martes, mayo 22, 2007

Un homenaje muy merecido.

Recuerdo su figura de mendigo en los alrededores del Colegio Mayor y el cuchicheo entre nosotros al identificarle: es Sánchez Ferlosio, el de “El Jarama”. Sin apenas ningún dato más, aquel personaje me resultó atractivo. Algunos textos en forma de breves y densos ensayos sobre cualquier cosa y, sobre todo sobre la violencia, me descubrieron un escritor riguroso, profundo e inteligente. Pero sobre todo un pensador inclasificable y honesto, es decir, una especie en extinción.
Hoy leo en “El País” una entrevista suya con interés. Difícil marco para su pensamiento matizado y distinto que requiere de cierta extensión y detenimiento. Después busco textos y datos en Internet, y empiezo a esbozar un post, quizás en forma de entrevista o de confesión, ya veremos. Sigo buceando y saldrá lo que sea. Y se sabe que, cuando escribes algo, la primera palabra la pones tú, pero las demás nunca sabes de donde salieron.

Releo sus referencias, sus premios y las críticas de uno de sus últimos ensayos (“Non Olet”). Me sorprende la agresividad de una de ellas. No lo he leído, pero el crítico no duda en calificar este texto como un cúmulo de disparates, descalificando a mi admirado Ferlosio, a quien tacha de ignorante heredero de José Antonio Primo de Rivera y Marx, al mismo tiempo.

Este crítico se llama Fernando Serra. Me pregunto quién será y lo busco. Aparece su rostro( que te mira mientras lees esto) y su bibliografía en la página de la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra: Ingeniero Industrial por la Universidad de Cataluña y profesor Asociado de Producción, Tecnología y Operaciones de Dirección en la Universidad de Navarra. Aunque no localizo premios ni trayectoria que den fundamento y autoridad a su trato cruel al entrañable Ferlosio, su perfil y los méritos que localizo en tan significativa localización universitaria, empiezan a sugerirme la idea de prestarle mi blog para un muy merecido homenaje.
Entonces es cuando busco textos y encuentro un artículo que por su sorprendente contenido recomiendo a mis lectores, con el interesante título de “El origen de la riqueza y la permanencia de la pobreza”. En él ofrece muy distintas explicaciones a temas diversos que, sin duda, merece la pena conocer y meditar. Pero por si acaso no tuviera tiempo, mi querido lector, trascribo solo el párrafo referido al por qué de la desastrosa situación del continente africano y su original propuesta de solución:

"En efecto, el espectacular crecimiento de la población en los países subdesarrollados hace difícil romper el círculo vicioso de la pobreza. Lo más grave es que ha quedado roto el equilibrio "natural" entre desarrollo económico y demográfico. En las sociedades agrarias precapitalistas, la población crecía poco porque la alta tasa de natalidad se contrarrestaba con la también alta mortalidad, infantil sobre todo, y con las epidemias y hambrunas que periódicamente aparecían. La mejora del nivel de vida que trajo consigo la industrialización capitalista hizo que la mortalidad bajara drásticamente y creció consecuentemente la población. Sin embargo, la explosión demográfica europea del siglo XIX alcanzó como mucho el 1 por ciento de crecimiento anual, mientras que los PIB de las economías más dinámicas, como las del Reino Unido y Alemania, aumentaban entre el 2 y el 3 por ciento de media anual. Es decir, población y economía guardaban un equilibrio, o, dicho de otra manera, la riqueza crecía lo suficiente para mejorar la vida de casi todos los habitantes y para soportar un crecimiento sin precedentes de la población. Incluso las sociedades agrarias precapitalistas mantenían, aunque de forma brutal, un cierto equilibrio: apenas aumentaba la población porque la falta de alimentos y de asistencia sanitaria provocaba un gran número de muertos.Nada de esto sucede en las sociedades agrarias que todavía perduran, es decir, en las regiones más empobrecidas. La población africana crece al 4 por ciento desde el año 1960, lo que ha multiplicado casi por tres el número de habitantes en estos 40 años (la población europea "sólo" se dobló en todo el siglo XIX), mientras que su economía está desde entonces prácticamente estancada. Aunque sea duro reconocerlo, la intervención humanitaria externa es la "culpable" de que población y economía ya no acoplen sus ritmos. La labor de los organismos internacionales y de las ONG’s ha resultado relativamente eficaz en la mejora de la sanidad (vacunaciones masivas para erradicar las enfermedades infecciosas y parasitarias, y ello a pesar del efecto devastador del SIDA) y, en consecuencia, la mortalidad ha bajado (la de África es ahora la mitad que la europea a principios del siglo XIX).

“…”
Pero la historia del capitalismo demuestra también que, si se pretende trasladar los estándares laborales y sociales vigentes en los países industrializados a los menos desarrollados (trabas, por ejemplo, al dumping social o al trabajo infantil), se impide a éstos aprovechar sus ventajas comparativas en bajos salarios o en menores niveles de protección social. Las mejoras en estos campos deberán ser paulatinas y paralelas al desarrollo económico. En esta carrera no existen atajos y el país que intenta tomar uno vuelve al pelotón de cola. Para que la pobreza no permanezca más, se necesita, en pocas palabras, un capitalismo tan puro y duro como el que originó la riqueza.

Quede constancia para conocimiento público.
Estas ONGs, no se dan cuenta del daño que hacen.
Don Fernando, aquí un amigo.
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