jueves, junio 07, 2012

Non olet y el animal falsificado.




Cuenta la leyenda que Tito, hijo del Emperador Vespasiano, reprochó a su padre que estableciera un impuesto por utilizar los servicios públicos. Tras la primera recaudación, su padre le acercó unas monedas a la nariz y le preguntó si le molestaba el olor. Cuando contesto "non olet", el padre añadió con media sonrisa: " y sin embargo es producto de la orina".

Sirve aquel lejano sucedido para dar título a un ensayo en el que el Gran Ferlosio (Rafael Sánchez Ferlosio) reflexiona sobre lo que nos pasa. Es una pena que las ocupadas mentes de banqueros y políticos, no tengan espacio para  quienes ofrecen materiales tan valiosos para abordar colectivamente la tarea de entender lo que está pasando.


Para encontrar soluciones, deberíamos entender cuál es el problema. No parece que si enciende el piloto del coche que nos indica que se quedó sin aceite, la solución sea reponerlo si al poco de reponerlo, se vuelve a enceder. Habría que buscar por dónde se produce la pérdida. La frenética producción diaria de decisiones y noticias, en foros políticos y financieros, permite albergar la sospecha de que nos pasamos el día reponiendo el aceite sin tiempo para pararnos y buscar la fuga.

Rafael Sánchez Ferlosio desde una distancia con la realidad que solo saben establecer los sabios, en un castellano magistral, ofrece  descripciones, reflexiones y argumentos lúcidos, oportunos, directos y demoledores. El capítulo "Homo Emptor" se ocupa del efecto de una sociedad organizada alrededor del consumo o de la producción, en los hombres que la conforman. La Publicidad generadora de la necesidad del consumo se convierte en pieza clave del mecanismo de producción/consumo, cuando el segundo elemento se desliga de necesidades vitales, reales. Entonces lo más caro de fabricar un producto es  el anuncio, sin el que no hay nada que fabricar. Esta espiral que alimenta el sistema termina obligando a un consumo sin límite, prefacio "del problema del sobre-endeudamiento".

Pero desde Vespasiano, hemos conseguido/aceptado desligar la economía de la realidad, convirtiéndola en una especie de fenómeno metereológico, mecanismo ciego, sin posible control, que ahora nos amenaza a muchos y agrede a la mayoría,  dejándonos sin trabajo, sin dignidad, sin vivienda y sin comida.

Habrá que retomar el control y, superando la frase ingeniosa de Vespasiano, recordar que aunque las monedas no huelan, los acontecimientos económicos son fruto de decisiones, reglas y principios que pueden ser revisados o abolidos. Habría que dejar dejar de ser meras piezas de un engranaje que fue creado por nosostros y se nos ha vuelto en contra.

"El don de la palabra hizo que el hombre se expatriara para siempre de la naturaleza; por eso la artificiosa y fraudulenta invocación de la naturaleza, de una "armonía natural", para fundamentar la economía ha terminado por convertir al hombre en un producto de la publicidad, que se le ofrece por teatro y por espejo en que fingirse, exhibirse y contemplarse, haciendo de él un animal falsificado, una figura cabalmente inversa, pero no menos ridícula y sangrantemente degradante a la de un chimpance de circo en camiseta y con gorra de visera, o la de un oso de zíngaro bailando a son de pandereta o aun la del mismo aleccionado y malhablado loro de la barbería".

¡Grande Ferlosio!.

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