¿De dónde procede toda esta marea de basura? (Diario de un paranoico razonable. 28)
¿De dónde viene esta marea maloliente? ¿De dónde tanta mentira? ¿Cuándo comenzó éste aquelarre de miedo y de ignorancia?
Ninguna catedral será jamas construída ya: ninguna obra humana de los últimos cien años reviste el menor interés, al lado del boceto más elemental de Leonardo.
Qué pasa aquí.
Esas y otras preguntas que, como ya sabe usted querido lector, me atormentan como llagas desde hace años, derrotaron otra vez todas las defensas químicas que los doctores me obligan a ingerir para poder vivir en libertad. Me internaron unos días este verano. Otra vez las paredes blancas y las amables enfermeras.
Leía, releía los comentarios de Voltaire a la obrita de Beccaria "De los delitos y las penas", que como pocas otras, ha desnudado de manera breve y universal la crueldad sobre la que se asienta la autoridad del estado y... de pronto me encontré con esta frase:
"Los ladrones en Inglaterra son rara vez castigados de muerte; lo que se hace es transportarlos a las colonias".
Asi fue. Los juntaron allí y ellos se organizaron estupendamente. Luego, ellos mismos nos contaron utilizando con maestría el invento del cinematógrafo cómo aniquilaron a tiros de winchester a quienes habitaban tranquilamente aquellas tierras y poco después, preocupados por la economía, nietos de los buenos ladrones que fueron sus abuelos, se independizaron de Inglaterra porque no querían pagar tantos impuestos a la metrópoli. Así nació la nación que, nos guste o no, gobierna el mundo que nos tocó vivir.
Ellos no edificaron su estado sobre el Derecho Romano, sino sobre el derecho del más fuerte, del más rápido. Siguen con el revolver en la cintura y, cuando les parece conveniente a sus intereses, disparan.
Leerán esto que escribo. Espero que no lleguen a entenderlo.
Son poderosos, pero cortitos.
Mañana me dan el alta.
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