viernes, febrero 16, 2007

Equilibrio.


Dentro de cada átomo, así como en el Universo entero, un misterioso equilibrio consigue nivelar fuerzas opuestas hasta conseguir lo incomprensible: que al tiempo que todo cambia en cada segundo, al tiempo, todo permanezca.
Un misterioso equilibrio. Si te fijas bien en la mirada perdida y triste del derrotado, puedes detectar, en un instante, la grandeza noble y profunda de un Hombre solo. Mientras que en los ojos del vencedor sonriente que eleva los brazos ante la multitud no es posible encontrar ningún mensaje. Su gesto de euforia, inevitablemente descubre su inconsistencia hasta aparecer, bañando su figura de forma fugaz pero cierta, la sombra del ridículo.
Nuestro mejor día nos dejó al final un poso de incerteza. Un vacío inundó todo cuando después de la fiesta y las felicitaciones, cerraste la puerta y en el silencio de tu habitación recibiste la visita de esa incómoda presencia que a pesar de tus esfuerzos no pudiste conjurar y que te repetía la verdad que no querías escuchar: que gran parte de los méritos que te atribuyeron en tu gran día eran pura mentira. Por el contrario en las horas amargas que el camino nos tiene reservadas, nos encontramos de pronto con la fuerza de la Vida latiendo como un manantial imparable. En la hora del zarpazo injusto e inoportuno, el dolor se instala en algún lugar del tórax, como una bola fría, amarga y pesada. Pero es solo entonces cuando llegamos a ver nuestro perfil más digno. Y al tiempo que sentimos la insignificancia de nuestra presencia y la fragilidad de los materiales con los que estamos hechos, constatamos nuestra condición trascendente y excepcional como parte viva e inteligente del Universo infinito e inmortal.

Respira hondo y siéntate un rato tranquilo, amigo.
Admira la grandeza de cada cosa tal como es, en su sitio.
Ni la derrota ni el éxito, ni el mejor momento ni la peor experiencia, te darán o te quitarán nada importante.

Siéntate a mi lado y mira como se va yendo lentamente esta tarde de febrero.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

EL TOMATE.

Antonio Gómez, conocido en los círculos taurinos de principio de siglo como "El lagartijo", se dirigía a la plaza de Linares, aquel 16 de agosto de 1.914.
Una vez en la plaza los acontecimientos se precipitaron: el camión que conducía a las reses se estropeó a 40 km de la plaza, el presidente de la corrida tuvo un acceso de asma que le impidió acudir, los músicos habían perdido sus instrumentos en el límite de la provincia de Jaen, los caballos estaban enfermos por un inoportuno virus; y para mejorara la situación y dado que el cambio climático era entonces un sueño lejano, empezó a llover estrepitosamente.
Los periodistas acosaban al Lagartijo, buscando carnaza para sus diarios.
Y fue entonces, cuando el valiente maestro sentenció:
"Lo que no puede ser, no puede ser; y además es imposible".
Enmedio del fracaso, aquel hijo del sur mantuvo su dignidad, incluso fue capaz de sacar un poco de sabiduría.
Tal vez el equilibrio sea esto, esbozar una ligera sonrisa enmedio de la batalla, y pensar que hay más días que longaniza.
Sentarse al reguardo de la lluvia, cortar parsimoniosamente un tomate, sazonarlo con sal y comértelo sin prisas.
Atentamente: DRIVER.

4:41 p. m.  
Blogger jmcaleroma said...

Es muy posible, amigo.

7:05 p. m.  

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