno de esos crimenes típicos en la España profunda, reflexionaba sobre la capacidad de las armas en sí mismas, de provocar un asesinato. Descubrí a este hombre inteligente y honesto capaz de escribir un castellano perfecto.
He disfrutando este verano con la lectura de su ensayo "Non Olet". Tenía ganas de leerlo dede que la brutal crítica de un mediocre me diera motivos para dedicar a tan agresivo detractor un homenaje inverso en un post en mayo de 2007. En este libro, Rafael nos ofrece una reflexión acerca de mundo mercantilizado que vivimos llena de sagaces intuiciones y propuestas, en donde entre otras muchas luces, encontré claves que hace tiempo buscaba para entender el fenómeno de La Publicidad que inunda nuestra realidad cotidiana (lo que más cuesta de algunos productos es el anuncio).
Así como resulta gozoso contemplar a un virtuoso del violín o algunos de los puntos más discutidos entre Nadal y Federer, la lectura de cualquiera de los ensayos de Rafael nos ofrecen la oportunidad de disfrutar admirando su magistral modo de utilizar el castellano y la limpieza afilada de su inteligencia. Hay veces que, como en la repetición de un gol, tienes que volver atrás y releer otra vez la estructura impecable de una de sus argumentaciones, para volver a degustarla.
Es un tipo raro, pervertido, incluso peligroso: le gusta pensar y escribir. Mira con recelo a toda forma de poder y no soporta ni los comportamientos impostados ni los gregarios. No pertenece a ninguna "cuadra" ideológica ni editorial: todos saben que siempre escribirá y dirá lo que le dé la real gana.
Todos estos méritos hacen que sea uno de los nuestros.
Rafael, aquí tienes tu casa, en esta Tierra de Nadie, refugio de inadaptados que se consuelan con la Palabra para sobrevivir, aunque sea a duras penas, en este triste momento en el que hemos alcanzado un índice sin precedentes de tontos por kilómetro cuadrado.
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