Eros y Tánatos, hoy.
La historia repetida del marido que tras matar a su mujer se suicida renueva en nuestros días la vieja pulsión entre eros y tánatos .La novedad pudiera consistir en la aparición ahora como factor detonante, de un planteamiento dominante de la relación entre el hombre y la mujer , como una competición, que deriva en auténtica Guerra de Poder. El soporte social y gran parte del guión de la tragedia se fragua ahora a partir de una legislación que con el inicial propósito de promover la igualdad de los sexos, llega hasta la defensa de una discriminación positiva incluso en normas penales a favor del femenino como modo de contrarestar la tradicional inclinación contraria. Subproductos legislativos que el tiempo se encargará de denostar para vergüenza de sus autores se desarrollan entre nosotros a lo largo de los últimos años considerando a la mujer como ser incapaz de dirigir su vida, necesitado de tutela permanente, como los niños o los discapacitados. El demencial proceso culmina, por ahora, con normas penales que consagran la intromisión del Estado en las relaciones más familiares e íntimas.
Desde los Poderes Públicos a impulso de asociaciones feministas, defensoras de planteamientos tan agresivos como “infantiloides”(una película de buenos y malos), que han convertido la liberación de la mujer en fuente inagotable de poder y dinero, se fomenta el planteamiento bélico que cala en la población y se hace visible en el parte de guerra ofrecido cotidianamente en el telediario.
Eros y Tánatos, se hacen presentes y alcanzan su máximo fulgor cuando ÉL después de dar muerte a ELLA que era o fue su amor, se quita la vida, perdido ya el control y la voluntad, convertido en personaje en la nueva versión de la vieja tragedia griega, renovada por los siglos de los siglos gracias a una institución bien organizada y bastante influyente: hasta que la muerte os separe.
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