Capítulo 16.
La antigua nomenclatura del Partido Comunista sabía cuidarse del terrible desgaste del ejercicio del poder con más discrección que sus homólogos occidentales. Tenían lujosos refugios para el descanso cuya existencia ,en aquellos años, nadie podría ni imaginar. En ocasiones, esos paraísos terrenales se ubicaban en antiguos castillos, otras veces en balnearios o casas de tratamiento con manantiales de aguas termales con propiedades curativas. Incluso en antiguos conventos. Svetanova Bostokieva explicó a Quijares que debía esperar la llegada de un coche negro al final de la Calle Logavina a la hora convenida y le conducirían al lugar en donde tendría lugar su próximo encuentro. Era un antiguo convento metido entre montañas a poco más de tres horas de Sarajevo y al pronunciar el nombre de aquella misteriosa mujer, incluso con el acento occidental del antiguo Inspector Jefe de la Comisaria de Leganés, la joven rubia de la recepción, aunque discretamente encendió todas sus alertas y después de hacer un par de llamadas aparecieron, como por arte de magia, un hercúleo botones, y el director , para darle la bienvenida y ofrecerle cuatro de sus mejores estancias. Abrumado y disimulando su falta de experiencia en elecciones semejantes, finalmente designó una de las suites ofrecidas, que sería su agradable e inesperado aposento aquel segundo fin de semana de abril. Sabía exactamente lo que ella le pediría, pero después de reirse un rato con Ricardo imitando el extraño inglés de aquella insaciable señora, ambos se habían propuesto descubrir quién era y saber hasta que punto podían utilizar en el momento que lo necesitaran, su extraordinario y hasta ahora enigmático poder.
Quijares había preparado distintas frases de bienvenida para el momento en que volviera a encontrarla, pero ella no estaba acostumbrada a cumplidos. Entró en su habitación sin llamar, con una llave propia y sólo después de saciar su sed pudieron cruzar alguna palabra. Para entonces resultaba ya ridícula cualquier reclamación de respeto a su intimidad.
Relajada ganaba en belleza e incluso mejoraba su inglés.
Los Estados son gente con nombres y apellidos en todos los lugares del mundo. A pesar de que en el discurso oficial la Unión de Repúbicas Socialistas Sovieticas ya no existe desde hacía más de quince años, lo cierto es que al final, los Estados son gente y esa gente, que componen los aparatos de poder, siguen existiendo, no se mueren con un cambio de rumbo político, no desaparecen como una ley del boletín oficial de un día para otro. "Existen mi amor y si un día tuvieron el poder quieren seguir teniendolo: ¿quién se lo va a impedir?". A ellos les da igual como se llamen los Estados y lo que digan los nuevos mapas del mundo después de la caída del muro de Berlín. Los mapas de colores son ya un cuento de niños. Y no sólo los mapas y las banderas son hace tiempo una patrña: no es verdad tapoco que esos grupos de hombres poderosos sirvieran al Estado. Los que tiene verdaderamente los resortes del Poder no sirven a ningún Estado. "Es exactamente al reves, mi amor, el Estado, el que sea y se llame como se llame, con su banderita de colores , sus héroes de piedra montados a caballo en los parques y su día de fiesta nacional, es el que esta al servicio de esos hombres poderosos". Quijares solo podía escuchar su discurso demoledor. Las sábanas cambiaban el pérfil de su cuerpo desnudo con cada movimiento y el sol de la tarde que aparecía intermitente por un enorme ventanal que daba a un bosque, dibujaba un hilo de oro en el borde de sus mejillas. Él hacía preguntas y ella quería contarle.
Svetanova había heredado un auténtico imperio amasado a lo largo de los años por un militar con el pecho lleno de medallas. Era sencillo: aquella fortuna se asentaba sobre lo que en cualquier sitio del planeta ofrece la oportunidad de crear verdadera riqueza y poder: petroleo y diamantes. Para mantener el legado recibido que ahora ella dirigía, necesitaba, entre otras cosas, información y el incidente que frustró un cambio de dinamita y armas por cocaína en las afueras de Sarajevo el verano anterior había llegado a su conocimiento. No era su gremio, pero conocía a quienes los manejaban y si hay tiros esas cosas se saben. La moneda blanca que iba a ser utilizada por el Pirata era una novedad interesante para Quijares, aunque simuló no sorprenderse. Lo que le fastidiaba realmente es que tenía que dar la razón, otra vez, a su colega Ricardo, con el que había tenido largas polémicas interpretado un intercambio de correo durante el mes anterior al incidente, al que Ricardo bautizó como "la conexión colombiana". La hipótesis era puesta en cuestion por Quijares al no haber encontrado ni un gramo de la blanca por ningún sitio, en un registro que él se encargó de que fuera completo y exhaustivo. Había imputado aquella interpretación a la imaginación peliculera de Ricardo y ahora tenía que tragarse su soberbia. Aproechó el momento para sacar lago más.
-"Lo que no supe es dónde escondía la droga".
-" Estaba en el coche y por eso se pusieron tan nerviosos. Cuando llevasteis el herido al hospital tuvieron unos minutos de oro para poder recuperarla. Por eso la otra parte hizo un buen negocio aquella mañana: se quedaron con la mercancia y con el precio".
- ¿ Y los jefes de muerto conocían esos términos del contrato?
- "Claro", contestó sorprendida por la ingenuidad de la pregunta.
- "Entonces debe haber alguien a quien no le salen las cuentas." En el Inspector aquella respuesta le había despertado el fastasma del "cabo suelto" que pudiera dejarles vendidos.
-" Por la información que tengo, en ese grupo de locos hace algunos años que no les salen las cuentas." Dijo dándose la vuelta y haciendo una mueca de despreocupación, casi desprecio.
Por un momento Quijares pensó que ella estaba detrás del grupo que intentaba vender armas al Pirata y tuvo la sensación de estar confesándose con el enemigo. Se levantó y dándole su espalda desnuda, fingiendo un control de la situación que él bien sabía que no tenía, se puso a mirar por la ventana. Entonces le hizo otra pregunta que justificaba aquel encuentro.
-" Y los que te informaron del incidente te hablaron de mi".
- " De vosotros", dijo ella que sabía introducir detrás de cada revelación un nuevo misterio. "Por eso sé quién eres" le dijo contestando finalmente. Ella también abandonó el lecho mientras medía las palabras de su respuesta. Hablaba y filosofaba sobre la vida, la muerte, el poder. Culminó su discurso haciendo un garabato con su dedo en la espalda de Quijares que aguantó sin darse la vuelta incluso cuando sintió el dulce arañazo de su uña en la piel.
-"Dime qué necesitas y te ayudaré si me das información de cualquier cosa que pase en el mundo, mi amor". Su mano acariciaba la nuca de Quijares que hubiera deseado en esos momentos tener un instante para replantear su estrategia. Pero no había tiempo, tenía que improvisar.
-"Creo que tengo una historia que contarte que te gustará ", dijo mientras se dirigía a la ducha arrepintiendose casi al mismo tiempo que decía esas palabras pero sintiendo que si estaba allí era para que ella pudiera ayudarles si las cosas se ponían mal.
El ruido de la ducha rompió el silencio. Se introdujo en el torrente de agua caliente sospechando que ella le seguiría. Pero esta vez no lo hizo.
- " Te buscaré para cenar. Me gusta escucharte, estoy deseando. Si de todo lo que me cuentas, hay algo que no supiera, te prometo una sorpresa, my love". Le dijo como despedida, asomando sus ojos a la puerta del espectacular recinto que servía de ducha, jakuzzi o sauna, al tiempo que le miraba fijamente y no precisamente a los ojos.
Etiquetas: Novela por entregas.
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