viernes, febrero 23, 2007

El Sr. Alcalde, la gorila y un vecino muy conocido.

Ya se sabe que cuando llegan elecciones cualquier cosa vale para arañar algún voto. El alcalde de un pueblo que no diré compró una gorila de buen tamaño y la mandó instalar en un rincón del parque. Según él, empezaba así a dar cumplimiento a su proyecto de que aquel municipio llegara a ser conocido en todo el mundo por tener un magnífico zoo.
Quizás se adelantó o no midió bien los tiempos. La cosa es que aquel espléndido animal empezó a perder lustre por momentos. Su pelo se caía y arrumbada en un rincón la gorila parecía haber enfermado. Lo que iba a ser una baza electoral decisiva se podía convertir en lo contrario si a alguien se le ocurría avisar a la Asociación Protectora de Animales. ¿Qué le pasaba a la gorila? ¿Era la alimentación? ¿El clima?. Para saberlo encargó un informe urgente al veterinario municipal. Cuando llegó al despacho del alcalde el sobre con el informe solicitado, le acompañaban la plana mayor del partido y el primo de un constructor de Madrid que también se jugaba mucho en las elecciones. El alcalde lo examinó primero, pero le dijo al primo que lo leyera en voz alta. En resumen:la gorila estaba acostumbrada a una actividad sexual en el zoo de procedencia que se había interrumpido allí drásticamente. Las hormonas se habían alterado y ese era el origen de su grave crisis de salud. “Habrá que comprar un gorila macho”, propuso uno de ellos. “Otros siete mil euros ni hablar”, dijo el alcalde un poco desbordado por la situación, “de ninguna manera meto un duro más en ésta historia, para que dentro de dos días me digáis que el gorila también esta triste”. Silencio tenso. El Teniente de alcalde cogió el informe y después de sonreír con picardía torciendo la boca, les propuso otro plan: “Conozco a alguien que por 300 euros recupera a la gorila de sus problemas, casi con toda seguridad”. Le miraron todos y a excepción de primo, los demás sonrieron pues sabían a quien se estaba refiriendo. Todos en el pueblo conocían la extraordinaria potencia y afición de aquel vecino, conocido por el sobrenombre de “El Calentón”. ¿Quién hablará con él?. Se ofreció el concejal de deporte; hicieron juntos la mili. “Lo veo esta tarde”. Quedaron en volverse ver al día siguiente a primera hora.
Cuando fueron al ayuntamiento no había nadie por las calles. Era un sábado a las nueve de la mañana. En el despacho del alcalde esperaban todos, pero el requerido dijo que él solo hablaría con el alcalde. Lo entendieron. Pasó al despacho y le dijo que estaba de acuerdo en hacer lo que le habían pedido pero con dos condiciones. El alcalde escuchó expectante. La primera era que lo hicieran de tal manera que, por Dios, no se enterara su mujer. Era muy razonable, pensó el Edil, pero aunque le habían contado cosas de aquel vecino, la segunda condición le dejó desorientado. Como segunda condición le pidió que le dieran dos o tres plazos para pagar los trescientos euros.

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