Como niños malcriados.
En una interesante entrevista a Antonio Muñoz Molina en Canal 2 Andalucía, cuando se refería a su experiencia en el Instituto Cervantes de Nueva York, el entrevistador le pidió que explicara cómo se veía España desde fuera. Con mirada esquiva y verbo preciso contestó que, a veces había pensado en los españoles, como un niño malcriado que no sabe valorar lo que tiene.
La pacífica “transición democrática”, tantas veces elogiada, pudiera habernos dejado esa indeseable secuela. Solo se valora lo que cuesta conseguir y a nosotros éste sistema de libertades nos llegó como “llovido del cielo”.
Desde esa reflexión, me pregunto, si en la relación de la sociedad española con el fenómeno del terrorismo vasco, no hay una cierto desdén por los valores democráticos, al tiempo de una subliminal comprensión de una ideología patriótica y totalitaria.
Si el problema de todos los sistemas democráticos es el establecimiento de los límites de lo tolerable, en nuestro caso particular, arrastramos un histórico complejo de culpa que nos impide afrontar con desparpajo esa necesaria tarea . Es como si tuviéramos que demostrarnos todavía que somos más tolerantes y democráticos que nadie.
Así que ofrecemos la mano tendida una y otra vez a quien fundamenta su prestigio disparando en la nuca a cuidadanos inocentes que no piensan como ellos, sin reparar en que cada generoso intento de ofrecerles alguna solución a su macabro camino sin salida, es interpretado por sus paranoícas mentes como una confirmación de la eficacia de sus métodos y de la viabilidad de sus patrióticos delirios.
Cuando damos mesa y mantel a esa panda de asesinos, que nos tirarán de nuevo la sopa a la cara, y cuando hacemos inviable la unidad de fuerzas entre partidos democráticos, jugamos con valores como el respeto a la vida y a las urnas, que deberían ser sagrados.
La pacífica “transición democrática”, tantas veces elogiada, pudiera habernos dejado esa indeseable secuela. Solo se valora lo que cuesta conseguir y a nosotros éste sistema de libertades nos llegó como “llovido del cielo”.
Desde esa reflexión, me pregunto, si en la relación de la sociedad española con el fenómeno del terrorismo vasco, no hay una cierto desdén por los valores democráticos, al tiempo de una subliminal comprensión de una ideología patriótica y totalitaria.
Si el problema de todos los sistemas democráticos es el establecimiento de los límites de lo tolerable, en nuestro caso particular, arrastramos un histórico complejo de culpa que nos impide afrontar con desparpajo esa necesaria tarea . Es como si tuviéramos que demostrarnos todavía que somos más tolerantes y democráticos que nadie.
Así que ofrecemos la mano tendida una y otra vez a quien fundamenta su prestigio disparando en la nuca a cuidadanos inocentes que no piensan como ellos, sin reparar en que cada generoso intento de ofrecerles alguna solución a su macabro camino sin salida, es interpretado por sus paranoícas mentes como una confirmación de la eficacia de sus métodos y de la viabilidad de sus patrióticos delirios.
Cuando damos mesa y mantel a esa panda de asesinos, que nos tirarán de nuevo la sopa a la cara, y cuando hacemos inviable la unidad de fuerzas entre partidos democráticos, jugamos con valores como el respeto a la vida y a las urnas, que deberían ser sagrados.
Como niños malcriados.
A mi me parece que el que quiera hablar que deje las pistolas tranquilas. Porque seguir hablando con quién las tiene todavía cargadas, no solo no es un ejercicio de tolerancia democrática, sino que pudiera ser una grave falta de consideración a principios esenciales del sistema.
A mi me parece que el que quiera hablar que deje las pistolas tranquilas. Porque seguir hablando con quién las tiene todavía cargadas, no solo no es un ejercicio de tolerancia democrática, sino que pudiera ser una grave falta de consideración a principios esenciales del sistema.
2 Comments:
Las reglas del juego o son claras, facilmente legibles por todos los implicados, universales, llenas de sentido común, y aplicadas de forma automática; o no son reglas del juego.
El que juega al ajedrez, con dos reglamentos diferentes, no desarrolla una partida, sino que hornea un pan como dos hostias.
Yo quiero un jefe que aplique las normas consensuadas por las mayoría.
Cualquier país joven y respetado en el contexto mundial, muestra respeto por su bandera, por sus reglas del juego, mostrando así respeto a sus ciudadanos y a sus políticos.
Lo que tenemos aquí es un juego ambiguo y débil, que se va a traducir en una sensación generalizada de falta de respeto por los ciudadanos que cada día respetan las reglas del juego.
Y cuando un currante, no se siente respetado, empieza a demostrar su cabreo: no va a votar o vota en blanco, desacredita a los políticos y empieza la temible cuesta de los principios roto.
Ese camino es recorrido por los países que dejan que sus políticos sean ambiguos.
Resultado: abstención, sistema democrático desacreditado,e imagen de un país que va a la deriva.
No es tan difícil.
La solución deberá pasar por un respeto a la mayoría.
Si la minoría nos gobierna en la sombra, será mejor tirar la toalla.
O arrojar al vacío a los politicos actuales.
¿Serán mejores que los que vengan?.
No lo podemos saber.
Yo solo sé que pertenezco a esa minoría que fluctúa a la hora de votar entre los dos partidos mayoritarios.
Soy de los que depende el resultado final, pues siempre he cambiado mi voto y casualmente me he sentido parte de la victoria.
Mi voto es muy importante.
Entonces, ¿porqué no me siento respetado?.
Señores: si no me respetan, empezaré a mostrar mi falta de respeto.
Y eso les va a doler, aunque sus asesores minimicen la importancia de mi voto.
Yo soy importante, seguiré aquí cuando ustedes se hayan ido.
Y es más, enseñaré a mis hijos que su voto es muy importnte.
Ganará la mayoría con sentido común
Así de simple.
Y si no al tiempo.
No hemos construído una democracia en el mejor país del mundo para luego, hacer el ridículo.
ATENTAMENTE: DRIVER
Querido Driver. Me hace ilusión que te acuerdes del blog en cada rincón del mundo que recorres con tu camión. Largas horas de soledad en la cabina dan peso a cada uno de tus comentarios. Gracias y buen viaje. Y enhorabuena por tu nuevo trailer de transporte internacional ¿ TIR me dijiste que se llamaba?
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