El fanático.
El fanático convierte unas ideas, que a veces pretenden una concepción general del mundo, en su propia esencia, el único suelo donde apoyarse. En su mente insana no hay posibilidad alguna de separación entre esas ideas y la parte más esencial de su ser. Es incapaz de imaginarse pensando de otra manera. Ha puesto o le han hecho poner antes que su propia identidad, la adscripción a un grupo que vive alrededor de un bloque de pensamientos. Por eso no es que se adhiera a un determinado credo, lo que supondría una decisión libre y personal, sino que se ha convertido en ese ideario, y no tiene una existencia fuera de él.
El afiliado o simpatizante, distingue entre su persona y las ideas que quiere apoyar. Sabe que puede cambiar de criterio, evolucionar, matizar sus primeras impresiones, mejorar sus sintonías con éste o aquel pensamiento o desintonizarse. Eso no solo no altera su personalidad, sino que la refuerza. Pero todos esos procesos están bloqueados en quien vincula su vida, su realidad, la verdad que ven sus ojos, a la defensa de unas determinadas ideas o creencias. No se permite así mismo ninguna disidencia.
Por eso no hay comunicación posible con un fanático. Las palabras que utilizas tienen para él un significado distinto. Si le prestas atención para mostrarle una actitud de respeto a sus ideas, él lo traduce, lo ve, lo siente como una muestra de debilidad por tu parte y de fortaleza/superioridad de sus convicciones. Entonces te intentará salvar de tu desvarío, para ayudarte haciéndote de los suyos. En realidad se salva a sí mismo, refuerza el único clavo ardiendo al que vitalmente está agarrado. Y si le muestras tu desacuerdo te considerará un miserable desagradecido, alguien peligroso de quien no se puede fiar.
Ni siquiera es culpa suya: no tiene personalidad bastante para ser responsable. Simplemente no puede respetar tus ideas: la leve sospecha de que, además de sus creencias, pudieran existir otras de semejante valor, le perturba hasta desintegrarle, le deja colgado de la brocha, le provoca el vértigo propio de acercarse al borde de la Nada.
La Religión (incuyendo aquí el marxismo-leninismo) y la Patria son las dos grandes fuentes de fanáticos. Cuando se suman las dos, al fanático le resulta insoportable que alguien no piense como él. Por eso mata. Si le ofreces dialogo, te mira y mientras hablas él aprovecha para limpiar y engrasar su pistola. Escucha porque alguien le habla , se siente reconocido y eso le gusta porque confirma su verdad absoluta, admitida ya incluso por otros.
Pero no te engañes amigo, nunca dejará la pistola, porque sin pistola se desvanece.
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