sábado, abril 29, 2006

Diario de un paranoico razonable.( 1 )


Debo tener cuidado. Este texto que empiezo a escribir ahora es muy peligroso.
Es tiempo de empezar a reaccionar si no queremos que pronto sea demasiado tarde. Todavía no os puedo decir quién, pero lo hace muy bien. Estamos ante un enemigo inteligente. En parte eso es lo apasionante de la tarea que tenemos por delante. Detesto la estupidez sobre todas las cosas. Admiro la inteligencia como un don y también como un logro. Admito que respeto a quien actúa con inteligencia con independecia de lo macabro de sus objetivos. La inteligencia sirve a ángeles y demonios con idéntica dedicación y eficacia. Se puede decir que se sitúa, con pulcritud e indiferencia, más allá del Bien y del Mal.
Entre las primeras certezas que he tenido y quiero dejar aquí constancia es que quien quiera que sea que esté detrás de todo esto, sabe lo que hace. No es extraño que seamos pocos por ahora los que hayamos advertido el peligro. Lanzo en éste blog mi alerta y mi llamada para convocar a todos los que ya no tengan duda de que hay demasiadas cosas que no encajan, demasiadas cuentas que no salen, demasiados cabos sueltos. Estamos frente a un enemigo inteligente pero, si sabes mirar, está dejando ya algunas pruebas evidentes al descubierto. Por qué nadie hasta hoy no haya sido capaz de verlas y reaccionar ante el engaño, me hace sentirme aún más preocupado. Debo ser cauteloso pero, y ésta es mi segunda certeza, con éstas palabras empiezo un camino grandioso al servicio de la Humanidad, pero incierto. Espero encontrar pronto compañeros de viaje.

Si un día apareciera en nuestras calles un hombre del Renacimiento, de la Ilustración o simplemente de finales del siglo XIX, gracias al tan deseado artilugio de novelas y películas conocido como la “máquina del tiempo” y pudiera ver con sus ojos la situación que estamos viviendo, pensaría con bastante fundamento que los hombres y las mujeres de nuestras ciudades y de gran parte de los pueblos estan siendo vícitimas de unas durísimas sesiones de hipnotismo que han conseguido dejar sus mentes en un nivel de funcionamiento muy cercano a la idiocia. La situación es tan grave y extendida que, cualquier detective recien incorporado a tan noble profesión, pensaría que solo por medios capaces de un efecto masivo como el aire que respiramos o el agua bebemos puede haberse producido tan general envenenamiento. Tenemos que imaginarnos como hombres de otro siglo para recuperar, si nos queda, un resquicio desde donde empezar desde cero. Es una situación límite.

Nustras únicas y verdaderas armas son las mismas con las que el Hombre ha vencido a quienes intentaron su aniquilación desde el principio de los tiempos: la Integencia, que ya hemos dicho que es también un arma que utilizan nuestros enemigos y Palabra, que es nuestra arma exclusiva. El enemigo no sabe, no puede y no quiere utilizarla. Sabe que para sus pérfidos fines es mejor el silencio.El enemigo es, quien quiera que sea, el Innombrable.
Empezaré dejando anotadas algunas claves para descubrir la conjura.

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viernes, abril 28, 2006

Bicicletas.


La calle, nervio vivo de la ciudad, pasillo común de los vecinos, es cada día un poco más hostil, ajena, incómoda hasta lo insoportable; coches, motos compitiendo por un sitio para avanzar en una carrera imposible dentro del atasco. Detenidos y arrancando continuamente en cada semáforo. Ciudadanos solitarios, enojados o aburridos, gastan de manera estúpida su tiempo y su dinero sumergidos en un fragor de motores y humos, a bordo de coches que le quitan dinero de su bolsillo incluso por el simple hecho de aparcar, (si encuentran sitio).
Inaguantable.
Frente a la ciudad invadida de coches y agobiante, la bicicleta nos ofrece su alternativa limpia, sencilla, igualitaria y perfecta.

Entonces la ciudad se relaja ya sin prisas, se libra del humo y el ruido. El paisaje urbano se llena de siluetas móviles que se deslizan solitarias o en grupos. Cada una es un homenaje al sentido común, un ejemplo de sabiduría aplicada a la gestión de lo cotidiano. Las distancias propias de la ciudad, de casa al trabajo, a la compra diaria o a la casa del amigo se hacen abarcables. La ciudad se ensancha y respira. Los barrios se alargan, pero la magia de las dos ruedas los acerca. Y aparece sitio para el árbol y la fuente. El diseño de los edificios se adapta también a lo razonable porque pierden sentido las alturas.
El mundo urbano es entonces razonable, caminar por la calle te reconcilia con tus conciudadanos, como vecino que odia el ruido, el humo y la locura del atasco permanente.


Es tan fácil y tan barato adaptar las calles de las ciudades para hacerlas adecuadas al uso de las bicicletas por todos los vecinos, que es difícil entender por qué no es una propuesta política seria, consistente, continuada y conjunta de instituciones públicas como los ayuntamientos o los ministerios de sanidad, cultura, deportes, transporte , incluso de la dirección general de tráfico. Sólo se les ocurre prohibir y sancionar para mejorar nuestras vidas.

Asterdam.
Pisa.

La bicicleta.
El medio más saludable de llegar a cualquier sitio en las distancias propias de una ciudad. Ahorras combustible mantenimiento ,aparcamiento y dejas de adorar a ese dios metálico que es el coche . De paso te evitas el gimnasio, esquivas al psiquiátra. Entre todos una pasta: suficiente para poder invitar a alguien a cenar de vez en cuando.
Así la bicicleta nos da salud y el dinero que no nos quita. Y ya vendrá el amor.
Algo tenías que poner de tu parte.

viernes, abril 21, 2006

Atención a algunos "defensores" de Occidente.


Sin mayores argumentos, basta contemplar el bullicio multicolor de la madrileña Plaza de Callao a las siete de la tarde, pasear entre las novedades editoriales de cualquier librería, admirar el orden perfecto de los aviones que aterrizan o despegan de cualquier aeropuerto, o imaginar la actividad que en éste preciso instante se está produciendo en todos los quirófanos de nuestros hospitales, para sentirse orgulloso de pertenecer a esa minoría de países de la Tierra, que han alcanzado un mayor nivel de desarrollo económico, cultural, científico técnico, pero también político. Eso que llaman Occidente. Si matizamos un poco más, podemos decir que precisamente Europa frente a Estados Unidos, reúne un promedio de ese conjunto de parámetros especialmente alto. Puede que seamos económicamente más débiles, pero somos infinitamente más diversos y tolerantes. Pisamos sobre un patrimonio cultural antiguo y sabio. Tenemos leyes más justas y una opinión pública más exigente: la pena de muerte resulta inaceptable entre nosotros, por ejemplo.
Por todo esto, tenemos razones para sentirnos afortunados por el lugar en donde nos tocó vivir.
Ahora bien, tanto desde la perspectiva de un eventual “dialogo de civilizaciones”, como desde la posición contraria de defensa numantina de nuestra civilización frente a los enemigos exteriores, o para poder afrontar con rigor la llamada“crisis de occidente”( la lucha contra los enemigos interiores), o incluso para proponer su abolición, habría que comenzar fijando los rasgos que definen esa "cultura occidental".

El manifiesto “Occidente, fuerza de civilización”, recientemente promovido en Italia, es un buen punto de partida. No por cómo lo define, sino por lo contrario . Después de leerlo atentamente, ya sé lo que , en mi opinión no es propio de nuestra cultura occidental.
Es un texto lleno de trampas.
Desde la primera frase:
”L’Occidente é in crisi. Attaccato dall’esterno dal fondamentalismo e dal terrorismo islámico, non é capace di respondere alla sfida”.
La frase sitúa el fundamentalismo en el exterior, es decir olvida u oculta el riesgo derivado del fundamentalismo interior, y de paso omite el adjetivo “religioso”. Ambos detalles nos ofrecen pistas interesantes sobre los autores del texto.
El final de la frase afirma que occidente nos es capaz de responder al terrorismo islámico. Se trata de comenzar infundiendo miedo al lector obviando la realidad más palmaria: los autores del mayor atentado terrorista en suelo europeo fueron detenidos en pocas semanas y están siendo sometidos a enjuiciamiento.

Después de una expresión propia de fundamentalistas (“minada(Europa) internamente por una crisis moral y espiritual”), el texto parece renegar de valores específicamente occidentales, como la solidaridad y el sentido auto-crítico, que nos lleva a intuir que en la raíz del terrorismo pudiera encontrarse, como un factor más, la insoportable realidad de millones de humanos que mueren de hambre mientras nosotros gastamos ingentes cantidades en dietas de adelgazamiento:”nos sentimos culpables de nuestro bienestar, sentimos vergüenza de nuestras tradiciones, consideramos el terrorismo como una reacción a nuestros errores”.

Es tramposo cuando señala como causa de la paralización de la idea de una Europa unida, una posición de enfrentamiento con los EEUU. Lo que ocurre es precisamente lo contrario y quien en primer lugar vería seriamente amenazada su hegemonía con el renacimiento de la idea de una Europa unida y fuerte es precisamente el amigo americano.
Para que ya no sea necesario buscar autores del manifiesto , termina el párrafo con una cita papal: “Hoy occidente no se ama a sí mismo”. ¿ Qué querrá decir?¿Todavía tenemos que mirarnos más al ombligo? ¿No es un insulto esa frase para quienes extramuros de occidente mueren de hambre, ante nuestra indiferencia?

Continúa el discurso fatuo (...”la fuerza de hablar al corazón de sus ciudadanos”), lleno de obviedades (“comprometidos a hace frente al terrorismo”). Promueven la “integración de los inmigrantes” y la defensa de la vida queda circunscrita al problema del aborto. Defiende el concepto tradicional de familia.
En el ámbito político promulga la separación Iglesia Estado, sin “rendirnos a la tentativa laicista de relegar la dimensión religiosa a los privado”, el principio de “toda la libertad posible y todo el Estado necesario”, con el que no posible estar en acuerdo o desacuerdo si no sabemos qué se entiende por “necesario”. Después aplica el principio a la educación ( todos los colegios privados posibles , pero públicos solo los necesarios). Finalmente termina con una apelación patriótica y una confesión de credo liberal conservador.

Ni una referencia a los excesos de la Europa de “los mercaderes”, a la odiosa hegemonía de criterios económicos en todos los ámbitos de la vida individual y social en nuestras sociedades. Todos los problemas se remiten al “progresismo y el laicismo que reniegan de las costumbres milenarias de nuestra historia”.

No es éste el Occidente que admiro y del que me siento orgulloso de pertenecer.
El texto demuestra que aprovechando una supuesta amenaza exterior , algunos pretenden recuperar la influencia y el poder que la evolución de nuestra cultura occidental, alrededor del respeto a la dignidad del individuo que piensa, les ha ido arrebatando.
Sin embargo,tranquilos. La grandeza de nuestra civilización es que supuso el triunfo de la razón sobre el miedo, de la libertad sobre la coacción solapada, de la tolerancia y la autocrítica sobre la cerrazón autocomplaciente.
Precisamente en lo contrario que defienden éstos curiosos, tramposos y falsos defensores de Occidente.

miércoles, abril 19, 2006

Capítulo Undécimo.

La luz tenue de diciembre obligaba a trabajar todo el día con las lámparas de mesa encendidas lo que hacía más largas las jornadas de trabajo en la Embajada. A final de año, cuando tenían que cerrar informes, remitir presupuestos o culminar la dichosa memoria anual se quedaban trabajando hasta bien entrada la noche. El embajador había citado a última hora a Ricardo y en el vestíbulo del despacho esperaba su turno sin la compañía de Esther que había salido para hacer unas compras navideñas y se había despedido hasta el día siguiente. Fernando de la Vega estaba fuera, probablemente unos días de permiso en España y Ricardo iba a despachar directamente con el Sr. Embajador. El edificio, una casa señorial de principios de siglo, con dos plantas y rodeada de un jardín no demasiado cuidado, en la única zona de cierto nivel de la ciudad, a esas horas estaba casi vacío. Ricardo no debía ceder a la insana tentación de escuchar la conversación telefónica del embajador, pero en el silencio de aquellas estancias de techos altos, se enteraría aunque no quisiera. Inicialmente solo percibía el tono entre preocupado y enfadado de su voz. Poco después empezó a interpretar el sentido de sus palabras. Los sucesos del 11S que habían provocado una auténtica convulsión en el mundo cerrado y tenebroso que el ordenador de un activista fallecido les había mostrado, empezaban a tener consecuencias también en el mundo suave, bienoliente y aparentemente insípido de las relaciones internacionales. Si no eran imaginaciones suyas, de acuerdo con lo que acababa de escuchar, el gobierno español había decidido que unos acontecimientos de la transcendencia de los ocurridos en las emblemáticas Torres Gemelas de Nueva York exigían una reacción adecuada a la gravedad de las circunstancias. Para ello se habían establecido unas líneas de actuación que debían ser conocidas en todas las embajadas y que suponían en algunos aspectos cambios radicales en las líneas tradicionales de política exterior. Después de algún comentario cargado de ironía podía deducirse que al embajador esa especie de toque de alarma general le parecía exagerado, contrario al movimiento pausado y metódico con el que él hablaba, se movía. En el lenguaje tríptico propio de esos despachos , que Ricardo empezaba a interpretar, parecía referirse a uno de los documentos recibidos desde Madrid, que les afectaba especialmente a quines tenían destinos en la zona de zona de los Balcanes. Lo que el Embajador veía con cierto temor era la alteración unilateral del régimen de relaciones y encuentros con el ámbito más radicalizado del llamado mundo árabe. Las instrucciones recibidas eran claras: prioridad absoluta para la remisión de todas aquellas informaciones que pudieran tener relación con grupos de inspiración islamista. Aquella especie de circular remitida a todas las embajadas del mundo, según el embajador, podía ser un gesto de amistad para el mayor agrado de los EEUU. Desde luego que eran un país amigo y en los momento más difíciles de su historia debíamos estar a su lado sin ninguna reserva, pero desde el punto de vista de la prácticas diplomáticas tradicionales, aquello era “una payasada”, que era el término que él utilizaba para cuando quería decir una barbaridad. Parece ser que el texto no matizaba y su falta de rigor podía dar lugar a malos entendidos. “ Ya sabes que si evitas “éstas diabluras”( estos malentendidos) nos ahorramos horas y horas de trabajo. Además “ nunca queda bien luego por mucho que lo cosas” decía el embajador rozando casi el afeminamiento en su cadencia de voz. Al criterio de embajador, lo “mas feo de todo” era que, del propio texto parecía dar por sentado que los gobiernos españoles habían sido tradicionalmente tolerantes con la actividad de grupos radicales islamistas en territorios de nuestra influencia, siempre que los efectos tuvieran lugar fuera de nuestro territorio.”¿Quién habrá escrito esta mamarrachada?”, se preguntaba indignado e incrédulo. Aquello podía ser cierto, según se entiendan las cosas, pero desde luego, en ningún caso era admisible que pudiera reconocerse por escrito, como indirectamente el texto de la circular hacía: “las prisas no valen en éste trabajo”.
- “ Te dejo que todavía tengo una reunión con mi Jefe de Seguridad y luego tengo una cena con el Ministro de Cultura de la que no me he podido librar. Ya veremos donde acaba todo esto”.
El Embajador terminó su conversación y se hizo el silencio, todavía mayor en los oídos de Ricardo agudizados por su atenta y clandestina escucha. Alarmado abandonó discretamente el escondite , entre la puerta del despacho y un armario fichero, desde donde había captado la interesante conversación. Se aproximó amortiguando sus pasos hasta el tresillo de la habitación contígua, en donde debería estar esperando su turno y cogió una revista desfasada del Ejercito del Aire simulando estar enfrascado en su lectura. Primero el olor a perfume y después el propio embajador.
- “ Perdoneme Ricardo. Pase y le cuento en un minuto. Se me ha hecho tarde”. La mano grade y suave acompañada de otra bocanada de perfume caro introdujo a Ricardo en el espacio misterioso y alfombrado del despacho del Sr. Embajador.
- “Le he preparado un pequeño dossier y al final vera una circular que hemos recibido de Madrid. Como advertirá usted enseguida entre otras cosas , tenemos que preparar un informe que reuna todos los datos o , en general cualquier información útil que pueda tener conexión con grupos islamistas radicales de las que figuren en los archivos de la embajada. Ya leerá los términos en los que nos lo solicitan, casi mas propios del ámbito militar, pero parece que desde algún despacho se entiende que estamos en tiempos de guerra. Me reservo mi opinión, que como usted comprenderá no le Sirve para mucho. Somos funcionarios públicos y debemos seguir las líneas de actuación que marcan quienes mandan. He estado dando un vistazo y he hablado con mis anteriores colegas. Tenemos muy poco. En todo caso, habrá que recopilarlo y darle cierta forma.”
El embajador hablaba con cierta prisa y eso le hacia ser menos cuidadoso con el contenido de sus palabras. Cuando Ricardo se iba a sentar le alargó una carpeta con el sello de información clasificada que Ricardo reconoció a pesar de haber visto alguna similar en un par de ocasiones solamente. El gesto indicaba claramente que no iban a sentarse y , por si había alguna duda, el embajador se dirigió al perchero situado al otro lado de la habitación para coger su chaqueta. Mirando por la ventana y sin dejarle hablar concluyó:
- “ Si tienes algún problema ya me lo comentarás. De todas formas creo que le llamarán los del Servicio de Inteligencia . Ya está abajo el coche”.
Sin apenas mirarle le indicó con la mano que saliera del despacho.
“Cierra usted los ordenadores y de le una vuelta a todo con atención. Ya ve que estamos en guerra”, dijo con la ironía que matizaba todo lo que decía aquella tarde, mientras bajaba la escalinata de salida.

Cuando llegó a casa, aunque cansado Ricardo tenía necesidad de contarle a Quijares todo lo que había oído. Sonó el teléfono cuando se dirigía a hacer esa llamada. Era Quijares.
-“ Si”.
- “ Dónde te metes...levo media ahora llamándote. ¿ Has vuelto a ver al curioso del bosque ?”. Quijares después del incidente del misterioso espía había perdido la tranquilidad y parte de la confianza que tenía en su compañero de aventuras.
- “ He salido ahora mismo. El embajador me tenía que encargar una cosa...” Ricardo no sabía como enlazar con la parte más interesante de la tarde. “Pero tengo informaciones nuevas que te interesarán”
- “Pues si vieras como está el correo del Pirata...vamos a hacer horas extraordinarias para leer y contestar todo lo que esta llegando”.
- “Has leído algo ya o has visto de qué va”.
- “Parece que ha detenido a cedulas islámicas en España . Los del Norte están asombrados y asustados, pues parece que desde siempre la policía española hacían la vista gorda con esa gente.”
Ricardo advirtió que el contenido de la información que llegaba al ordenador del Pirata era el mismo que circulaba por las embajadas . La idea de que algo estaba pasando le sobrecogió.
-...
- “¿Ricardo?
- ...
- “ ¿Me oyes Ricardo?”, Quijares empezó a intranquilizarse con el silencio de su interlocutor.
- “Si te oigo. Voy para tu casa”.
- “¿Ahora?”.Quijares hablaba desde la cama y en calzoncillos.
- “Lo siento Fernando, pero te tengo que contar algo y te va a gustar”.
Es como si estuvieran cerca de algo, escuchando un sonido imperceptible , pero muy conocido. Como laminas que puedes mirar y solo ves manchas, pero al desenfocar la vista aparece una increíble imagen a relieve. Los dos tenían la sensación de estar cerca, muy cerca de algo interesante. Pero lo que convertía esa sensación en especialmente obsesionante era la certeza de que el azar les estaba mostrando un camino que no deberíanhaber iniciado. Que iban a llegar a una fiesta a la que no habían sido invitados.

lunes, abril 10, 2006

Cada año igual.


Cada año igual, más de lo mismo.
Los esperados momentos estelares precedidos de todo un calendario de reuniones y nombramientos que son como fueron y como seguirán siendo. Otra vez a repetir miméticamente los mismos gestos del año pasado. La monotonía, el estancamiento querido, deseado, buscado de propósito, exaltado hasta la saciedad, proclamado como algo bueno, positivo, de lo que se debe estar orgulloso. “Hago lo mismo que hizo mi abuelo y quiero que siga haciendo lo mismo mi nieto”. No es posible imaginar una mentalidad más contraria a la idea de progreso, de superación, de avance, de cambio. Las túnicas, los pasos y las velas, se asientan en una concepción paralizante, estática del mundo, del Hombre, de la Vida. Se trata de cumplir el triste propósito de que todo siga igual, que nada cambie.

Con un calendario establecido atendiendo al ciclo lunar, asistimos cada año en Sevilla y en tantas otras ciudades, a la apología pública y multitudinaria de una mentalidad ultraconservadora, aglutinada alrededor de ceremonias y ritos religiosos, dirigidos por clérigos y seglares afines, capaces de protagonizar una ocupación masiva de los espacios públicos de la ciudad sin parangón con ninguna otra manifestación social.
Cada año, más o menos, la misma parafernalia, los muchachos con chaqueta y gomina, las muchachas estrenando vestido, el carrito empujado por el ama de casa que coge del brazo al padre de familia,los novios cogidos de la mano, los uniformes pseudomilitares de las bandas de cornetas y tambores en fila marcando el paso, los rostros tapados bajo un lúgubre atuendo ligado en sus orígenes al Tribunal de la Santa Inquisición, la estética gore de la sangre, las velas, el incienso, el oro y las piedras preciosas del manto, las autoridades detrás del paso y el pueblo detrás apretujado, las supersticiones ensangrentando los pies del nazareno y, cuando menos te lo esperas, el Himno Nacional.

Cómo es posible que cada año semejante convocatoria tenga el éxito asegurado. Cómo puede entenderse que no se escuche una sola voz crítica, ni desde planteamientos estrictamente religiosos ( ¿tantas joyas para quien tendría que representar la Sencillez? ) ni con mucho más motivo desde planteamientos laicos (milagro en las ondas: la SER y la COPE unidas fraternalmente con programas idénticos de promoción , apología y retrasmisión de los fastos).

Qué significa todo esto. Cómo puede defenderse que no significa nada. O será que no hemos avanzado apenas, que detrás de tanta aparente progresía no hubo razones de peso que llegaran a calar realmente entre nosotros, que tenemos todavía pendiente el cambio a una sociedad del progreso frente a la parálisis, de la imaginación frente al aburrimiento, de la Razón frente a la mojigatería supersticiosa. No será que, si escarbamos un poco, seguimos en la España perpetua de la mantilla, el traje de los domingos y el sueño de que todo siga igual, que nada cambie.

Recuerdo una conversación entre un grupo de chavales de quince o dieciséis años que vivían intensamente el denominado “ periodo de la transición”. Era abril de 1979. Después de criticar de forma ácida y minuciosa la exhibición de irracionalidad que contemplábamos en las calles de una pequeña ciudad castellana, en éstos primeros días de primavera, uno de ellos se atrevió a conjeturar:
- “Pero bueno...¿cuántos años más puede durar todo esto?. En ocho o diez años seguro que habrá desaparecido.”

Es obvio que erré en el pronóstico, pero sigo sin entenderlo.

jueves, abril 06, 2006

Capítulo 9.

La nieve y el frío convertían en heroicas las salidas dominicales para hacer footing. Sin embargo, aún así, eran ya casi un rito que Ricardo y el Inspector Quijares disfrutaban y esperaban. Todas las mañanas de domingo, sin que tuvieran que quedar expresamente, se encontraban a las 9’00 h. en la plaza de Ferhidan, punto medio entre sus respectivos apartamentos. El sudor les desintoxicaba de los excesos de la noche anterior y de las tensiones de toda la semana. Aunque podían verse casi a diario, era ese momento en el que el esfuerzo físico les desinhibía y en un sendero del parque Skïdea, o siguiendo el camino de sirga del río encontraban la intimidad necesaria para ser sinceros. Colleen después de las lágrimas había entregado mejores cosas a Ricardo que vivía momentos muy especiales en una relación que a todo el grupo le parecía simpática por el encanto casi ingenuo de los dos. Ricardo no tenía intención de que aquello fuera más allá. Quijares le advertía de la distintas expectativas que , cada día con mayor claridad albergaba Coollen en su corazón y en su chispeante mirada. También Quijares limpiaba de recuerdos amargos su memoria de los últimos años de matrimonio con la voz entrecortada por la fatiga del ritmo imposible al que le obligaba Ricardo. De vez en cuando paraban y el más joven compensaba con flexiones y contorsiones imposibles los minutos que permitían al otro hacer algún matiz o añadir alguna explicación complementaria al relato, mientras recuperaba el aliento. Alrededor del incidente del ordenador había aparecido entre ellos un secreto que les hacía cómplices en una historia que ninguno de los dos sabía como continuaría. Hicieron todos los cálculos, imaginaron todas las hipótesis, se pusieron en lo peor para sopesar minuciosamente todos los riesgos. Pero la única intención compartida y oculta era convencerse de la necesidad de continuar aquel camino iniciado al atravesar una puerta falsa y acceder a las entrañas de una organización terrorista. Se repartieron archivos y documentos que no se atrevían a sacar por ninguna impresora para no dejar huella de su frenética actividad de estudio y documentación siempre alrededor del debate originado en la cúpula con motivo del impacto de los sucesos del 11-S. Las carreras de los domingos les servían de puesta en común. Habían llegado ya a algunas conclusiones. Josu “El Pirata” a quienes ellos suplantaban había trabajado intensamente los años anteriores para buscar contactos internacionales donde encontraran suministro de armas, cuando la caída del muro de Berlín hizo desaparecer otros canales habituales hasta entonces. Los contactos que había mantenidos con el mundo del radicalismo islámico se habían limitado a meros intercambios de armas por dinero. Lo que un sector de la organización ahora demandaba era un contacto directo con quienes habían asombrado al mundo con una acción de castigo al enemigo numero uno de los pueblos oprimidos. Para quienes entendían que podía tratarse del inicio de una nueva era de la Humanidad, que permitiría contemplar la estrepitosa caída del imperialismo americano, era fundamental tomar contacto con quienes habían demostrado capacidad de liderazgo y operatividad suficiente con aquel acto para ser abanderados del proceso. Para otro sector todo eran preguntas: ¿había sido una acción aislado o había una estrategia, un calendario previsto con nuevos ataques? .Para éstos, los contactos podían ser importantes para encontrar las respuestas que permitiera afrontar “un análisis científico de la evolución en el corto y medio plazo de la coyuntura de ruptura de equilibrios internos del sistema capitalista globalizado”, como decía uno de los últimos informes, utilizando un lenguaje críptico en ocasiones al que poco a poco se iban acostumbrado.
Durante las carreras del domingo hablaban de todo, pero durante ese rato y durante todo los minutos de todos los días y algunas noches en vela, solo pensaban en El Pirata. Como los recién enamorados, sus cerebros trabajan simultáneamente en una doble pista. Con una gestionaban la vida cotidiana, respondían al teléfono, dirigían sus actos más o menos maquinales o ritinarios de sus respectivos trabajos. Con la otra buscaban explicaciones, hacían cábalas o preparaban planes. Por eso cuando estaban en silencio, los dos sabían en qué estaban pensando. Después de unos minutos separados Quijares alcanzó a Ricardo que con los pies apoyados en un banco de madera medio destruido, y las manos sujetándose y empujándose la nuca hacía abdominales. Se detuvo para recuperar el resuello y sin necesidad de introducción dijo:
- “Me temo que el día menos pensado nos dicen, quiero decir “le-dicen-al –Pirata” que tiene que ir a algún sitio o le convocan y... entonces se nos acabó la diversión”.
Ricardo detuvo su ejercicio.
- “ Yo también he pensado que cualquier día pasa algo así”-
Aunque los dos callaron podían escuchar perfectamente la pregunta suspendida en el aire: “¿ tu serías capaza de hacerte pasar por el Pirata si llegara el caso y tuviera que entrevistarse con alguien que no lo conociera personalmente?.
- “Lo que te aseguro que no haría- dijo Ricardo, contestando sin que nadie le hubiera preguntado- es dar ni un paso atrás...después de llegar hasta aquí. Habría que decidir si merece la pena asumir el riesgo o, si eso fuera una locura, aunque me echaran de la Guardia Civil, le prepararía un informe al embajador y estoy seguro que toda la información que tenemos les sería útil”. Ricardo se sentía orgulloso del camino recorrido y parecía no querer aceptar un final sin resultados. En su interior estaba viviendo una extraña misión secreta de servicio a la patria.
- “¿ Y por la otra parte qué?, le contestó Quijares a quien siempre le parecía que Ricardo olvidaba que la parte más peligrosa no eran las autoridades españolas precisamente. “ Y cómo crees que reaccionaran los que creían que habían estado hablando y pasando información altamente sensible a un miembro de la ejecutiva y descubren que detrás del ordenador había un impostor.”
- “Tengo el expediente de la muerte en mi poder. Que yo sepa y quitando el otro que salió corriendo y no pudo saber si finalmente el vasco que le acompañaba murió, sin ese expediente nadie puede decir que murió. Si tenemos cuidado y no somos demasiado torpes, para ellos, si El Pirata desaparece será la huida natural de un heterodoxo que llevaba tiempo fuera de rollo”. Contestó Ricardo que , como otras veces demostraba tener una previsión más completa de las posibles evoluciones de la historia que las que Quijares le suponía.

Cuando iban a comenzar el regreso Ricardo se levantó del suelo Se disponía a coger de los hombros a su compañero de fatigas para gastarle alguna broma (“ es que te crees que soy un pardillo” o “ todo bajo control” como solía decir), pero se apercibió de una silueta oculta detrás de uno de los árboles del bosque. Cambió bruscamente la expresión de su cara.
-“ No te muevas Fernando. Hay un tío espiándonos detrás de un árbol”.
Fernando se quedó paralizado y a pesar de la advertencia se dio la vuelta. En ese momento un individuo, vestido con un chándal oscuro salió de detrás de un árbol que estaba a unos diez metros y, sintiéndose descubierto, huyó corriendo. Ricardo emprendió su persecución desoyendo el requerimiento de Quijares:
-“ Pero donde vas desarmado, estás loco”.
Al ver que no le hacía caso inició el también la carrera, con menos convencimiento.
-“ Ricardo, ¡ espera ¡ “, le gritó mientras perdía en el bosque las figuras de perseguidor y perseguido.
Estaba agotado y sentía su corazón latir con fuerza. Entonces, por primera vez sintió miedo.

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