lunes, febrero 12, 2007

No es lo mismo.

La huelga de hambre es un método de presión para denunciar una situación de injusticia que fue utilizado por primera vez por un abogado indio de la casta vaisya, que había estudiado en Londres y que predicaba la no violencia, rechanzado el uso de la lucha armada para oponerse al dominio británico que había convertido su país en una de sus colonias. Se llamaba Mahatma Gandhi y se convirtió en héroe nacional y artífice de las negociaciones que consiguieron la independencia de la India. Más tarde quiso reformar aquella sociedad clasista y rechazó las guerras religiosas, proclamando la tolerancia frente a todas las creencias, defendiendo incluso el derecho de los musulmanes a desarrollar sus credos dentro de territorio hindú. Por ésto lo asesinó un fanático integrista hindú en 1948 cuando tenía setenta y siete años.

Desde la autoridad moral de quien proclama el rechazo a toda forma violenta de lucha, la huelga de hambre se alza como un monumento a la dignidad y la coherencia, capaz de remover la conciencia del gobernante, que sabe que los ojos de miles de personas se vuelven para comprobar como la serenidad y la integridad de un solo hombre tiene fuerza suficiente para derrotar hasta al mismísimo ejercito de Su Majestad.

Cuando la huelga de hambre es llevada a cabo por quien defiende el tiro en la nuca como forma de lucha política, muy lejos de asimilarse al método de presión iniciado por el pequeño hindú de gafas "John Lennon", es una expresión más de integrismo nacionalista carente de autoridad moral y por ello de capacidad de presión. Se trata de una nueva forma terminal y desesperada de violencia, ésta vez proyectada sobre él mismo, al estilo del piloto suicida de las torres gemelas. Habrá que tener con él la humanidad de la carece.

No es lo mismo. No tiene una mirada serena y limpia. No puede sonreír.
A quien verdaderamente se parece es al integrista que mató al Gran Pacifista.

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

La violencia engendra violencia. La policía actúa a veces al margen de la ley.
No digas de ese agua no beberé.

Verano en Madrid. Unos inocentes niños y niñas de entre 5 y 7 años juegan en la piscina de una comunidad de vecinos. Hay un niño un poco mayor, de 12 años, que se mete en los aseos de la comunidad con los niños y niñas pequeños, lejos de la vista de los padres.
El niño mayor hace amago de verles el culo a las niñas, bajándoles el bañador.
Una de las niñas es mi hija.
Observo y sopeso mi maniobra.
Dejo que los niños pequeños se alejen para jugar, y cuando veo al niño mayor sólo, me acerco a él, le digo que tengo algo que decirle,y lo alejo de grandes y pequeños. Sin testigos.

"Mira bien mis dedos muchacho, si te vuelvo a ver intentando bajarle el bañador a mi hija, juro que te arranco los ojos con estos dedos."

El niño mayor me mira aterrorizado, traga saliva y me dice: "No volverá a pasar, Señor."

La violencia engendra violencia. La policía actúa a veces al margen de la ley.
No digas de ese agua no beberé.

A veces, sólo a veces, te ves obligado a construir tus propias reglas del juego para sobrevivir.

No es para sentirse orgulloso, pero es lo que hay.

Tal vez el pacifismo, el terrorismo y demás ismos, no tendrían cabida si el niño mayor tuviera un padre como Dios manda.

Y tú sólo eres el padre de los hijos que has engendrado.

Lo demás empieza a ser la selva.

Atentamente: DRIVER

4:00 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ojalá el día que salga de la cárcel (en un año quizá) alguien tuviese narices de mostrarle a ese sujeto el color del miedo, de la barbarie, de la sinrazón, de la injusticia en mayúsculas.

No pudiste elegir mejor abismo entre personajes...ninguna comparación es posible entre Mahatma y ese etarra.

10:37 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

BANDERAS DE NUESTROS PADRES.

Enmedio de la batalla, aquellos desorientados soldados estaban aterrorizados y llenos de temores.
No había sentido común.Éste había sido sustituído por el fragor de una batalla, donde el fuego amigo se confundía con el fuego enemigo.
O dicho de otra forma, llovían hostias por todos lados.

Un buen día, al amanecer, conté las banderas que nos rodeaban: 17 de la Comunidades Autónomas, 1 de la nación, 1 de Europa, 1 de la OTAN, 14 de los centros comerciales, 325 de diversas multinacionales, 85 de organizaciones no gubernamentales, 32 de partidos políticos.

Ya ningún soldado de mi compañía seguía ninguna bandera; estabamos todos centrados en salvar el pellejo.

Sobre las doce de la mañana, un señor de Corral de Almaguer enarboló una nueva bandera, que por una casualidad cósmica aglutinó el sentimiento común de que necesitábamos un poco de mucho sentido común.

Y entonces ocurrió lo inesperado.
Mi compañía se levantó enmedio de la batalla y siguió esa bandera.

Esa bandera que todos esperábamos desde hacía mucho tiempo.

La bandera de nuestros padres.

Delineantes que hicieron un trabajo digno. Maestros rurales que hicieron un trabajo digno. Aparejadores que hicieron un trabajo digno. Fiscales que hicieron un trabajo digno.

Banderas de nuestros padres.

Atentamente: DRIVER

4:18 p. m.  

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