Velo.
Desde luego que el problema no es que algunas niñas lleven a la escuela un velo que les cubre el pelo. La cuestión es si pueden imponerse credos religiosos a los niños. Y la respuesta es distinta si se ofrece desde la militancia religiosa o desde la simple y cruda intemperie de quienes no tienen la suerte o la desgracia de esa pertenencia y son simples ciudadanos.
Para los primeros no solo es un derecho indiscutible de los padres incluido en el derecho a la educación que las normas del Estado les reconocen, sino un deber que les viene impuesto por sus propias creencias.
Para el grupo de los que van por libre, no está tan claro. Si una creencia religiosa impone deberes a un niño que pueden afectar gravemente a su normal desarrollo, el derecho de los padres podría limitarse. Claro que, aparece como nuevo problema, determinar qué puede “afectar gravemente a su normal desarrollo”. Y como ocurre al abrir una gordinflona matruska, dentro nos encontramos con otro enigma: qué quiere decir “normal desarrollo”.
Si el ejercicio del derecho a educar de los padres afecta la integridad física del niño, según mi criterio, las autoridades deberían proteger al niño, limitando el derecho de los padres. Es el caso de esas creencias que impiden realizar al menor una transfusión de sangre necesaria para curarle. Sin transfusión el niño se muere y, aunque todo puede discutirse, me parece claro que eso afecta gravemente a su normal desarrollo.
Si la cuestión es llevar un pañuelo en el pelo, a la vista del variopinto muestrario de herrajes con que la gente joven se agujerea la piel, parece que no hay demasiado riesgo de que se afecte el normal desarrollo.
Pero como siempre ocurre con estas cosas, los problemas aparecen si te pones a pensar (qué manía). Si el velo supone la expresión de una ideología sexista, la cosa se complica. Sobre todo si admitimos que la igualdad del hombre y la mujer, como principio jurídico que vincula a todos, puede imponerse por las autoridades.
Aquí llegamos a eso de nombre tan desagradable, el meollo: qué es preferente, el derecho de los padres a enseñar a sus hijos su creencia de que el hombre es superior a la mujer, o el derecho del Estado tanto a enseñar a sus ciudadanitos chiquitines, que el hombre y la mujer son iguales, como a impedir la difusión de ideologías contrarias a los principios constitucionales.
Si el fundamento jurídico de los padres es su derecho constitucional a educar a sus hijos, parece razonable que se ejerza con respeto a los principios esenciales de esa misma norma que lo ampara.
Así, cerrando el argumento, podría decirse que si el velo, que en una niña no es una opción libre sino impuesta, expresa la transmisión de unas creencias que defienden la discriminación de la mujer, podría entenderse como una extralimitación del derecho a educar de los padres, por ejercerse para la defensa y difusión de principios contrarios a nuestra norma fundamental.
Detrás de ese ingenuo velo, tan inocuo para nuestras( tan ingenuas como inocuas) autoridades, aparece así su incapacidad para enfrentarse con serenidad y claridad de ideas a quienes, amparados en derechos constitucionales, enseñan y difunden principios contrarios a valores irrenunciables del sistema jurídico que más tiempo nos ha mantenido conviviendo en paz.
Para los primeros no solo es un derecho indiscutible de los padres incluido en el derecho a la educación que las normas del Estado les reconocen, sino un deber que les viene impuesto por sus propias creencias.
Para el grupo de los que van por libre, no está tan claro. Si una creencia religiosa impone deberes a un niño que pueden afectar gravemente a su normal desarrollo, el derecho de los padres podría limitarse. Claro que, aparece como nuevo problema, determinar qué puede “afectar gravemente a su normal desarrollo”. Y como ocurre al abrir una gordinflona matruska, dentro nos encontramos con otro enigma: qué quiere decir “normal desarrollo”.
Si el ejercicio del derecho a educar de los padres afecta la integridad física del niño, según mi criterio, las autoridades deberían proteger al niño, limitando el derecho de los padres. Es el caso de esas creencias que impiden realizar al menor una transfusión de sangre necesaria para curarle. Sin transfusión el niño se muere y, aunque todo puede discutirse, me parece claro que eso afecta gravemente a su normal desarrollo.
Si la cuestión es llevar un pañuelo en el pelo, a la vista del variopinto muestrario de herrajes con que la gente joven se agujerea la piel, parece que no hay demasiado riesgo de que se afecte el normal desarrollo.
Pero como siempre ocurre con estas cosas, los problemas aparecen si te pones a pensar (qué manía). Si el velo supone la expresión de una ideología sexista, la cosa se complica. Sobre todo si admitimos que la igualdad del hombre y la mujer, como principio jurídico que vincula a todos, puede imponerse por las autoridades.
Aquí llegamos a eso de nombre tan desagradable, el meollo: qué es preferente, el derecho de los padres a enseñar a sus hijos su creencia de que el hombre es superior a la mujer, o el derecho del Estado tanto a enseñar a sus ciudadanitos chiquitines, que el hombre y la mujer son iguales, como a impedir la difusión de ideologías contrarias a los principios constitucionales.
Si el fundamento jurídico de los padres es su derecho constitucional a educar a sus hijos, parece razonable que se ejerza con respeto a los principios esenciales de esa misma norma que lo ampara.
Así, cerrando el argumento, podría decirse que si el velo, que en una niña no es una opción libre sino impuesta, expresa la transmisión de unas creencias que defienden la discriminación de la mujer, podría entenderse como una extralimitación del derecho a educar de los padres, por ejercerse para la defensa y difusión de principios contrarios a nuestra norma fundamental.
Detrás de ese ingenuo velo, tan inocuo para nuestras( tan ingenuas como inocuas) autoridades, aparece así su incapacidad para enfrentarse con serenidad y claridad de ideas a quienes, amparados en derechos constitucionales, enseñan y difunden principios contrarios a valores irrenunciables del sistema jurídico que más tiempo nos ha mantenido conviviendo en paz.
La igualdad de sexos más que un principio es una evidencia. Lo preocupante es la pérdida de vigencia real de un texto que nos ayuda a convivir.
Demasiados niños son educados en creencias contrarias a la igualdad del hombre y la mujer.
La religión que defiende el velo en la niña pronto aprenderá de las que esculpen en las conciencias de las niñas un velo invisible de idéntico significado.
Claro que, ¿cómo era eso que decía el bueno de Sancho?
6 Comments:
Muy buena entrada.Una reflexión coherente y bien argumentada para tan controvertido tema, que por otro lado tendría que ser el sentido común que hiciera prevalecer los derechos por la igualdad en todos los sentidos.
Me gusta mucho tu forma de exponerlo,tanto el punto de vista jurista como el humano.
Gracias
no siempre es impuesto
he conocido bastantes niñas musulmanas que se lo ponen a pesar de sus padres que lo desaconsejan, o simplemente no lo imponen
no es siempre acertado generalizar, no en una población objetiva de varios miles de millones de personas, como son los muy variopintos seguidores del Coram.
Mis sobrinillas ya se ponen velo y a mi me desagrada profundamente, pero el problema es mas denso que el simple velo. El tema es que sigan un libro que reparte amor a Dios del mas puro y místico con el odio mas feroz, y las leyes mas arcaicas e injustas. No se puede juzgar el Islam por los cerdos hijos de puta alucinados que mas ruido hacen. Conozco islámicos que afirman que el Coram solo habla de caridad, de misericordia, de justicia, de amor, y que abominan de los asesinos fanáticos más que nosotros, los de occidente. Por eso digo que no se puede generalizar.
Cuando el velo es un muro, abajo con los muros. Cuando el velo es un símbolo de amor al Creador, arriba el Amor.
Estoy con Toi.
Los velos son como las banderas.
Todo depende de los ojos que miran.
Un mismo símbolo puede significar orgullo, fe, dignidad, amor.
Y a la vez puede significar justo lo contrario, venganza, cerrazón,odio,dolor.
Pero los símbolos, en una sociedad libre, han de ser libres. Y las personas deberíamos mirarlos sin acritud.
Al final me apunto con el Driver y el Gordo de Corral de Almaguer a cogerme la bandera del gordo michelín, ponerla en el 4*4 de las pijinas, y llevarme a la parturienta al hospital.
Me apunto al símbolo de los que no tenemos símbolos.
O mejor dicho, que se puedan mirar todos sin acritud.
Atentamente. Driver.
Feliz cumpleaños, Calero!
Atentamente.Las personas que te quieren.
Feliz cumple Jose María.
Atentamente. Isabel Maestre. Pilar and Sarita Peñas.
¡¡¡¡¡MAS MADERA!!!!!!!
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