viernes, abril 21, 2006

Atención a algunos "defensores" de Occidente.


Sin mayores argumentos, basta contemplar el bullicio multicolor de la madrileña Plaza de Callao a las siete de la tarde, pasear entre las novedades editoriales de cualquier librería, admirar el orden perfecto de los aviones que aterrizan o despegan de cualquier aeropuerto, o imaginar la actividad que en éste preciso instante se está produciendo en todos los quirófanos de nuestros hospitales, para sentirse orgulloso de pertenecer a esa minoría de países de la Tierra, que han alcanzado un mayor nivel de desarrollo económico, cultural, científico técnico, pero también político. Eso que llaman Occidente. Si matizamos un poco más, podemos decir que precisamente Europa frente a Estados Unidos, reúne un promedio de ese conjunto de parámetros especialmente alto. Puede que seamos económicamente más débiles, pero somos infinitamente más diversos y tolerantes. Pisamos sobre un patrimonio cultural antiguo y sabio. Tenemos leyes más justas y una opinión pública más exigente: la pena de muerte resulta inaceptable entre nosotros, por ejemplo.
Por todo esto, tenemos razones para sentirnos afortunados por el lugar en donde nos tocó vivir.
Ahora bien, tanto desde la perspectiva de un eventual “dialogo de civilizaciones”, como desde la posición contraria de defensa numantina de nuestra civilización frente a los enemigos exteriores, o para poder afrontar con rigor la llamada“crisis de occidente”( la lucha contra los enemigos interiores), o incluso para proponer su abolición, habría que comenzar fijando los rasgos que definen esa "cultura occidental".

El manifiesto “Occidente, fuerza de civilización”, recientemente promovido en Italia, es un buen punto de partida. No por cómo lo define, sino por lo contrario . Después de leerlo atentamente, ya sé lo que , en mi opinión no es propio de nuestra cultura occidental.
Es un texto lleno de trampas.
Desde la primera frase:
”L’Occidente é in crisi. Attaccato dall’esterno dal fondamentalismo e dal terrorismo islámico, non é capace di respondere alla sfida”.
La frase sitúa el fundamentalismo en el exterior, es decir olvida u oculta el riesgo derivado del fundamentalismo interior, y de paso omite el adjetivo “religioso”. Ambos detalles nos ofrecen pistas interesantes sobre los autores del texto.
El final de la frase afirma que occidente nos es capaz de responder al terrorismo islámico. Se trata de comenzar infundiendo miedo al lector obviando la realidad más palmaria: los autores del mayor atentado terrorista en suelo europeo fueron detenidos en pocas semanas y están siendo sometidos a enjuiciamiento.

Después de una expresión propia de fundamentalistas (“minada(Europa) internamente por una crisis moral y espiritual”), el texto parece renegar de valores específicamente occidentales, como la solidaridad y el sentido auto-crítico, que nos lleva a intuir que en la raíz del terrorismo pudiera encontrarse, como un factor más, la insoportable realidad de millones de humanos que mueren de hambre mientras nosotros gastamos ingentes cantidades en dietas de adelgazamiento:”nos sentimos culpables de nuestro bienestar, sentimos vergüenza de nuestras tradiciones, consideramos el terrorismo como una reacción a nuestros errores”.

Es tramposo cuando señala como causa de la paralización de la idea de una Europa unida, una posición de enfrentamiento con los EEUU. Lo que ocurre es precisamente lo contrario y quien en primer lugar vería seriamente amenazada su hegemonía con el renacimiento de la idea de una Europa unida y fuerte es precisamente el amigo americano.
Para que ya no sea necesario buscar autores del manifiesto , termina el párrafo con una cita papal: “Hoy occidente no se ama a sí mismo”. ¿ Qué querrá decir?¿Todavía tenemos que mirarnos más al ombligo? ¿No es un insulto esa frase para quienes extramuros de occidente mueren de hambre, ante nuestra indiferencia?

Continúa el discurso fatuo (...”la fuerza de hablar al corazón de sus ciudadanos”), lleno de obviedades (“comprometidos a hace frente al terrorismo”). Promueven la “integración de los inmigrantes” y la defensa de la vida queda circunscrita al problema del aborto. Defiende el concepto tradicional de familia.
En el ámbito político promulga la separación Iglesia Estado, sin “rendirnos a la tentativa laicista de relegar la dimensión religiosa a los privado”, el principio de “toda la libertad posible y todo el Estado necesario”, con el que no posible estar en acuerdo o desacuerdo si no sabemos qué se entiende por “necesario”. Después aplica el principio a la educación ( todos los colegios privados posibles , pero públicos solo los necesarios). Finalmente termina con una apelación patriótica y una confesión de credo liberal conservador.

Ni una referencia a los excesos de la Europa de “los mercaderes”, a la odiosa hegemonía de criterios económicos en todos los ámbitos de la vida individual y social en nuestras sociedades. Todos los problemas se remiten al “progresismo y el laicismo que reniegan de las costumbres milenarias de nuestra historia”.

No es éste el Occidente que admiro y del que me siento orgulloso de pertenecer.
El texto demuestra que aprovechando una supuesta amenaza exterior , algunos pretenden recuperar la influencia y el poder que la evolución de nuestra cultura occidental, alrededor del respeto a la dignidad del individuo que piensa, les ha ido arrebatando.
Sin embargo,tranquilos. La grandeza de nuestra civilización es que supuso el triunfo de la razón sobre el miedo, de la libertad sobre la coacción solapada, de la tolerancia y la autocrítica sobre la cerrazón autocomplaciente.
Precisamente en lo contrario que defienden éstos curiosos, tramposos y falsos defensores de Occidente.
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