La sabiduría profunda de un taxista manchego.
Ha empezado un nuevo día y la niebla se separa de la tierra humeda cuando el sol empieza a calentar la llanura manchega. Siento la alegría especial de llegar a mi tierra y me sorprende la temperatura. Esperaba más frío a finales de noviembre.
Nunca sabes cuál es el primer taxi que tienes que coger de los que estan preparados a la salida de la estación. La disposición de los coches nunca responde a la lógica del viajero. Es el resultado de largas y profundas discusiones absurdas entre los taxistas, que finalmente se resuleven por la tozudez o la mayor simpatía de alguno de ellos.
"Aquel, el que esta debajo de la marquesina", me aclaran.
Es un hombre metido en los cincuenta, con grafas de moldura muy gruesa, bien aseado y de ojos un poco tristes que me miran desde el retrovisor, a través del cual hablamos. Le indico el destino y sin alterar su semblante comienza la que quizás sea su primera carrera del día.
- "Como va la cosa", le pregunto para romper el silencio.
- "Mal, cómo va ir".
- "En Sevilla están en huelga sus compañeros"
- " Y qué piden"
Le digo que no lo se, pero que un amigo me avisó anoche, para que tuviera previsto con tiempo cómo llegar a la estación. Se hace el sliencio de nuevo. Entonces lo interrumpe y comienza hablar sin mirarme por el retrovisor, como si hablara solo.
-" En España es que hemos cogido mucha tontería en poco tiempo. Mucha tontería en poco tiempo. Fijese, yo tengo un amigo que pidió un crédito de cinco mil euros porque decía que tenía las orejas un poco salientes. Con treinta y pico años ya.Las orejas. Y ahora resulta que no puede pagar el crédito. Y, por lo visto le han dejado las orejas fatal, con cicatrices y... en fin".
Le miro y compruebo que no se rie. Sigue serio, no quiere hacer bromas. Simplemente me cuenta cómo ve las cosas.
Y repite."Aquel, el que esta debajo de la marquesina", me aclaran.
Es un hombre metido en los cincuenta, con grafas de moldura muy gruesa, bien aseado y de ojos un poco tristes que me miran desde el retrovisor, a través del cual hablamos. Le indico el destino y sin alterar su semblante comienza la que quizás sea su primera carrera del día.
- "Como va la cosa", le pregunto para romper el silencio.
- "Mal, cómo va ir".
- "En Sevilla están en huelga sus compañeros"
- " Y qué piden"
Le digo que no lo se, pero que un amigo me avisó anoche, para que tuviera previsto con tiempo cómo llegar a la estación. Se hace el sliencio de nuevo. Entonces lo interrumpe y comienza hablar sin mirarme por el retrovisor, como si hablara solo.
-" En España es que hemos cogido mucha tontería en poco tiempo. Mucha tontería en poco tiempo. Fijese, yo tengo un amigo que pidió un crédito de cinco mil euros porque decía que tenía las orejas un poco salientes. Con treinta y pico años ya.Las orejas. Y ahora resulta que no puede pagar el crédito. Y, por lo visto le han dejado las orejas fatal, con cicatrices y... en fin".
Le miro y compruebo que no se rie. Sigue serio, no quiere hacer bromas. Simplemente me cuenta cómo ve las cosas.
-" Aquí hemos cogido mucha tontería en poco tiempo"
Sonrío pensando en la frase y en su certero diagnóstico.
La profudidad de su contenido y la sencillez de su expresión me recuerdan una peculiar forma de sabiduría típicamente manchega.