jueves, mayo 31, 2007

Ese instante.

Pasaron los días lentos en la penumbra de la habitación vacía. Ni siquiera el eco de las palabras que un día se dijeron allí impregna las paredes. El papel que un día alguien eligió después de muchas vueltas, las cubre ahora con ese cierto tono amarillento que certifica el paso de los años. Y allí desde no se sabe cuanto tiempo, un cuadro en el centro, recordando quien sabe cuantas miradas.
Entonces un día, en un instante preciso y único, el clavo falla y el cuadro se cae. Culmina así un proceso oculto a nuestra vista, imposible de detectar, que empezó algún remoto día. Ese sereno equilibrio de fuerzas que podía darse por supuesto mirando el cuadro colgado en aquella amplia pared, no era tal. Imperceptiblemente, cada milésima de segundo un leve rumor de fuerzas mínimas, casi inexistentes, preparaba con la lentitud infinita de una cámara lenta, cósmica y ancestral, el momento, el instante preciso. Llega con la sorprendente naturalidad de las cosas que ocurren. Nos muestra el curso inexplicable de lo que tenemos por evidente.
Entonces, el cuadro se cae.


martes, mayo 29, 2007

En guaraní "Jacarandá".

El color inexplicable del Jacaranda convierte la realidad de la calle en una alucinación. Su floración responde a ritmos indeterminados que pudieran tener alguna relación con alteraciones de temperatura más o menos bruscos. Pero nadie aún lo ha estudiado con detenimiento. Los manuales de botánica clasifican los árboles y en el esfuerzo por agruparlos atendiendo a la forma de las hojas o los frutos, vienen a atribuir condiciones a éste árbol mágico que no son demasiado precisas en algunos casos o simplemente no se corresponden con la realidad.
Antes de que el fantasma del cambio climático haya introducido una suerte de descoordinación general en la naturaleza capaz de modificar ritmos ancestrales en el sueño de los osos o en los cambios de residencia de las cigüeñas, la Jacaranda ya hacía las cosas a su manera. No sabemos con certeza , ni siqueira, su género gramatical: el jacaranda , la jacaranda, ¿las dos son correctas? .
Los que han convivido con este estrafalario árbol no advierten en su comportamiento nada anormal. Pero los que no tuvimos el placer de conocerlo hasta una edad madura, en compensación, tenemos el privilegio de poder percibir nítidamente su comportamiento peculiar y caprichoso. Tras un chaparrón de verano, si después sale el sol, las flores moradas pueden aparecer de forma masiva y repentina convirtiendo la calle o el paseo en una imagen retocada por Warhol y cercana a la visión que procura la ingesta de alguna sustancia ilegal y misteriosa. Ocurre sin embargo que dadas esas mismas condiciones, resulta que esas flores esta vez no salen. Y al revés. Al salir a la calle, una mañana de junio, la floración te vuelve a fascinar y cuando buscas alguna explicación en las inmediatamente anteriores incidencias metereológicas, sencillamente no la encuentras.
Cómo puede explicarse que tantas veces, incluso cuando el suelo se llena de hojas, el árbol este también repleto. Es capaz una floración intensa y sucesiva. No es posible determinar cuantas veces.
Y en ese trajín, nace el dialogo sin palabras entre ese árbol intrigante, impertinente y desquiciado, que mancha el suelo con una flor pegajosa, con algún jubilado que lo admira desde la triste serenidad de un banco a las diez de a mañana. Pasaba ayer a su lado y me miró. Los dos miramos a las preciosas Jacarandas del paseo y volvimos a mirarnos. Así un par de veces. Me hizo un gesto: interrogación y sorpresa. Le contesté sonriendo al tiempo que encogía los hombros pidiéndole comprensión. Este árbol es así. Sabe perfectamente que, como tantas veces, la belleza se sabe poderosa y autosuficiente. Nadie le pedirá explicaciones.

martes, mayo 22, 2007

Un homenaje muy merecido.

Recuerdo su figura de mendigo en los alrededores del Colegio Mayor y el cuchicheo entre nosotros al identificarle: es Sánchez Ferlosio, el de “El Jarama”. Sin apenas ningún dato más, aquel personaje me resultó atractivo. Algunos textos en forma de breves y densos ensayos sobre cualquier cosa y, sobre todo sobre la violencia, me descubrieron un escritor riguroso, profundo e inteligente. Pero sobre todo un pensador inclasificable y honesto, es decir, una especie en extinción.
Hoy leo en “El País” una entrevista suya con interés. Difícil marco para su pensamiento matizado y distinto que requiere de cierta extensión y detenimiento. Después busco textos y datos en Internet, y empiezo a esbozar un post, quizás en forma de entrevista o de confesión, ya veremos. Sigo buceando y saldrá lo que sea. Y se sabe que, cuando escribes algo, la primera palabra la pones tú, pero las demás nunca sabes de donde salieron.

Releo sus referencias, sus premios y las críticas de uno de sus últimos ensayos (“Non Olet”). Me sorprende la agresividad de una de ellas. No lo he leído, pero el crítico no duda en calificar este texto como un cúmulo de disparates, descalificando a mi admirado Ferlosio, a quien tacha de ignorante heredero de José Antonio Primo de Rivera y Marx, al mismo tiempo.

Este crítico se llama Fernando Serra. Me pregunto quién será y lo busco. Aparece su rostro( que te mira mientras lees esto) y su bibliografía en la página de la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra: Ingeniero Industrial por la Universidad de Cataluña y profesor Asociado de Producción, Tecnología y Operaciones de Dirección en la Universidad de Navarra. Aunque no localizo premios ni trayectoria que den fundamento y autoridad a su trato cruel al entrañable Ferlosio, su perfil y los méritos que localizo en tan significativa localización universitaria, empiezan a sugerirme la idea de prestarle mi blog para un muy merecido homenaje.
Entonces es cuando busco textos y encuentro un artículo que por su sorprendente contenido recomiendo a mis lectores, con el interesante título de “El origen de la riqueza y la permanencia de la pobreza”. En él ofrece muy distintas explicaciones a temas diversos que, sin duda, merece la pena conocer y meditar. Pero por si acaso no tuviera tiempo, mi querido lector, trascribo solo el párrafo referido al por qué de la desastrosa situación del continente africano y su original propuesta de solución:

"En efecto, el espectacular crecimiento de la población en los países subdesarrollados hace difícil romper el círculo vicioso de la pobreza. Lo más grave es que ha quedado roto el equilibrio "natural" entre desarrollo económico y demográfico. En las sociedades agrarias precapitalistas, la población crecía poco porque la alta tasa de natalidad se contrarrestaba con la también alta mortalidad, infantil sobre todo, y con las epidemias y hambrunas que periódicamente aparecían. La mejora del nivel de vida que trajo consigo la industrialización capitalista hizo que la mortalidad bajara drásticamente y creció consecuentemente la población. Sin embargo, la explosión demográfica europea del siglo XIX alcanzó como mucho el 1 por ciento de crecimiento anual, mientras que los PIB de las economías más dinámicas, como las del Reino Unido y Alemania, aumentaban entre el 2 y el 3 por ciento de media anual. Es decir, población y economía guardaban un equilibrio, o, dicho de otra manera, la riqueza crecía lo suficiente para mejorar la vida de casi todos los habitantes y para soportar un crecimiento sin precedentes de la población. Incluso las sociedades agrarias precapitalistas mantenían, aunque de forma brutal, un cierto equilibrio: apenas aumentaba la población porque la falta de alimentos y de asistencia sanitaria provocaba un gran número de muertos.Nada de esto sucede en las sociedades agrarias que todavía perduran, es decir, en las regiones más empobrecidas. La población africana crece al 4 por ciento desde el año 1960, lo que ha multiplicado casi por tres el número de habitantes en estos 40 años (la población europea "sólo" se dobló en todo el siglo XIX), mientras que su economía está desde entonces prácticamente estancada. Aunque sea duro reconocerlo, la intervención humanitaria externa es la "culpable" de que población y economía ya no acoplen sus ritmos. La labor de los organismos internacionales y de las ONG’s ha resultado relativamente eficaz en la mejora de la sanidad (vacunaciones masivas para erradicar las enfermedades infecciosas y parasitarias, y ello a pesar del efecto devastador del SIDA) y, en consecuencia, la mortalidad ha bajado (la de África es ahora la mitad que la europea a principios del siglo XIX).

“…”
Pero la historia del capitalismo demuestra también que, si se pretende trasladar los estándares laborales y sociales vigentes en los países industrializados a los menos desarrollados (trabas, por ejemplo, al dumping social o al trabajo infantil), se impide a éstos aprovechar sus ventajas comparativas en bajos salarios o en menores niveles de protección social. Las mejoras en estos campos deberán ser paulatinas y paralelas al desarrollo económico. En esta carrera no existen atajos y el país que intenta tomar uno vuelve al pelotón de cola. Para que la pobreza no permanezca más, se necesita, en pocas palabras, un capitalismo tan puro y duro como el que originó la riqueza.

Quede constancia para conocimiento público.
Estas ONGs, no se dan cuenta del daño que hacen.
Don Fernando, aquí un amigo.

viernes, mayo 18, 2007

Capítulo 30. Amapolas.

Cuando la tarde cae, el viento deja escuchar su voz en las montañas. Es como un lamento lejano, la voz de un niño gigante asustado, que grita desde el fondo del collado. El tiempo se hace visible al comprobar como esa bola de fuego se esconde lenta pero perceptiblemente en el horizonte. La soledad de unos matorrales en un paraje habitado solo por algún lagarto que aparece en las horas de sol, se ve apenas interrumpida por la silueta de un hombre, alto, enjuto, de largas barbas, que viste una chilaba del mismo color pardo de la tierra y que con pasos tranquilos, como cansados, se acerca, con sigilo, hasta el punto más elevado.
“Dios es grande, Dios en grande”.
En sus ojos cerrados puede ver el universo como una sola cosa. Abre sus manos y las extiende levemente hacia el cielo morado, casi rojizo. Siente el aire fresco que roza la piel blanca y delicada de la palma de sus manos afiladas, de uñas largas, pero limpias. Inspira y siente como penetra a través de su poblada barba con un leve susurro, el aroma a tierra seca, polvo y jara. Abre los ojos y allí donde el sol, se esconde, en su alma ve la Tierra girar.
“Dios es grande, Dios es grande”.
Un leve vendaval levanta algunos matojos secos y hace levantarse su túnica. Siente en lo más profundo aquella ráfaga de aire como otra confirmación de que su plegaria es escuchada por el Gran Creador de aquella inmensa bóveda que ahora él puede contemplar, cuando algunos mínimos puntos de luz muestran que su Grandeza no acaba en la Tierra, sino que se extiende por estrellas y constelaciones. Una corriente de comunicación limpia y directa le une con aquella infinita belleza. Todo su ser entonces se enaltece y siente de nuevo dentro de sí, la carga infinita, el deber excelso, la grandeza y la miseria de haber sido elegido por El Creador, para defender su Reino, de todos sus miserables enemigos. Allí delante como cada tarde eleva sus manos al cielo, contemplando con el último rayo de sol, la majestuosa quietud del escenario del combate.
Una roca de perfil amable le sirve de asiento. En su mente repasa los escenarios del combate, la fidelidad de sus generales, el inevitable curso de los acontecimientos que cada día le confirman su destino como enviado de dios para salvar a los hombres de quienes han hecho de la avaricia la única regla admisible, de quienes organizan cada día el asalto a pueblos indefensos para esquilmar los recursos que el Creador, el Benefactor, el Único, les regalo para alimento de sus hijos, de los responsables de tanta sangre inocente derramada en tierras santas. Y a la paz infinita de su alma asoma una corriente fría y precisa de rabia, palpa entonces una saliva espesa y amarga en su paladar y cierra los puños mientras tuerce el gesto y sus labios esbozan una mueca de odio y desprecio.
- Dios es grande y vengará su pueblo inocente. Dios nos ayuda cada día a luchar contra el infiel. Ellos tienen los aviones llenos de bombas, pero nosotros tenemos cientos, miles de soldados de Dios, dispuestos a luchar en su nombre, a morir en su sagrado nombre.
Los pensamientos le han levantado de su asiento. La rabia le hace caminar, moverse, hacia ninguna parte. Ya cayó la noche. Brilla como una señal Venus cerca de un horizonte rojo, violenta y morado que solo es una línea a punto de extinguirse. Clava sus rodillas en la Tierra y la besa como un soldado, elegido para la Gran Batalla.
El Gran Creador hizo que naciera en el punto exacto del mundo que le daría la oportunidad de conocer la Verdad. Vio la luz hacía ya cuarenta y nueve años en el seno de una familia de fieles, en Tierra Santa. Pero ha vivido en el corazón mismo del mundo infiel, donde el único dios es el dólar. Sus abuelos poseían una tierra que escondía en su vientre el tesoro negro que mueve el mundo. Hasta allí llegaron gentes de ojos claros y tez muy blanca, siempre sonrientes y siempre dispuestos a todo para acumular más riqueza. Como uno más vivió con sus hermanos en ese mundo podrido que un día comprendió que debía destruir para gloria de su Dios, el Único.
Después de crecer muy cerca del desierto y de la mayor riqueza, se trasladó a vivir como joven estudiante al centro del imperio, de la nación que domina hoy el mundo, como un día lo hizo Egipto o Roma. Tocó la fibra suave y caliente del poder exactamente en el lugar exacto donde reside.
Cuando la heroína se convirtió en la sustancia capaz de general más beneficios económicos en el menos tiempo posible, la vieja potencia comunista quiso para sí ese tesoro y decidió invadir el lugar del mundo donde el Gran Creador sembró millones de semillas, bajo un paisaje árido y desolado, haciendo que crecieran casi por generación espontánea esas plantas de flor roja y de pétalo casi de papel de seda, conocida también como amapola, en cuyo corazón, como una leche mágica y vegetal nace el opio. Esa misteriosa sustancia que procura desde la más remota historia del oriente un sosiego tan especial al alma humana, se convirtió en la mitad del siglo veinte en un negocio de primer orden, solo comparable al de las armas en períodos de conflagración mundial, al petróleo y a los diamantes.
Quiso El Gran Vengador que mi humilde nombre apareciera en los despachos más oscuros del Imperio, para ser el defensor de aquel pueblo invadido. Tuve así la ocasión de conocer desde dentro ese monstruo que desde hace un siglo devora pueblos enteros en nombre de al libertad. Fui su emisario para un cometido que, en aquel momento yo creía noble, pero que ahora sé que era en realidad era ruin, como todo lo que sale de sus mentes enfermas. Quisieron que expulsara de los campos de opio al invasor ruso y para eso me entregaron dólares y una estrategia espléndidamente diseñada para engañar a ese pueblo milenario. Siempre pensaron que era de los suyos y los favores de mi padre en asuntos de petróleo a apellidos importantes de aquella tierra infiel, hacían que tuvieran muy baja la guardia y me enseñaran demasiado. Mucho más de lo que hubieran querido que yo supiera. Y un día entendí que incluso habían utilizado Tu Nombre para sus miserables propósitos. Entonces entendí que solo Tu Mano podría tener la capacidad de mover tan bien los hilos que mueven las cosas que ocurren cada día, para permitir a un hombre ver desde tan cerca la Verdad de los que ocurre en la Tierra. Y desde ese mismo día entendí Tus palabras que nos convocan una lucha permanente y total contra el infiel para devolver a los hombres la paz que tu tienes reservada para ellos. Ese día comprendí mi alta misión y responsabilidad y empecé a preparar esa gran batalla en la que Dios de los guerreros cada día me ayuda. Tu me enseñaste también que toda la información que de ellos sabía, era suficiente para que mi impunidad estuviera asegurada.
Y después de que, desde nuestra fe en el Altísimo consiguiéramos expulsar al ruso invasor, un día comprendí que tenía que escoger entre consumar la felonía para la que me habían elegido o, consciente de mi misión en la Tierra al servicio del Único Amo
, empezar a liberar a aquel pueblo, del yugo del opio y a la Tierra y a los Hombres, del Mal en estado puro, del que todavía recibía mis suculentos emolumentos.
Y aquí estoy después de los años, frente a ti Dios de la Noche, para ofrecerte mi alma y pedirte fuerzas renovadas cada día para nuestro combate.
OH! Dios ayuda a nuestros emisarios en Sofía, ilumina sus mentes y dales la claridad y la valentía necesaria para que sepan iniciar como dignos soldados de Tus Ejércitos, la batalla del Al Ándalus, usurpado hace siglos por los infieles, ahora aliados como hermanos de sangre al
Gran Infiel, al ese monstruo del Mal al que desde el cielo, hace ya un año tu castigaste como se merecía.

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viernes, mayo 11, 2007

(Esta foto no es de ninguna película).

"Han sido siete días interminables. El sol quema. El agua del mar está salada. El aire era salado también.Nadie hablaba y por eso se oía el mar. Es como la respiración tranquila de un dios de agua. Las noches fueron largas y al manecer del quinto día él estaba muerto. Lo tiramos al mar y se fue flotando, aunque parecía que miraba el fondo del mar, ya estaba muerto.
Antes de ver la tierra empiezas a olerla. Ese momento fue alegre. Nos miramos y sonreímos. Estaba cayendo la tarde y vimos que allí en el horizonte unas nubes negras derramaban agua. Ysupimos que el agua caía sobre la tierra. Por eso olía a tierra mojada y entonces supimos que podríamos sobrevivir.


Pienso en mi madre y recuerdo el día que murió mi padre. Tengo una mujer hermosa que lloraba cuando me vio partir. Abrazaba a mi quinto hijo que chupaba de sus pechos las últimas gotas de leche. Ellos volverán a llorar mañana cuando me vuelvan a ver y empezaré otra vez a planear mi travesía. Algún día podré llegar a alguna costa solitaria y pasar sin que me vean. Trabajar en el campo, coger fresas y después de un tiempo, tener papeles. Entonces mis hijos ya no tendrán hambre. Es difícil , pero seguiré. No me importa morir intentándolo.


Esta vez nos han visto y no sirvió de nada aguantar siete largos días encima del mar.
Pero estoy vivo.
Estos hombres que nos dan las mantas nos tratan bien. Ellos nos dejarían vivir aquí. Los que mandan son diferentes. Eso es igual en todas partes.


Mi amigo murió. No se cómo voy a decirselo a los suyos."

miércoles, mayo 09, 2007

Recuerdo de una canción.


Dolores Llanuras y Secas, de lentos años de edad, más conocida por "La Mancha", soltera y natural de España, domiciliada en posguerra a V.I. respetuosamente,

EXPONE:

Que deseando optar, para prosperar, como las demás de la vecindad, ruega se le dé opción a una integración en zona industrial y Universidad.
Y creyendo reunir las condiciones exigidas a V.I., por ello


SUPLICA:

Se digne ordenar su inclusión, como una más, participante en el concurso-oposición, que para cubrir dichas plazas tendrá lugar proximamente.
Adjunta documentación.

Gracia que espera alcanzar de V.I. cuya vida guarde Dios muchos años.


Ciudad Real, uno de siempre de mil novecientos y pico.
Canción de Javier Segovia.
Versión de "Todavía 21.3.07"

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martes, mayo 08, 2007

Domingo de invierno.

Fotografía de Félix Melendo.
Hay un vientecillo frío que hace más azul el cielo. La mañana presenta el día entero, limpio, sin ningún disparate todavía. La fiesta hace que la gente duerma un poco más o se retrase en el desayuno, y por eso la calle y el parque se ofrecen vírgenes, ordenados, con la tranquilidad y la lógica aplastante de su presencia solitaria. Al fondo un tipo maduro hace footing, pero su carrera esforzada, el ritmo de sus pasos, se ajustan sin dificultad a la línea de césped que recorren( le sigue un perro, parece). Huele a horno de pan, pero la noche dejó en el aire una pincelada de angustia que también se mezcla con el aroma a césped mojado. Dentro de unas horas, aparecerá el desconcertante ir y venir de abuelos y nietos, cochecitos de bebe junto a padres distraídos, que leen un periódico, ciclistas temerarios con casco y rodilleras, balones que siempre se salen del trozo de césped y van a detenerse al lado de una papelera, como meteoritos de un extraño satélite, alterando el guión del lugar hasta que aparezca alguien a recogerlo y las cosas recobren su propia coherencia. Vendrán aún más a llenar los bancos de cáscaras de pipas. Entonces el día soleado de invierno en el parque de la gran ciudad, pierde ya la sencilla belleza de líneas y colores que tu guardaste en esa foto. El domingo cursa su absurda cadencia y el día se emborrona con ritos vividos sin esperanza, rostros inexpresivos y la amenaza cierta e inevitable de una pareja que camina del brazo mientras él escucha con un solo auricular Carrusel Deportivo.
Antes de que todo eso empiece a percibirse, un par de nubes sobre un azul frío y limpio tocan discretamente tu alma de artista. Miras allí y atiendes la llamada. Un avión guarda silencio para no estropearte la fotografía. Levantas levemente una ceja y la arruga de tu mejor sonrisa quiere dibujarse. Ahora en tu mente la ves y la imaginas, al mismo tiempo. Un instante después sueñas con tenerla revelada.
Ahí está.
Es domingo en el parque y la mañana fría mantiene por un momento la belleza de las cosas.

sábado, mayo 05, 2007

Cometas (1)



(Fotografía de Félix Melendo).

Aterrizo por fin en Afganistán. No en ese país virtual, inventado en cada telediario, sino en el auténtico, el de las cometas. Amid tiene mi edad y abre mi curiosidad con habilidad cuando apenas hemos cruzado unas miradas. “Recuerdo el instante preciso en un día gris del invierno de 1975, agachado detrás de un muro medio derruido, mirando hacia una callejuela al lado de un riachuelo helado. Entonces me convertí en la persona que soy”.
La ciudad de San Francisco y el tiempo transcurrido le dejan ver con nitidez ahora esos dos muchachos subidos en la rama de su árbol, su amor profundo por Hassan, aquel amigo Hazara de increíble puntería con el tirachinas a quien leía historias inventadas y confundía con el significado de palabras que no conocía. Me cuenta, y aparece entonces una sombra de temor en sus ojos, el recuerdo de la figura escultural de su padre, Baba, sus manos poderosas . Le costaba reconocer como hijo a un niño que no peleaba nunca y al que le gustaba inventar historias. Pero “los hijos no son un libro para colorear”. Esa fue la primera frase que recuerda de Rahim Kahn, el mejor amigo de su padre que luego sería también su mejor amigo.
-“Precisamente me acaba de llamar por teléfono, perdona”.

Le dejo hablar tranquilo y miro por la ventana del apartamento a una estrecha calle de ésta ciudad casi mediterránea que recibe el viento salado del Océano Pacífico. Siempre hay un momento en que nos convertimos definitivamente en lo que somos. Sus palabras me han recordado mi infancia en un pueblo de apenas cien habitantes, el tirachinas que un amigo manejaba mucho mejor que yo, la distancia invisible entre niños de diferentes familias, el árbol que de tanto visitar reconocíamos como propio, el primer folio en blanco que recibió mis palabras como prueba visible de algo impreciso que tienes dentro y quiere salir como sea. Me asomo a historias de su infancia en un país tan lejano y me reconozco en ellas, como si en cualquier lugar, a los doce años, no existieran distancias, ni fuera posible ninguna diferencia.


En la calle unos chavales pasan corriendo, riendo y mirando hacia atrás. Sonrío imaginando que habrán hecho.

martes, mayo 01, 2007

Recordando a Hilario.


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