martes, marzo 06, 2007

"Parejas a plazos": una PROPUESTA.


A la vista de que el número de divorcios es ya cercano al de bodas y ante el incremento incontenible de mujeres muertas a manos de su pareja, parece que lo único realista e inteligente es pensar en un nuevo modelo de convivencia entre hombres y mujeres.

Se trataría de un cambio radical, desde un planteamiento distinto, que supere definitivamente la institución del matrimonio, en la que a ésta alturas solo creen dos grupos tan respetables como alejados de la realidad: la iglesia católica y los colectivos de gays y lesbianas.
El matrimonio ya no funciona porque no integra algo consustancial a cualquier acuerdo, su temporalidad. Y a pesar de que las leyes civiles, desde algo menos de medio siglo, permiten la separación y el divorcio, esto no ha terminado con la idea de indisolubilidad procedente del matrimonio canónico y presente en el civil, en el que la ruptura es vivida y considerada como algo negativo, la frustración de un plan, la expresión de un fracaso, la aparición de un motivo de intervención de los tribunales.
Por eso la clave del nuevo modelo debiera ser la temporalidad del compromiso de convivencia. Se trata de integrar en una fórmula jurídica lo que ya es una realidad en la vida cotidiana y en la conciencia de la sociedad: que las parejas no son para toda la vida.
Propongo que quienes quieran convivir juntos, puedan establecer de mutuo acuerdo un plazo de vigencia de su compromiso, transcurrido el cual y si no quieren renovarlo, sin necesidad de ninguna intervención judicial, la pareja deje de existir como entidad jurídica. En esta fórmula, el fin de la convivencia no solo no es una tragedia o un fracaso, sino algo previsto y acordado.
A este modelo de “pareja a plazos” se le puede objetar que no es compatible con la crianza de los hijos. Pero habrá que reconocer que es tan compatible como el modelo tradicional al que se añade el divorcio o la separación. Es decir, una pareja podrá acordar tener o no tener hijos en el plazo que establezcan para convivir y, si acuerdan tenerlos, las obligaciones que asumen respecto de los menores para el tiempo en que ya no convivan. Es evidente que no se puede ser padre o madre a plazos, pero la intemporalidad de la paternidad no implica la de la pareja, como la realidad nos muestra cada día.
El nuevo modelo, que aquí solemnemente se propone, supera también un grave inconveniente del modelo actual. Hace cuarenta años, la sociedad aceptaba como propio un patrón de convivencia y relación entre el hombre y la mujer, que atribuía un papel a cada uno, en todas las facetas de la vida. También cuando se convertían en pareja. No hace falta explicarlo: el hombre trabaja, la mujer en casa y todo lo demás. No era necesario explicitar nada, todos sabían al casarse que cual era el comportamiento esperado. Ese modelo de relación esta asociado históricamente al matrimonio y por eso, hoy las parejas que se casan parten de esos roles heredados que, sin embargo, ya no son aceptados por los hombres y las mujeres actuales. La consecuencia es que, primero algunos hombres esperan un comportamiento de su mujer, acorde con el modelo tradicional y se sienten defraudados o engañados cuando ellas rompen con su conducta ese modelo esperado. Y segundo que, roto el anterior molde, no tienen otro alternativo y ese vacío genera inseguridad y conflicto. Este es precisamente el inconveniente a que me refería: el modelo tradicional, en nuestros días, provoca malos entendidos y al no funcionar, deja sin modelo a las parejas.

Frente a esta realidad, el modelo de “pareja a plazos” exige en quienes deciden convivir, el esfuerzo de concretar de forma expresa, en el que sería su documento fundacional, no solo los años a que se comprometen, sino el modelo de convivencia que para ese tiempo eligen, con la descripción de las obligaciones que cada uno de ellos asume respecto de la pareja, así como las consecuencias de su incumplimiento.
Se trata de un modelo basado en la racionalidad, la autonomía del individuo y la libertad para la asunción de compromisos, expresa y claramente establecidos.
Seamos prácticos y realistas. Si hemos superado la adolescente y grandilocuente visión del mundo a través de las grandes palabras, como Revolución, Libertad o Igualdad, que tantos muertos han dejado en el camino, se trataría de llevar al ámbito doméstico ese mismo progreso. Y de ese modo, vistas las trágicas consecuencias para las parejas de jurarse amor eterno, probar qué pasa si simplemente se prometen cierto respeto por una temporada.


3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Sólo soy un simple camionero.
No me he casado ninguna vez.
No me he comprometido con nadie.
Todos mis amigos me dicen que soy un rancio.
Y yo me pregunto:
¿Por qué me siento tan feliz?.
Será tal vez por los 3 fines de semana al año que paso con Carmen.
Será quizás por los 4 fines de semana al año que paso con Paqui.
Suma y sigue....
A mis amigas les doy y me dan cariño. Tengo lo positivo del matrimonio, y no tengo nada de lo negativo.
No entiendo nada de teorías de señoritos, sólo soy un simple camionero.
Tal vez la carretera me enseñe más de lo que yo pienso.
El movimiento continuo me hace feliz.
Aconsejo a mis amigos que se muevan.
Que se muevan mucho.
Atentamente: DRIVER

7:55 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ya.
¿Y que ocurrirá cuando se rompa antes de tiempo, antes del plazo pactado, otra separación o dicorcio?
Y además...
¿ Puede prorrogarse?
¿ Puede denunciarse?
¿ Hay tácita reconducción?...

5:22 p. m.  
Blogger jmcaleroma said...

Si se rompiera antes de tiempo, que es posible, no sería "otra" (en todo caso la misma) separación o divorcio porque el planteamiento de fondo es lo que ha cambiado. Sería un adelanto y tendría los efectos que hubieran previsto. Puede prorrogarse, denunciarse, reconducirse tácitamente...
¿Ya?

10:06 a. m.  

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