Una tarde con su ausencia.
Su recuerdo y su ausencia como un lazo invisible y secreto, también como una presencia. Soledad y silencio de no estar contigo. Ella ha venido desde Alicante y nosotros desde Cádiz. Una noche de fuego y árboles negros. Las parejas siempre son complementarias. Murió sobre el trigo un niño que no conocía a nadie, le besaron las balas al caer la mañana. Nos miramos a los ojos con la certeza de encontrar a alguien cercano, sentíamos y veníamos a celebrar la alianza metálica y cierta de tus canciones. Bastaba con enseñar la señal indeleble del recuerdo de Hilario en tu corazón y te abrían la puerta. Gracias sinceras a esa familia de mirada limpia, de brazos abiertos, de salón abierto, de cocina y frigorífico siempre abiertos. En este rincón Hilario venía a respirar y curarse las heridas de la gran ciudad. Y ese llanto salado moja tu paladar El cielo gris como un presagio, el césped verde y acogedor, la mesa grande para compartir el líquido sagrado de esta tierra (la cruzcampo) y del mundo (el vino rojo). Las guitarras buscando aquella canción. Un anfitrión enorme feliz, nervioso y descalzo se afanaba por intercambiar nombres y destinos. A su lado ella, amable contrapeso, era capaz de seguir mirando a los ojos encendidos de los miembros de aquella tribu sonriente y desorientada, manteniendo los pies en el césped: advertía que faltaban sillas, preparaba la tortilla de patatas y dejaba a su Guru que siguiera flotando, haciendo fotos, atropellado en su intento permanente e imposible de estar en todos lados, de querer a todos al mismo tiempo. Entonces llegaron Rocío y David. Se ocultan en ti anémonas y lunas, se ocultan en ti. Las palabras del foro tenían ya una cara y las canciones brotaban espontáneas mientras la luz insegura de una tarde gris de Junio se iba apagando. Viejas historias y otros músicos que ya no están: Silvio. Los guitarristas poseídos punteaban solos de Eric Clapton y se adentraban en nombres míticos de viejos Lps que recitaban como oraciones de una religión desaparecida. Sonó también un piano y del fondo de un armario perdido para siempre, Rocío sacó el plano del tesoro. Allí están recogidas y ordenadas las fórmulas magistrales de las medicinas que un día nos salvaron de la mediocridad, los códigos fuente que un día como un virus sonoro reprogramaron nuestra forma de ver las cosas. Gracias, gracias. Qué bien sentirse bien, respira el corazón, late muy fuerte la piel, el alma y la razón, se dan la mano, puedo avanzar atrás, pasar del porvenir, cuadrar un circulo, llegar al infinito y demostrar que dos por dos son tres, qué bien sentirse bien.
Llegó la noche y la luz de la queimada alumbró la voz, también dulce y encendida de Ignacio Lobo. Nos visitó una Princesa de Cera, amable e invisible y otra vez Conchita se cubrió las piernas afanosamente. Nos dimos las manos vacías y las llenamos con las tuyas. Entonces Toi cogió la guitarra y eso te llegó al alma. Así que nos lloviste para que tuviéramos el agua en nuestros cabellos, con ese humor negro y tierno, tan tuyo por otra parte.
Llegó la noche y la luz de la queimada alumbró la voz, también dulce y encendida de Ignacio Lobo. Nos visitó una Princesa de Cera, amable e invisible y otra vez Conchita se cubrió las piernas afanosamente. Nos dimos las manos vacías y las llenamos con las tuyas. Entonces Toi cogió la guitarra y eso te llegó al alma. Así que nos lloviste para que tuviéramos el agua en nuestros cabellos, con ese humor negro y tierno, tan tuyo por otra parte.
Luego veremos las fotos y las caras congeladas en la risa o la emoción.
Pero dentro llevo y aquí lo escribo la alegría inmensa de haber estado allí. Miro a todos lados y busco alguien a quien agradecer la suerte, el privilegio de haber vivido aquellos momentos.
Me quedo con el gozo y el orgullo de estar entre los tuyos.
Y te digo gracias, y os digo gracias sintiendo otra vez con rabia, la desesperante limitación de las palabras para expresar lo que siento.
Fue en casa de Toi, el día 15 de Junio del 2007.
5 Comments:
son las doce del mediodía del domingo
dentro de treinta minutos hemos quedado en el arco de la Macarena para despedirnos con manzanilla, cerveza o solo lluvia. Me voy pitando, o sin pitar, pero rápido...
me llevo puesta la emoción de tu crónica-poema.
Eres grande, Calero, querido, mucho mas grande de lo que tu modesta y sutil forma de navegar el aire podría demostrar, mucho mas grande de lo que seguro por humildad nos velas.
Poco mas, por ahora.
Nadie podría describir aquella noche mágica como tu lo has hecho,intercalando el relato,la poesía de Hilario, la tuya,la emoción...una palabra para cada uno.
Ha sido para mi un grato descubrimiento oirte cantar las canciones de Hilario,y cerrar los ojos, escuchar tus punteos en la guitarra y creer que eran los suyos.Y encima saborear ese estupendo tinto que nos tomamos,con tan gratas compañias,¡delicioso!.
Nos queda a cada uno de nosotros la emoción de lo compartido,la amistad que nos ha regalado Hilario,el encuentro desde distintos lugares para invocarlo,gracias a los músicos como tu, y al amigo que te acompañaba, que haceis que sigamos disfrutando de su música,de su poesía.
Yo me lo pasé de puta madre. (no lo puedo decir de otro modo).
Un abrazo fuerte.
Yo pensé que es posible la vida.
(Tampoco puedo decirlo de otro modo).
Gracias por la mirada.
(Limpia)
Y por la generosidad.
(Vuestra)
Jamás escuché sus canciones tan de cerca, ni tan adentro. El tenía que estar, y estuvo, y estará, gracias a todos vosotros.
Gracias con todo el corazón: Calero, Jesús, Fran, Ignacio, Toi...y a todos los de ese grandioso coro.
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