"Lulú" de Alban Berg.
La mujer como fuerza irresistible, desequilibrante, destructiva. Centro imantado de las miradas de los hombres, de todos los hombres, incluso de las mujeres , de algunas mujeres. Frente a ella subyugados, sometidos al encantamiento atávico, nuclear, irracional. Cuando el modo de caminar, el leve movimiento de la falda, el misterio contenido en el gesto leve al colocarse el pelo frente a un espejo son acontecimientos capaces de anular la voluntad, activar cada una de las neuronas, despertar un dolor dulce en el pecho y sembrar el desasosiego del hombre que mira, que entonces ya no es nada, solo un muñeco de trapo, un movimiento reflejo, un destino fatal e inevitable hacia el caos.
Esa mujer que sin apenas saberlo, sin ni siquiera quererlo envenena el aire que respira y altera el equilibrio de quien cruza su mirada con sus ojos. Y ya es una víctima más, desgraciado o privilegiado, en todo caso enajenado, ausente, perdido y por un instante feliz.
La mujer escondida en el alma de cada mujer, que puede de alterar el curso natural de un río o la tranquila serenidad de un coleccionista de miniaturas chinas. Una mujer ligera , pequeña , casi imperceptible capaz de tumbar en la lona a un camionero alemán susurrándole una palabra al oído.
La mujer y el caos , la mujer y la muerte como destino sabido pero inevitable, la mujer frente a todo, orgullosa y displicente, incitante y misteriosa. Elegante y soez, prostituta y princesa. La locura, el desatino y la desproporción, la inseguridad, la zozobra y el desconsuelo que comprendes y justificas, que aceptas y previenes cuando aparece ella y te mira, sabiéndolo todo como si nada. Se da la vuelta y se va. Esa mujer.
Esa mujer que sin apenas saberlo, sin ni siquiera quererlo envenena el aire que respira y altera el equilibrio de quien cruza su mirada con sus ojos. Y ya es una víctima más, desgraciado o privilegiado, en todo caso enajenado, ausente, perdido y por un instante feliz.
La mujer escondida en el alma de cada mujer, que puede de alterar el curso natural de un río o la tranquila serenidad de un coleccionista de miniaturas chinas. Una mujer ligera , pequeña , casi imperceptible capaz de tumbar en la lona a un camionero alemán susurrándole una palabra al oído.
La mujer y el caos , la mujer y la muerte como destino sabido pero inevitable, la mujer frente a todo, orgullosa y displicente, incitante y misteriosa. Elegante y soez, prostituta y princesa. La locura, el desatino y la desproporción, la inseguridad, la zozobra y el desconsuelo que comprendes y justificas, que aceptas y previenes cuando aparece ella y te mira, sabiéndolo todo como si nada. Se da la vuelta y se va. Esa mujer.
2 Comments:
E tu che sai, che memori e ti struggi
da me tanto rifuggi?
So ben: le angoscie tue
non le vuoi dir,
ma ti senti morir!
No es el mismo tipo, pero al fin al cabo es otra mujer. La mujer.
Yo participé como figurante (los del gorro jeje) en ésta gran ópera cuando se hizo en Sevilla. Si parece increíble vista desde fuera,desde dentro lo es aún más. Una experiencia que jamás se me olvidará en la vida.
Ams, Marisol Montalvo es genial en persona! ^^ Saludoss
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