España, Otoño 2006. Conspiraciones.
Lo cierto es que el sistema democrático debía caracterizarse por la transparencia y el control de los poderes públicos por el juicio supremo y soberano de la voluntad popular. A éstas alturas, ni siquiera resulta creíble que caminemos hacía esos propósitos. Más bien evolucionamos en dirección contraria. Resulta que en la sociedad de los mass-media percibimos que quien nos informa, lejos de sentir el más mínimo compromiso con el rigor y la profesionalidad actúa por intereses inconfesables. Resulta también que la “voluntad popular” puede ser manejada por la acción consciente y concertada de poderosos grupos de comunicación. Así, los resultados electorales terminan dependiendo de la voluntad de cuatro jerifaltes de la información, que han hecho del periodismo una rentable “fábrica de opinión pública”, capaz de ensalzar al más ruin o vilipendiar al más honrado y que gran parte de la población los crea.
Como si de una película de Woody Allen se tratara, en unos cuantos salones enmoquetados de Madrid, conspiradores de uno y otro bando discuten sus próximas estrategias informativas.
Después de dejar ceremoniosamente su eterna copa de Martini, aceituna incluida, el Subsecretario responde al Director de Periódico que le acaba de confirmar la reunión de unos líderes de la oposición con un conocido periodista: “ ¿Cómo pueden éstos tipos llamarnos conspiradores?".
Un discreto banquero rompe el silencio: “ Esta gente me va a obligar a hacer unas cuantas llamadas”, dice al tiempo que saca su móvil dorado de última generación, ante el asombro de los demás.
” Quizá eso sería mejor dejarlo para más adelante” , sugiere el perspicaz ex ministro, asiduo a la reunión.
Mal olor, muy mal olor.Un nuevo síntoma de que nuestro sistema político no pasa por momentos de buena salud. Si gran parte de la población está convencida de que sus gobernantes son sólo “malos actores”, la sospecha de que hemos vuelto a la política a puerta cerrada puede generalizarse.
Triste espectáculo si te queda un gramo de ilusión por un sistema democrático.
- “ A mi lo que me jode es que me suban la hipoteca”.
- ¿Cómo?
- ...lo de la hipoteca.
- Ya.
Mal olor, muy mal olor.Un nuevo síntoma de que nuestro sistema político no pasa por momentos de buena salud. Si gran parte de la población está convencida de que sus gobernantes son sólo “malos actores”, la sospecha de que hemos vuelto a la política a puerta cerrada puede generalizarse.
Triste espectáculo si te queda un gramo de ilusión por un sistema democrático.
- “ A mi lo que me jode es que me suban la hipoteca”.
- ¿Cómo?
- ...lo de la hipoteca.
- Ya.
1 Comments:
Qué razón tienes.
Tu en Andalucía, pero aquí en Madrid resulta vergonzoso encender TeleMadrid, que es un útil del PP para vilipendiar al PSOE y ensalzar sus méritos.
Es una pena. Yo también tenía , y aún tengo ¡qué carajo! ilusión en todo ésto. Debemos decirlo. Yo alucino, con el triste espectáculo que contemplamos a diario, como no se oyen más voces como la tuya.
Estoy harta del insulto, de la falta de respecto por los demás y sobre todo por la justicia y las leyes.
Te tengo que mandar un beso.
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