Treinta años y el sábado pasado.
Treinta años no son nada. Guitarra, canción (emoción), amigos y escenario. Ingredientes para hacer del tiempo una circunstancia completamente secundaria. Todo es igual. Al fin y al cabo, una melodía que rozó la fibra sensible de tu corazón, la propuesta ilusionada a un par de amigos en el humo prohibido de la habitación del internado y un sueño que aparece en el horizonte. Luego los ensayos, el calendario, los acordes, las risas y los cabreos de corazones encendidos, poseídos , iluminados, desequilibrados por unos días. Llega el día y es especial: los horarios y la espera. Al fin el escenario que te atrae y te sobrecoge. En la penumbra deslumbrada, el público es un rumor expectante y amenazador. La voz suena al fin como una explosión y te invade como una droga. Jesús me acompañaba a la guitarra, era entusiasta de los acordes y de los coros escondidos en las canciones de los Beatles. “Ticher” era la cultura intelectual y musical del más allá. Nos presentó a Dylan , a Bowie, a Cats Steven. Y finalmente Miguel Ángel que guardaba en su cabeza los tiempos que los demás nunca mediamos. Venian después los detallesy las anécdotas. La resaca que siempre te deja un poso de duda, de insatisfacción , de inseguridad. Y cuando cura la herida, otra vez miras el calendario y deseas la próxima vez.
Y en esas llegó el sábado pasado. Ahora con José Manuel, Álvaro, Enrique y Fran. Pero la misma receta para ese sabor tan cercano a la felicidad: guitarra, canción ( emoción), amigos y escenario.
Treinta años no son nada.
Lo único que importa es que la próxima vez sonemos mejor.
1 Comments:
pero qué dificil va a ser que soneis mejor
te das cuenta de que hermosa puede ser la nostalgia?
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